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| Julián González Prieto ante el monumento al maestro. ©Curiosón |
Hacemos preguntas a quien puede darnos respuesta adecuada. Otras veces, buscamos en nuestro interior, en silencio y, hábilmente, tiramos del hilo de ese ovillo que ha permanecido allí, desde siempre, esperando esa mano de nieve de la que el poeta Bécquer escribe en su Rima VII para despertar el sonido del arpa. Durante unos cuantos días he leído, hasta finalizarlo, un interesante y ameno libro porque con cada hoja que dejaba atrás se despertaba mi interés por conocer cada detalle del mismo. No voy a contar la historia como un mal apuntador que quite las ganas de leerlo. Con el título basta: El tren burra, de Julián González Prieto. Segunda edición. A veces me pregunto si la necesidad de contar, narrar, oralmente o, por escrito, nace de un íntimo deseo de que algo perdure en el tiempo o, tal vez, se escriba para no olvidar lo que se vivió siendo niño, joven, o mayor. Puede parecer absurdo, pero pienso que, al hacerlo, lo que en realidad se intenta es volver a revivir aquello que hizo placentera nuestra vida. Es probable que recordemos, con mayor fidelidad, los momentos felices. Quizá porque se grabaron en la mente de un modo gozoso y volvemos a ellos siempre que surge ese hecho mediante una palabra, una fecha, una canción, un gesto, una celebración, un encuentro, algo que nos impulse a revivir lo que ya no es, pero fue y será imposible olvidar. El hombre es vida, y esa vida se va poblando de instantes que jamás podrán ser borrados. Es cierto que los momentos de dolor caminan a la par, si los hubo, pero discretamente, como quien no quiere la cosa, los apartamos conscientemente. No solemos contar un fracaso, una frustración, algo que nos hizo daño, salvo que sea a una persona a la que nos unan lazos de afecto o familiares. ¿Y qué me dicen si quien cuenta aquello que vivió siendo niño, lo convierte en magia y consigue que nuestros ojos vean lo que él vio? En este libro se puede bucear en hermosos recuerdos. Y nos sentiremos identificados con el autor porque, todos, en mayor o menor medida, también vivimos un tiempo para el recuerdo, un tiempo de saudade gallega, como Rosalia, que jamás olvidó su Padrón, aunque viviese en Madrid.
Sentir de la palabra
Una idea de Carmen para Curiosón
3 comentarios:
Hoy nos llega en Curiosón este entrañable comentario de Carmen Arroyo, la mejor escritora palentina.
Nos dice que leyó el libro de nuestro amigo común, Julián González Prieto, que titula "El Tren Burra y buen señor"-
Sobre este libro tengo que decir que me trae buenos recuerdos, como a Julián, cuando era niño y recorría los caminos de hierro, desde Villalón a Palencia, o desde Medina de Rioseco a Villalón.
Todos los habitantes de este recorrido, de Palencia a Villalón, y de Villalón a Medina, debían de tener en sus casas y leer este libro, que escribió Julián con el lenguaje terracampino y con palabras de niño, que enganchan al lector.
Termino y pido que figure mi nombre en el pie de la fotografía del Monumento al Maestro, pues creo que fui yo quien se la hizo a Julián casi hace un año.
Gracias Carmen, gracias Julián por hacerme disfrutar de vuestras palabras.
Un abrazón para ambos.
Saber expresar lo que te dicta el alma es un auténtico regalo para los demás...Tomo nota y será mi próxima lectura.
Queridos amigos, Carmen, Froilán, Alfonso y Julius: Gracias primero a los cuatro por vuestro demostrado afecto.
Carmen: Me has vuelto a emocionar por el exquisito trato que das siempre a mis trabajos, demostrado ahora en éste, dedicado a mis padres y al entrañable trenín y sus gentes, y escrito como bien dices "para recordar". Te mereces un 10.
También se lo merece Froilán, por haberlo querido reproducir en Nuestro querido Curiosón, acompañado de la preciosa foto que él mi hiciera -el día de nuestro encuentro- junto al monumento al Maestro.
Gracias también a Alfonso por sus siempre gratos comentarios, que me hablan mucho de su afecto, aunque la foto no la hiciera él, eso sí en su presencia.
Y a Julius Revolution, aparte de mis gracias, le deseo una feliz lectura del libro. Seguro que te gustará.
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