Razón de mi presencia, Marcelino García Velasco
En el año 2018 se publicó un libro y un DVD titulados Razón de mi presencia. Homenaje a Marcelino García Velasco. Editó La Institución Tello Téllez de Meneses y colaboraron Diputación y Ayuntamiento. Lleno hasta la barrera. Homenaje, en vida, que tuvo lugar en el Centro cultural de la Diputación en Plaza de los Juzgados y que le llenó de emoción y agradecimiento. En él participaron amigos, escritores, poetas y pintores.
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Marcelino García Velasco con Ursi, el otro escultor de Villabellaco |
Hace un tiempo, en Curiosón, publiqué la carta de un alumno, hoy, quiero reproducir el texto de otro, incluida en este homenaje: Felipe Jensen Casado; antes, fui su maestra de Educación Infantil. Recuerdo una anécdota. Pedí a las mamás que llevasen al colegio un juguete, un libro, algo que asociasen a su bienestar en casa para que se sintieran tranquilos y comenzasen a compartir. Así, poco a poco, se hicieron. Felipe llevó un libro sobre Egipto y comenzó a leer en voz alta. Se hizo el silencio, le oían con atención. Me di cuenta de que sostenía el libro boca abajo...Lo sabía de memoria. Su madre, Carmen Casado Linarejo, catedrática de literatura en el Jorge Manrique; su abuela, compañera mía... Fue uno de mis alumnos de ese curso que, muy pronto aprendió a leer, jugando y con cuentos que escribí para ellos a lo largo de mi vida profesional. Transcribo su texto:
Marcelino García Velasco fue mi profesor de lengua y literatura españolas en octavo curso de la desaparecida educación general básica. Ahora, gracias a la distancia que dan más de cinco lustros, me es posible considerar aquel tiempo sin la inconsciencia de la juventud. Recuerdo las clases de Marcelino y cómo contribuyó a mi interés por la lengua y la literatura. Las lecturas en clase de los poemas que siempre eran animadas, no una mera clasificación de tropos y estrofas y su ejemplificación en el libro de texto. Estaban, en cambio, dirigidas hacia una actualización de los textos, a hacer posible una interpretación. En una palabra, hacia una comprensión. Por esos mecanismos extraños de la memoria, recuerdo con especial nitidez un poema que en clase comentamos: las endechas a la muerte de Guillén Peraza. El poema contiene los siguientes versos
No eres palma, eres retama,
eres ciprés de triste rama.
Y recuerdo la explicación que Marcelino nos daba respecto a la metáfora que contenían los vegetales. La palma era la lozanía, la juventud y la buena estampa del caballero en vida. Frente a ella, el tallo de la retama tiene un sabor amargo y áspero, y el ciprés es signo funerario: el contraste de la muerte. Este fue probablemente mi primer contacto con un lugar propio de una larga y continuada tradición de la literatura europea: la reflexión sobre la muerte y la finitud de la vida. Es dudoso que a los trece años, en una edad en la cual los pensamientos sobre la muerte son frecuentemente expulsados por un fuerte impulso vital, meditara yo seriamente sobre estos temas; pero lo importante era el hecho de haber recibido esta semilla de reflexión, esta indicación de que en la literatura encontrar gente que sobre éste y otros problemas vitales hubiera pensado y fuese capaz de enseñarme algo. Frente a la actualidad en la que la atención del alumno es dirigida exclusivamente hacia los juguetes informáticos o a un desarrollo de competencias, Marcelino me otorgó una educación orientada a conocer nuestro pasado, la tradición cultural que nos conforma y de la que somos parte, es decir a la comprensión de uno mismo. La autocomprensión, además de ser un fin en sí mismo, sirve para la emancipación del hombre, como afirma cierta tradición de la filosofía alemana. Una idea, hoy deplorablemente olvidada por aquélla muy limitada del capital humano orientado a la adaptación al mercado de trabajo, cuya capacidad para formar personas es mínima. Es por esto por lo que aquí presento mi agradecimiento a Marcelino por haberlo tenido como maestro, un trabajo tan importante como insuficientemente reconocido.
