La mayoría de las mujeres, con la lana de sus ovejas, el huso y la rueca, hacían hilo para después tejer las prendas de vestir.
Las costumbres del Guardo en el siglo XVII fueron prácticamente las mismas que las del siglo precedente y se repetirían en el siguiente, porque las tradiciones perduraban a través de los siglos de padres a hijos sin apenas variaciones.
Por la tarde, se reunían las mujeres, los niños y algún que otro hombre en una cocina con buena lumbre y allí se cantaba, se rezaba el rosario y se contaban historias y chismes. Era la única diversión que existía en nuestros pueblos. También iban los jóvenes y de allí salieron muchos noviazgos.
¿Por qué se llamaban hilanderos?
La mayor parte de los hombres estaban en las cuadras, en los graneros, o en su casa realizando distintas faenas o preparando sus útiles de laboreo para la primavera. Cuando llegaba el buen tiempo los hiladeros se suspendían, pues todos tenían que dedicarse al ganado o al campo, incluyendo mujeres y niños.
Los hiladeros han sido retratados por muchos escritores costumbristas. Uno de ellos fue el presbítero natural de Velilla del Río Carrión, Demetrio Ramos Díez, en su libro "Brisas de mis montañas leonesas". En él detallaba cómo se hilaba con la rueca y el huso, se rezaba el rosario, se leían vidas de santos y, principalmente, se chismorreaba y salían a relucir todos los trapos sucios del pueblo. También se cantaban a coro romances, historias de sucesos, leyendas...
Uno de los romances que más se cantaban era "El milagro de San Antonio", santo de Padua, nacido en Lisboa y patrono de Guardo. Durante varios siglos se ha cantado y leído; los ciegos lo cantaban de feria en feria. Aquí las mozas lo cantaban a coro y la mayoría de los guardenses se lo sabían de memoria.
En los hiladeros se contaban historias y leyendas, como las de las brujas del Herro, las que moraron en la "Casa de la Bruja" en San Pedro de Cansoles o las misteriosas "Doncellas del Hoyal de la Peña". En días especiales, estos hilanderos se prolongaban hasta altas horas de la noche, sobre todo cuando no había prisa para madrugar, porque había una gran nevada o era festivo.
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Otras referencias:
¬ Martínez Mancebo, J.Carlos: "Usos y Costumbres en Fuentes Carrionas, en PITTM, tomo 45, Diputación provincial de Palencia, 1981, pg.199.
¬ Romance del milagro de san Antonio, copla del Ciego, Zamora, Imprenta Bazar.
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