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que en la ciudad de Palencia
tocara la lotería
y no acabara en la Audiencia.
Este popular ripio se atribuye al montañés que traigo hoy a colación. Lo compuso porque vivió de cerca el caso de un cliente, agraciado con un importante premio de lotería, al que los tribunales sentenciaron a entregar la mitad del premio a un compañero con el que jugaba. Tres años después, en diciembre de 1995 conocí en Barcenilla a Casimiro, maestro de escuela, hijo y nieto de maestros, nacido en el pueblo de Alba.
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| Casimiro Redondo | Maestro | Barcenilla de Pisuerga Norte de Castilla, domingo, 3 de septiembre de 1995 |
Lo tenía en la lista de los protagonistas porque me había hablado bien de él Santiago, secretario de mi pueblo años atrás, natural también de aquella comarca. No iba buscando la luna, como sugiere una canción popular, iba buscando al montañés que escribe de la montaña que lleva en su mochila, la montaña que inculca a sus alumnos, ese lugar en el que piensa en todo momento, enamorado como vive de ella. “Mi abuelo fue maestro en Ligüérzana. Cantaba muy bien y venían a buscarle los días que se comían fideos para echar la epístola.” A medida que avanza la conversación, te sientes atrapado por ese halo de historia, la que sugieren tantos pequeños pueblos. Son tantas las notas que guarda este maestro, que es bueno y necesario que las cuente. Un educador que mira con buenos ojos hacia otros lugares de nuestro país, cuando, en bromas, alude a su pueblo como la capilla Sixtina de la montaña. «Yo he visto que los de Cardaño de mi época estaban muy unidos. Iban a Vidrieros a San Roque y venían por Alba. Conservaban los bailes. Yo tenía una tía muy bailadora. Me enseñaba a bailar con la sombra que proyectaba el candil en la pared.» Bailaban muy bien la jota. Para mi, los que mejor bailaban eran los de Cardaño de Arriba. Por la parte tuya, los que mejor bailaban era los de Areños, con perdón de los de Arbejal. En Areños debía notarse la mano de Luis Guzmán Rubio, que dirigió una Agrupación de Bailes en aquel pueblo de la montaña palentina hacia 1950.
Le llueven las preguntas: el guiso del Pastor que sigue siendo una llamada para el reconocimiento de nuestra montaña; la pasión que mostraba por Cardaño, la opinión que le merece el Parque Natural, un recorrido apasionado por la historia y la tradición de cada pueblo.
La entrevista ampliada en nuestro blog de Origenes
LA MADEJA
Cada viernes en la tercera de Diario Palentino
5 comentarios:
En Palencia, capital conocí a Casimiro el maestro, a quien le tocó varias veces la lotería, pero no volvió a jugar a medias, como cuando vivió en la Montaña Palentina. El de Alba de los Cardaños fundó en Palencia el bar La Solera, poco después de la guerra, en la calle Barrio y Mier, junto al bar Alaska, bar Ricardo y el Restaurante Grajal. Ejerció como maestro y resultó ser un hombre sabio y muy popular y con buena memoria.
Cuantos vinos me sirvió el bueno de Casimiro, siempre con su delantal, en aquel estrecho bar con mostrador blanco de mármol, apoyador de madera, mesas también de mármol y sillas de madera.
Al comenzar a leer La Madeja de Diario Palentino pensé en este Casimiro, un hombre muy popular, que murió no hace muchos años, a una edad que rallaba los 100 años, soltero y que dejó en vida el negocio a dos sobrinos. Ha sido ver la fotografía que adjunta Froilán cuando me he dado cuenta que era el mismo Casimiro.
El Bar La Solera cambió de lugar y ahora se encuentra en la calle Mariano Timón, un bar amplio y tradicional que guarda la solera del de la calle Barrio y Mier. La nueva Solera está justo detrás de la biblioteca pública que hace plazoleta y hay una estatua del gran escultor palentino Mariano Timón, que da nombre a esta calle sin salida. En la plazuela hay unas gradas en las que abunda el botellón, un rincón que nadie transita, a no ser que algún lector salga o entre por ahí a la biblioteca, una puerta poco frecuentada porque la puerta principal se encuentra en la calle Eduardo Dato.
Casimiro fue objeto de entrevistas y noticia en Diario Palentino, que también informó de su fallecimiento. Bien se podía escribir una novela de Casimiro, un hombre sabio por el que no parecían pasar los años. El día que vaya por el bar la Solera le preguntaré a su sobrino.
Cierto, una buena persona Casimiro, el maestro. Yo también conocí a Casimiro en el Bar La Solera que dice Alfonso. Con los amigos íbamos allí a jugar la partida de cartas los domingos. Y él estaba siempre del otro lado de la barra sirviendo. Y en especial recuerdo los bocadillos de chorizo que preparaba allí en vivo y en directo, pues eran muchos los que vendían los domingos, y a un buen precio para nosotros los chavales; había cola para adquirir uno. Unos recuerdos entrañables a raíz de tu artículo, Froilán. Saludos.
Casimiro Redondo, el de La Solera, me llevaba cada año una participación de lotería, me arrepiento no haber guardado ninguna pues al reverso la solía escribir una dedicatoria muy particular. El mayor recuerdo que tengo de Casimiro es que repartió unos décimos de lotería en los que hubo un premio especial de 400 millones de pesetas y llevó a juicio a los dos compañeros de Caja Salamanca, Javier Rodríguez y Clemente Velayos, al final la jueza consideró que se debía de repartir el premio, fue muy comentado en la capital de Palencia, era el año 1992.
Hoy con La Madeja, Froilán, nos traes otra entrañable historia de la montaña palentina a través de Casimiro, a quien no llegué a conocer. Casi siempre historias de maestros, de la mitad del siglo XX, tan poco reconocidos por el Estado, pero compensados con el mejor premio, el cariño y agradecimiento de sus alumnos y de quienes les trataron, aunque fuese un poco, directamente.
Un personaje interesante, como todos los que traes a esta sección. Me he tomado la molestia de leer la entrevista que figura en la fotografía de más arriba y anda muy acertado con ciertos temas, como por ejemplo el de la agricultura, opina lo mismo que yo, por aquella época la Comunidad Europea ya andaba estropeando el sector y prefería dar subvenciones a fomentar el sector, de aquellos polvos vienen estos lodos, qué acertado estuvo en su opinión. Hoy día están matando la agricultura adrede, para no producir, quieren sembrar los campos de placas solares y tienen la cara de decirte que por el bien del planeta. ¿Habrá mayor crimen que sembrar el campo de espejos reflectante? Intolerable, pero esto viene de años atrás como bien supo ver el maestro Casimiro. Todo un personaje.
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