Hemos dicho que los árabes invadieron España por el año 711, y que su dominación duró hasta el año 1492, en que tuvo lugar la toma de Granada.
Durante todo ese lapso de tiempo, no fue la misma la organización social y política que dieron al territorio sometido a su poder.
Tenía lugar a la sazón en Oriente la célebre lucha de los Abasidas y los Omeyas, y entendiendo los árabes españoles que el joven Abderrahman, último descendiente de la familia de los Omeyas, reunía especiales condiciones para crear en nuestra patria un centro de cultura y de civilización, que llegara a competir con el de Damasco, le proclamaron califa en el año 755. Desde entonces, fue el califa el verdadero centro de unión de todas las aspiraciones de los árabes españoles, y si continuaron los emires al frente de las provincias, fué dependiendo ya del califa de Córdoba. Las principales provincias árabes fueron Toledo, Mérida, Zaragoza, Valencia y Murcia.
Las excepcionales dotes de Abderraman III, y de su hijo Alhaken, consiguieron engrandecer el califato, hasta el punto de realizarse casi el pensamiento que concibiera Ábderrahnian I de crear en Occidente un centro árabe que superara en esplendor al de Damasco, pero su florecimiento fue bien pasajero. Ya en el año 1004, algunos walíes se negaron a obedecer las órdenes del califa, iniciándose de tal suerte el movimiento, que dio por resultado la total ruina del califato en 1031, y la creación de los pequeños Estados de Taifas.
La invasión de los almorávides primero, y la de los almohades después; la creación del reino de Granada y su conquista, por Fernando el Católico, son los hechos capitales a que debemos aludir, después de los indicados, para terminar la indicación rapidísima, pero bastante a nuestro propósito, que nos proponíamos hacer de la dominación árabe.
Respecto de las personas, existían una serie de distinciones entre los musulmanes. Con efecto, según ellos, había creyentes y no creyentes, diferencia que no sólo lo era bajo el punto de vista religioso, sino también en consideración a la raza: entre los primeros había árabes y bereberes, siendo hasta el establecimiento del califato, en cuyo tiempo vinieron a nuestro suelo las principales familias que en Damasco constituían el partido vencido de los Omeyas, mucho mayor el número de éstos, que el de aquéllos; los no creyentes eran los cristianos, que se conservaban fieles a su religión, mozárabes, los que de ella habían renegado, y los judíos; los creyentes y no creyentes, podían también ser libres y esclavos.

Matías Barrio y Mier (Verdeña, 1844 – Madrid, 1909)
De la serie, "Historia General del Derecho Español".
Es propiedad del Autor. Queda hecho el depósito que marca la Ley.
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