Otra de las reflexiones que nos merece este asunto de los galardones, es la manía de premiar a un autor cuando ha fallecido o al final de su vida, como ha sucedido con Francisco Brines, que ha recibido el Cervantes a los 88 años. Eso, en todo caso, le viene bien a los editores y libreros que venden todo lo que tenían escondido.
Se supone que premiamos para alentar al autor a que siga componiendo, no para recordar a los familiares y amigos del difunto lo bueno que fue en vida. Y con Brines les dejo, que al menos brille por lo que compuso, que merece la pena:
Si pudiera elegir de todo lo vivido algún lugar, y el tiempo que lo ata,
LA MADEJA
Francisco Brines
Aquel verano de mi juventud
Y qué es lo que quedó de aquel viejo verano
en las costas de Grecia?
¿Qué resta en mí del único verano de mi vida?
Si pudiera elegir de todo lo vidido
algún lugar, y el tiempo que lo ata,
su milagrosa compañía me arrastra allí,
en donde ser feliz era la natural razón de estar con vida.
Perdura la experiencia, como un cuarto cerrado de la infancia;
No queda ya el recuerdo de días sucesivos
en esta sucesión mediocre de los años.
Hoy vivo esta carencia,
y apuro del engaño algún rescate
que me permita aún mirar el mundo
con amor necesario;
y así saberme digno del sueño de la vida.
De cuanto fue ventura, de aquel sitio de dicha,
saqueo avaramente
siempre una misma imagen:
sus cabellos movidos por el aire,
y la mirada fija dentro del mar.
Tan sólo ese momento indiferente.
Sellada en él, la vida.
El vaso quebrado
Hay veces en que el alma
se quiebra como un vaso,
y antes de que se rompa
y muera (porque las cosas
se mueren también),
llénalo de agua
y bebe,
quiero decir que dejes
las palabras gastadas, bien lavadas,
en el fondo quebrado
de tu alma
y, que si pueden, canten.
Mi resumen
Es ese mi resumen
y está en él mi epitafio.
Habla mi nada al vivo
y él se asoma a un espejo
que no refleja a nadie.
En Jardín nublado (antología, 2016).
No hay comentarios:
Publicar un comentario