Pequeñas historias de gentes, las nuestras, que entretejieron el futuro de sus hijos en prados de verde esmeralda que los lirones vestían de amarillo en abril, en los bosques tupidos de hayas y robles, en la llamada de las campanas de las espadañas de sus pequeños templos. Y a los valles, los ríos, las montañas, los pequeños arroyos que recogían las aguas desbordadas del deshielo en primavera cuando el sol brilla en azules infinitos les pusieron nombres eternos para que sus hijos recordaran sus orígenes, la tierra que los vio nacer y en la que descansarían para siempre junto a la iglesia que levantaron con sus propias manos.
Cuenta esas historias mientras las gotas resbalan por los cristales buscando la tierra en la que encontrar cobijo junto con quienes le pusieron nombre y en los ríos de donde las nubes tomaron el agua que baja desde las cumbres de la sierras de esta tierra, nuestra Montaña Palentina, un latido, un sentimiento.
Imagen: Perapertú por José Luis Estalayo

De la sección de la autora para "Curiosón".
"Mi dios de las pequeñas cosas" ©-Margarita Marcos 2017
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