¿Quién decide que la Universidad sea o no sea? Nadie más que nosotros: un propósito. Como toda obra humana, es una integral de esfuerzos y de excusas, de acciones e inhibiciones. El resultado es una expresión donde figuran el talento, la ambición, el momento, el lugar, el medio... y una constante: la ordenada en el origen, el fundamento, su razón de ser: el conocimiento.
La Universidad que habría de ser hoy ¿es la misma de ayer o de mañana? En su esencia, sí; en su acción es diferente. Tendrá siempre, siendo la debida, la esencia inalterable de lo culto, puro afán de conocer y de enseñar, ansias de utilizar lo conocido y lo ignorado para sacar cada día un hombre nuevo; el mismo para la eternidad, distinto en cada momento; el hombre que, formado, sigue, lejos de ella, entero, renovado en cada sol y cada luna, pero el mismo sobre sus cimientos.
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