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Mejor-No-Comprender
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Puede perderme
La pregunta acerca del deseo del Otro se declina de muchos modos, camuflada en la verdad incontestable de la angustia, y también en forma de otra pregunta, qué soy para el Otro, de verdad ¿puede perderme?
Esta estrategia suele corresponder al adolescente en fuga, quien con su maniobra concita el interés de todos por unas horas, muy especialmente de quienes menos interés parece despertar. A la hora de la verdad, los padres más ocupados del poder y la gloria que de su hija adolescente suelen dejarlo todo y ocuparse de mostrar que no pueden perderla.
También es estrategia del sujeto suicida, que puede ejecutar de ese modo el único acto logrado que es un suicidio, y satisfacer así la fantasía del pueden perderme. Incluso de espolvorear en su entorno la sombra de la culpabilidad, pero se equivoca, puesto que nunca nadie podrá robarle ese su acto, del que es único responsable. Salvo, eso sí, cuando se trata de sujetos vulnerables conminados por un sujeto criminal.
La posición del sujeto obsesivo, conocedor de los entresijos del funcionamiento total de una empresa, puede juguetear con abandonarla, yéndose a otra, y certificar así su absoluto ser imprescindible, su particular no pueden perderme.
De todos las posibilidades, ninguna como la táctica histérica (masculina o femenina, hetero u homo) en el amor, que se goza de abandonar al enamorado, en ocasiones justo en el momento en que menos puede convertirlo en objeto desechable. Saborear el vacío que deja atrás es un goce infinito. Además, puede con esa estrategía, ser una y otra vez la persona desconocida del siguiente. Lo verdadero es que no hay nadie que no pueda perderse. Dado que tempus fugit y el olvido que seremos, todos podemos ser perdidos.Tengo recientes unos versos del poema ‘La vendimia’, dentro de Cingla, último poemario de Constantino Molina:
Yo vine, por amor, a la vendimia
Vine para aprender a amar el aire,
el dolor y la alegría.
La vendimia finaliza así:
Que vine por amor a la alegría.
Actualización Agosto2025 | 878👀
Mejor No Comprender
Deseo
Si sólo el amor permite al goce condescender al deseo es porque se acepta esperar
Goce
Usamos en castellano la noción de goce igualándola a la de placer
Tristeza
De todas las malas artes que solemos desplegar con los niños, pocas como las de sustraerles el encuentro con la tristeza para llevarlos de viaje una y otra vez exclusivamente a los barrios de la alegría, tanto que produce vergüenza esta exaltación al disfrute permanente, a la fiesta perpetua, a la ausencia de la verdad completa de la vida, sin calcular el daño que, a la larga, así infligimos.
“¿Por qué todo ser excepcional es melancólico?”, en el Problema XXX ya Aristóteles formuló la pregunta por la tristitia y su observación de que era habitual para las personas eminentes, los grandes hombres. Pero deberíamos reclamar ese derecho a la tristitia para todos, respetar su llegada, no siempre oportuna, aceptar sus meandros, sus exaltaciones. Sin exagerar, claro, para evitar que los tristes profesionales terminen por idolatrar ese estilo de acometer la existencia.
Las personas tristes a su pesar lo tienen crudo cuando quieren explicarse. Pues no siempre se ve claro el motivo, e incluso, la causa aparece como inexistente, no se encuentra con facilidad la razón de atravesar un período de tristeza en su vida, especialmente si la fortuna sonríe en todos los campos, como si la tristeza razonable sólo pudiera hacer acto de presencia cuando la vida golpea.
Tal y como mostrara Freud con el ejemplo de aquellos que “fracasan al triunfar”, la tristeza aparece en ocasiones tras demasiados logros, al finalizar un proyecto, o simplemente al llegar a la meta, haciendo buena así la tesis de Kavafis de que el camino es lo más importante del viaje a Ítaca, y nada de prisas: “Llegar allí es tu destino. Pero no tengas la menor prisa en tu viaje”. De otro modo se termina, tristemente, amando la tristeza. Lo que al niño le enseña el encuentro con la tristeza es humildad, y fortaleza psicológica para el futuro.
Las personas tristes a su pesar lo tienen crudo cuando quieren explicarse. Pues no siempre se ve claro el motivo, e incluso, la causa aparece como inexistente, no se encuentra con facilidad la razón de atravesar un período de tristeza en su vida, especialmente si la fortuna sonríe en todos los campos, como si la tristeza razonable sólo pudiera hacer acto de presencia cuando la vida golpea.
Tal y como mostrara Freud con el ejemplo de aquellos que “fracasan al triunfar”, la tristeza aparece en ocasiones tras demasiados logros, al finalizar un proyecto, o simplemente al llegar a la meta, haciendo buena así la tesis de Kavafis de que el camino es lo más importante del viaje a Ítaca, y nada de prisas: “Llegar allí es tu destino. Pero no tengas la menor prisa en tu viaje”. De otro modo se termina, tristemente, amando la tristeza. Lo que al niño le enseña el encuentro con la tristeza es humildad, y fortaleza psicológica para el futuro.
Actualización Agosto2025 | 622👀
Mejor no Comprender
Derecho al secreto
Me alegra mucho oír de alguien, tenga la edad que tenga pero especialmente si es joven, que ha comenzado a escribir un Diario. Siempre denota una cercanía a la subjetividad, y una mirada a la luz interior, presagio del mejor viaje exterior.
