Entiendo que es difícil tomar decisiones, sobre todo en el caso de aquellos enclaves que durante siglos han estado preguntándose a qué lugar pertenecían, ahora que las autonomías se atrincheran como naciones. Nadie se ha molestado en dejarles que medren, que utilicen los servicios de otra comunidad, incluso, que pasen a pertenecer a ella si les viene mejor para vivir. Cuando la situación es de aparente calma, cuando ya parecen resignados, porque los habitantes de estos lugares se van apañando con lo que encuentran, vienen de nuevo los políticos y vuelven a prometer un cambio en cuanto ellos lleguen al poder. Y de este modo, con algunos altibajos, la rueda gira y gira bajo la misma incertidumbre siempre.
Luego está lo que la inmensa mayoría no entiende que, en caso de necesidad, uno pueda ser atendido donde se encuentre, por el hospital más cercano, pertenezca a la comunidad que pertenezca.
Ambos consistorios asumen que el decreto de prórroga del estado de alarma establece que todos los enclaves de España recibirían el mismo tratamiento de la provincia que les circunda, en este caso, el de la Comunidad Autónoma Vasca, pero ha sido en este caso la Junta de Castilla y León la que dirige una carta a los alcaldes de Treviño aplicando otras restricciones y exigiendo su estricto cumplimiento. Un juego de sometimiento y olvido que no termina nunca.
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