La Leyenda de la Abadía de Lebanza
Cuenta la tradición que la Abadía de Lebanza, enclavada en un rincón remoto de la montaña palentina, guarda en sus muros las huellas de siglos de historia y misterio. Este antiguo centro religioso, fundado en el medievo, floreció como un refugio de espiritualidad y trabajo. Allí, los monjes cultivaban la tierra, horneaban pan, molían el grano en un molino que aprovechaba las aguas del río cercano y trabajaban la madera con maestría artesanal. Sin embargo, con cada invierno, la abadía quedaba aislada por las nevadas, y su silencio se hacía casi sobrenatural.
Una fría noche de invierno, hace siglos, un incendio inexplicable devoró el corazón de la abadía. Los monjes lograron salvar las reliquias sagradas, pero nunca encontraron el origen del fuego. Se decía que una figura encapuchada había sido vista rondando las cuadras poco antes de que las llamas se alzaran. Desde entonces, algunos comenzaron a hablar de una maldición: el espíritu de un herrero despechado, que siglos antes había sido expulsado por los monjes, regresaba para cobrar venganza.
El tiempo pasó, y la abadía, reconstruida con esfuerzo, se enfrentó a un nuevo enemigo: las tropas de Napoleón. Durante su saqueo, los soldados destruyeron libros y objetos de valor, pero cuentan que el prior, con la ayuda de los campesinos, escondió un relicario de oro y una cruz tallada en madera que decían tener poderes milagrosos. Según la leyenda, estos tesoros siguen enterrados en los alrededores, protegidos por el fantasma del prior, que vaga entre los restos de las antiguas paredes.
Con los años, la abadía pasó por muchas transformaciones. Fue hospital para tuberculosos, hotel de montaña y seminario. Durante su etapa como sanatorio, los pacientes y médicos empezaron a relatar sucesos extraños: pasos que resonaban en los pasillos vacíos, sombras que se deslizaban entre las paredes y, en las noches de tormenta, un canto lejano que parecía provenir de las montañas nevadas.
Los lugareños cuentan que el alma de un joven seminarista, fallecido tras perderse en una ventisca, sigue rondando el lugar. Dicen que su espíritu aparece en los inviernos más crudos, como una figura pálida que guía a los viajeros perdidos hasta un refugio seguro. De los edificios que componían la abadía, el viejo molino es el que más historias concentra. Según la leyenda, quien se atreve a entrar en el molino a medianoche puede escuchar el sonido del agua corriendo, aunque el río esté congelado. Se dice que si escuchas el canto de una mujer entre el rumor del agua, recibirás un mensaje sobre tu destino, pero si ves su figura, quedarás atrapado en el molino hasta el amanecer.
Hoy, la Abadía de Lebanza se alza como un lugar cargado de misterio. Sus ruinas, rodeadas de espesos bosques y montañas, siguen siendo un destino para quienes buscan respuestas en el silencio de la naturaleza. Los pastores locales, al cruzar sus caminos en invierno, aún trazan cruces en el aire, susurrando plegarias antiguas para alejar a los espíritus que, según ellos, nunca abandonaron este rincón de la montaña palentina. ¿Quién se atreverá a desentrañar los secretos de la abadía? Tal vez, entre la nieve y las sombras, el eco de su historia siga esperando a ser escuchado.
SOBRE ESTA BITÁCORA
Esta bitácora nace en noviembre de 2008 con el ánimo de divulgar historias curiosas y entretenidas. Son 18 años acudiendo diariamente a la llamada de amigos que vienen de todo el mundo. Con +7.489.000 visitas, un mapa del románico abierto a finales de 2023 que ya ha recibido +915.000 consultas y +6.100 artículos en nuestra hemeroteca, iniciamos una nueva andadura. Comparta, Comente, síganos por nuestros canales de Facebook y Wasap. Y disfrute. ¡Es gratis!






