«Falsedad del diario íntimo. No dice toda la verdad. Es confidente del sufrimiento y no de la felicidad», dice Amiel, profesor ginebrino (1821-1881), hombre que pasó inadvertido, pero hoy considerado el inaugurador del género. «¡Ah!, cuántos sueños; es lo mejor que hay», así comienza el Diario de André Gide, y es cierto, cuando un joven empieza a escribir un diario lo hace sin saber nada de la vida, pero al decir del Premio Nobel “brinca de impaciencia de arrojarse a ella”, como a él mismo le sucede, incluso cuando años más tarde escribe Et nunc manet in te, más un breve suplemento a Si la semilla no muere titulado Diario íntimo.
Está también El Diario (1837-1861) de Henry Thoreau, comenzado a escribir a los veinte años, un auténtico soplo de aire fresco. Thoreau marchó a vivir en soledad a un bosque junto al lago Walden en Massachusetts, y de ese encuentro con el latir profundo del bosque, de la naturaleza, surge este Diario. De todas las cosas inexplicables y extrañas, dirá, llevar un diario es la más extraña, para sorprenderse de que «si hago un esfuerzo enorme por sacar a la luz mis bienes más íntimos, el mostrador aparece abarrotado con materiales pobres y caseros».
Capaz o no del bien decir, capaz o no de transmitir los sueños, la impaciencia de arrojarse a la vida, la belleza, lo cierto es que un Diario muestra ese perenne deseo humano de hacer social lo íntimo. De fracasar cada vez mejor en el intento de nombrar la verdad.
Actualización Jul2025 | +367👀
Vecinos ilustrados
Falta de tiempo
Decía Leonard Bernstein que para conseguir grandes logros sólo hacen falta dos cosas: un plan y falta de tiempo. La verdad es que bajo la urgencia es cuando definitivamente resolvemos, y cuanto menos nos quejamos del poco tiempo de que disponemos y más aprovechamos cada segundo, más eficacia encontramos en nuestras acciones, o al menos así vemos comportarse a las personas más eficaces.
Pero también es el caso del artista, que si bien se toma su tiempo para idear su obra, normalmente está abrumado. Es el caso de una artista vasca a la que admiro, Idoia, siempre en su Taller construyendo sus títeres, verdaderas y fidedignas recreaciones de personajes, que pueden participar próximamente en una actividad del Museo del Prado. El títere del pintor Velázquez o el de sus Meninas son logradas construcciones que permiten soñar, o si se quiere reflejar nuestras flaquezas.
En un estimulante libro de Alain de Botton (El arte como terapia) se despliega esa idea del arte en tanto herramienta que contrarresta nuestras debilidades psicológicas. Es una interesante vía para captar por ejemplo por qué nos cuesta tanto recordar, lo que nos lleva a la escritura y al arte. O el amor por lo bello, por el optimismo. O cómo podemos sufrir de manera más provechosa merced al arte. O cómo el arte nos reequilibra cuando venimos de tormentas o de agitaciones cotidianas. O cómo podemos merced a la obra del artista penetrar en nuestra vida interior y atisbar alguna sombra de lo que vamos siendo, de la naturaleza de lo que nos hace gozar, nos apasiona o nos perturba, nos habla desde afuera de nosotros mismos. O cómo nos defendemos o rechazamos el arte que nos produce temores o inquietudes desagradables, cómo sin saberlo repudiamos algo de nosotros al verlo plasmado en la obra de arte. Finalmente el arte nos aporta una nueva mirada, una nueva manera de apreciar lo que se nos escapa, lo imperceptible, que está ahí. Nuestras flaquezas las vemos en la obra del artista, y si conseguimos como él grandes logros es porque siempre hay un plan, oculto incluso, pero sobre todo porque como al artista siempre nos falta tiempo.
Actualización Jul2025 | 237👀
Mejor no comprender
Un niño enamorado
En la presentación de la novela de Peridis, "La maldición de la reina Leonor", me olvidé de resaltar que si bien se trataba de una novela de amor, expresaba muy bien los enamoramientos infantiles. Muy pocos adultos quieren no olvidar esos desaguisados, esas heridas que son los momentos de su infancia en que se enamoraron. Les parece absurdo, infantil dicen, a olvidar, y sin importancia. Pero Peridis capta el alumbrar de la vida en esos sustos del amor, (García Márquez), en esos desengaños y quebraderos de cabeza.
De igual modo, cuando el desamor aparece, el decaimiento y la desazón pretende encararse con el ansiolítico o depresivo de moda, cuando simplemente se trata de un estado que grita en silencio que el amor ya ni está ni se le espera.
Quizá por eso conviene no olvidar que nuestro desasimiento y nuestra fragilidad nos hace amar. He descubierto en una líneas de un libro de poesía muy bello, "Alumbramiento", de Elisa Martín Ortega (Cálamo, 2016), una hermosa manera de plasmar el amor como trampa y desengaño:
Oigo tu llanto.
Oigo una voz que me llama y suplica
mi presencia: «mamá…».
Te oigo en las madrugadas, y quizá
no seas tú.
Me levanto y me entrego
a mi pequeña trampa:
estás dormido y siento tu silencio,
mi desengaño.
Trampas y desengaños maravillosos sin los cuales no hubiéramos podido alumbrarnos, o cuanto menos reconocernos en la mirada febril de un niño que anda perdidamente enamorado.
Actualización Jul2025 | +221👀
Mejor no comprender
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