Las guerras sacan lo peor de los seres humanos, suponen una radicalización de los bajos instintos que merodean bajo la normalidad. Parece que las campañas electorales sólo sirven ya para extremar los defectos de la política en su mentira y su mezquindad cotidiana.
Estamos en la precampaña de las elecciones europeas. Sólo hemos vivido unas pocas declaraciones y unos pocos enfrentamientos de los dos partidos mayoritarios. Y ya sentimos un infinito cansancio. Ese es el síntoma: el infinito, insoportable cansancio que provoca la política oficial en España y en Europa.
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