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El Pez

( IV.17). SIMBOLOGÍA ZOOMÓRFICA.

El pez se halla ligado al agua y, por tanto, a su simbolismo: vida, muerte, renacimiento, fecundidad, porque todo aquello que posee vida, procede del principio húmedo, principio del cual también se nutre.

Por estar ligado al abismo, la mentalidad antigua le atribuyó un saber y conocimiento especiales que ya en una antigua leyenda de la saga de Babilonia, tras el primer año de su mito cosmogónico, cuenta cómo llegó al país Oannes, el dios de la sabiduría, en forma de pez para enseñar a los hombres la agricultura y las ciencias; mito que sería extrapolado al Libro de Job 12,7-8 cuando refiere: " te enseñarán los peces de los mares".

Por estar ligado a las aguas, y por tanto a la vida, llegó a ser símbolo tanto del famoso dios fenicio y filisteo Dagón (dag en hebreo significa pez), que será mencionado por el Antiguo testamento al menos dieciséis veces, como de diosas creadoras y dadoras de vida ( la siria  Atargatis, la egipcia Osiris o  la romana Venus a quien llegó a dedicársele un día de la semana, el viernes o veneris dies, para su culto y veneración celebrando comida con pescado de donde derivaría la práctica en la religión cristiana de implantar la penitencia cuaresmal con la abstinencia de carne).

No obstante su valor simbólico desde las primeras civilizaciones, será la religión judeo-cristina la que más aprovechará su utilización hasta conferirle matices insospechados. En la Biblia el término pez con sentido simbólico, aparece cuarenta y siete veces en el Antiguo Testamento y veintisiete en el Nuevo, usándolo como signo de abundancia y fertilidad en la bendición de Jacob a sus hijos ( " que crezcan y proliferen como peces en la tierra", Gn. 48,16), como  muerte-vida del vientre materno, "sepulcro", ancla asociada al arca como elemento superpuesto para conocimiento de uno mismo en el renacer a una nueva vida (Jonás, 2,2-7) o para el despertar a la luz después de la ceguera espiritual (Tob. 6,9).


A partir de todo este simbolismo del pez, será sobre el texto evangélico de Mateo 12, 39-40, cuando los cristianos comiencen a establecer un mar de relaciones simbólicas, tipológicas y teológicas entre Jonás y Cristo y entre el símbolo de pez y Cristo como dador de vida y abundancia, aportando toda la serie de escenografía milagrosa que la soporte ( multiplicación de panes y peces, Mat. 14 y 15; comida con los discípulos tras la resurrección, Luc. 24 y Jn. 21) en la que se intenta justificar el valor del profeta escatológico anunciado por Moisés ( Dt. 18,15-18; Hech. 3,22) que provee de pescado abundante a su pueblo como hiciera Moisés con las codornices del desierto ( Ex. 16, 12-12; Num. 11,21-23).

Otro factor que contribuyó al fuerte simbolismo cristológico del pez fue la utilización de la palabra griega ichtys por ser esta la lengua en la que se escribió todo el Nuevo Testamento. Cada una de las letras de esta palabra, constituía la inicial que designaba un título: Jesús, Cristo, Hijo de Dios, Salvador, aunque la idea de su uso como símbolo místico partiera de Asia en imitación a ciertos rituales secretos de algunas religiones esenias. Para San Agustín, esta composición mística del acrónimo recordaría la virtud del pez de permanecer vivo y sin pecado en las profundidades (La Ciudad de Dios, XVIII,25). No es de extrañar que este famoso anagrama o representación se convirtiera en señal secreta de comunicación entre los cristianos en tiempos de persecución, pues la denominación aramea "nasoreanos" o " nazarenos" significa pececillos.


Aprovechando la realidad de que Jesús viviera gran parte de su vida junto al lago de Galilea, la religión judeo-cristiana utilizó el dato para resignificarlo y exponerlo como variantes de las realidades del Reino de Dios, referido ya como símbolo de su propia iglesia ( Lucas 5,1-11), ya como la selección del juicio de Dios (Mt. 13,47-49), de la función de proselitismo apostólico ( Mt. 4,19) o del valor sacramental del bautismo relacionando al pez como el renacido de las aguas bautismales (piscina bautismal proviene de piscis).



"Nosotros somos pequeños peces, llamados así debido a nuestro IXTHYS, nacemos en el agua y no tenemos otra salvación que la de permanecer en el agua" (Tertuliano, siglo III)








Sección para "Curiosón" del grupo "Salud y Románico".

1 comentario:

Anónimo dijo...

al principio éramos
peces mudos

Rory

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