Destaco: “Es por esto por lo que”. Cada vez se habla más y peor =es por ello que= y en radio, tan deprisa, que se intuye un lobo feroz detrás de quien habla? Gracias Felipe. Acabo con el texto de Beatriz Quintana Jato: Homenaje a Marcelino García Velasco:
Hoy rindo mi homenaje, teñido de cariño, al poeta que un día afirmó que el poema no es más que vida/ llenándose de tiempo, y también, que un poeta está para decir:amor, avívame la brasa, el vaso,la esperanza frutal de la bellezaclavada en la palabra.Un poeta en cuya obra encontramos siempre los tres elementos que Miguel Delibes considera imprescindibles: un hombre, un paisaje y una pasión, y que afirma que la tristeza, la soledad, la infancia, el paisaje y la poesía son los motivos que se enfrentan al olvido y a la muerte. Hace años, hicimos un curso en el CEP, y recuerdo que Marcelino dedicó un rato a explicarnos por qué escribe, y yo cogí algunos apuntes... Nos decía el poeta que no se crea de la nada, que lo que se escribe nace de experiencias, de tiempo, “es expresión de experiencias personales, de años mirando los grandes temas, dejando que repose y pueda salir el primer verso...” Como Verlaine, piensa que sólo el primer verso es intuitivo; el resto, fruto del trabajo (aunque también afirmaba que el poeta no es “un pobre obrero de la palabra”: todo poema es una aventura, hasta el papel en blanco, casi nada se sabe de lo que se va a decir...) Con más de medio siglo de andadura poética, y a medio camino entre los grupos del realismo social y la llamada “generación del lenguaje” -según afirma Joaquín Galán en su prólogo de “Tratado de Castilla”-, y “poeta del conocimiento”, con sus paisajes interiores -según Carmen Casado en su reciente estudio sobre él-, en la línea de la llamada “generación de la experiencia”, su poesía ha ido evolucionando pero siempre teñida de una preocupación existencial que se ha acentuado con el tiempo. Sus grandes temas, amor elegíaco a su tierra castellana, tristeza y muerte como único destino, pese al amor, infancia... En el primero de ellos fueron determinantes los años que pasó en Astudillo, grabados para siempre en su memoria y causa, sin duda, de su gran interés por los léxicos “terruñeros”, precisos y exactos, así como su gran amor por la naturaleza y el paisaje castellano, hasta tal punto que en ocasiones que ese paisaje se convierte en reflejo de sus propias preocupaciones. Al preguntar porqué ha escrito tantos poemas a Castilla, contesta que “la tierra marca, y más la más pobre, o la más sufrida o la más abandonada”Tierra para el dolor como la de estos camposno habrá ninguna...De la tierra y del trigosalieron catedrales, pueblos altos,voluntades que abrieroncaminos para el tiempo.Marcelino es un hombre humilde, pero con esa humildad sencilla y sin afectación que hace cercanos a los grandes hombres, y es también un hombre afortunada porque un día se cruzó en su camino con el Amor con mayúsculas (cuando se le pregunta por su mejor sueño, afirma sin dudarlo que su mejor sueño había sido conocer a Carmina...) Marcelino es un hombre bueno, que desearía que lo recordaran como alguien que nunca hizo daño a nadie a sabiendas, y que ayudó a algunos niños a encontrar el norte en sus vidas. También es una persona entrañable que regala su amistad y abre a los amigos las puertas de su casa; que, por cierto, siempre que voy a ella tiene el sabor de un hogar acogedor donde folios y cultura alternan con los deliciosos platos que prepara Carmina...
Para terminar, lo haré con las palabras que escribió nuestra querida Begoña, amiga tristemente fallecida. Hago mías sus palabras:
Gracias por cotizar la amistad al alza en los mercados más pobres, y gracias a Marcelino por quererte tanto. Gracias a los dos por hacer de vuestros corazones mi hogar, cuando me vi abocada al olvido... Gracias amigo poeta, por todo...
SOBRE ESTA BITÁCORA
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Magníficas cartas y comentarios sobre ese hombre bueno que fue Marcelino, quien seguirá siendo un referente de nuestra tierra y de nuestra literatura .
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