Soy crítico con España. Muy crítico. Hay cosas que no me gustan y me parecen impropias de un país evolucionado, justo y moderno. La crisis, por ejemplo. Las tarjetas negras, ésas que imbécilmente nos hemos empeñado en llamar “black” de políticos de derechas, izquierdas y centrocuentistas. Las cuentas en Suiza, los eres falsos, el sindicalista asturiano, el tesorero del PP… ¿Y qué me dicen de esos absurdos protocolos para médicos y enfermeros del ébola que les permite irse de vacaciones sin control ninguno? ¿No hay motivos para quejarse de España? ¿O de los políticos españoles?
Y sin embargo tenemos motivos sobrados para estar orgullosos de España… ¡Cómo resistimos la crisis, cómo la pagamos parados, funcionarios y pensionistas! Somos el primer país en generosidad como hemos demostrado con los trasplantes de órganos, trayendo a casa a nuestros misioneros enfermos de ébola o a montañeros y espeleólogos perdidos por el mundo.
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