
Unamuno no es, en efecto, se nos dice, un filósofo en sentido estricto porque no ofrece un sistema de pensamiento, y podríamos añadir por nuestra cuenta que, además, representa precisamente la antítesis misma del espíritu de sistema; y no siendo un filósofo, mal puede ser un filósofo existencialista, aunque sí evidentemente es difícil negar que sea un pensador de la existencia o de lo existencia¡; y ni que decir tiene que tampoco es alguien que trate de dar un carácter dialéctico e igualmente sistemático, a su discurso sobre lo religioso como para ser aceptado como teólogo, y desde luego no es un escritor en el sentido alejandrino o, si se quiere, barroco que esta palabra tiene entre nosotros...
José Jiménez Lozano
Visto en "El País"
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