La Leyenda de la Abadía de Lebanza teniendo en cuenta que la misma Abadía es ya una leyenda. Qué de historias nos recuerda José Luis Estalayo. Y qué de ataques ha sufrido, unos voluntarios y otros involuntarios, algunos vandálicos como la desvergüenza de los franceses napoleónicos o el último incendio de los que ha sufrido la Montaña Palentina, y casi todos, si no todos, provocados. Agradecer a los que la mantienen, pues en la actualidad también es centro de peregrinaje o protagonista de varias ciclituristas clásicas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Interesante leyenda, Estalayo, sobre la Abadía de Lebanza, enclavada como sabemos en un extraordinario paisaje de nuestra Montaña Palentina. Justo unos paisajes como estos, han sido el marco adecuado que muchas veces han propiciado el que hayan surgido este tipo de leyendas que se pierden en la noche de los tiempos. Y esta Abadía tenía que tener también su leyenda, como esta que Estalayo nos narra en su relato. Saludos.
ResponderEliminarNos lleva José Luis Estalayo a la Abadía de Lebanza con una magnífica presentación y estupendas fotografías de la abadía en diferentes épocas del año. Buena información de la interesante actividad de los monjes que allí habitaban, el saqueo de las tropas francesas durante la guerra de la independencia, y sus diferentes cambios como sanatorio, hotel de montaña y seminario, además de la interesante Leyenda de la Abadía de Lebanza, en la que parece ser que los espíritus siguen merodeando.
ResponderEliminarLa pequeña carretera que llega a la Abadía quedaba aislada durante los meses de invierno por la nieve, siendo la radio la única forma de comunicación de sus habitantes con Palencia. Por eso, alrededor de la Abadía había cuatro edificios con cuadras, panadería, carnicería... e incluso un pequeño puesto de la Guardia Civil, cuyos guardias eran además artesanos, para ser autosuficientes durante esos meses de aislamiento. De todos los cambios por los que pasó: explotación agropecuaria, colonias escolares, sanatorio... algunos afirman que uno de los más sugerentes fue su habilitación como hotel de montaña, allá por 1930. Era entonces promotor y propietario de la Abadía don Antonio Agustín Consta.
ResponderEliminar"CERVERA, POLENTINOS, PERNÍA Y CASTILLERÍA"
“En la abadía de Lebanza se está bien y tranquilo. Queda lejos, en Cervera de Pisuerga, provincia de Palencia, pero se está muy bien. El viaje merece la pena”. La nota está extraída del libro “San Camilo”, de Camilo José Cela, prologado por Francisco Umbral y cuyo lanzamiento levantó mucha expectación en su momento. Cela llevaba algunos años sin publicar y afrontaba en esta obra la Guerra Civil, en los tres días cruciales del levantamiento, y por lo tanto, en la festividad de San Camilo que es el 18 de julio. “En la Abadía de Lebanza –prosigue en su monólogo– por doce pesetas te dan pensión completa en habitación con agua fría y caliente y lavado de ropa incluido, cinco comidas diarias y toda la leche y todos los huevos que quieras y que seas capaz de comer”.
ResponderEliminar"CERVERA, POLENTINOS, PERNÍA Y CASTILLERÍA"
Para saber más, pinchar en el enlace que aparece en el nombre. Es curioso.
Interesante reportaje el de hoy sobre la Abadía de Lebanza paisanos, desde luego ya el lugar es bastante especial como lo es toda la Pernía, yo creo en la mayoría de la zona está o estuvo repleta de pequeños y, como no había mucha comunicación y los inviernos eran muy largos había mucho tiempo para inventarse alguna historia que destacar. Lo que si que es cierto es que esta zona es diferente, existen cosas muy extrañas que dan que pensar. Vuestro amplio y detallado comentario muy bueno.
ResponderEliminarMe da un poco de vergüenza reconocerlo, pero aunque más de una vez había contemplado la abadía de Lebanza desde lo alto de la peña Tremaya, tuvieron que pasar treinta años para que por fin pudiera poner un pie en aquel lugar. Así andábamos entonces, con el tiempo siempre justo y las ganas guardadas para “cuando se pudiera”. Sólo que ese “cuando” tardó demasiado en llegar.
ResponderEliminar