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En cierta ocasión, los principales autores españoles, intimidados por la amenaza de un nuevo recargo en los excesivos impuestos que ya sobre la vida teatral pesaban, hubieron de visitar al Monarca para (como vulgarmente se dice) "pedir árnica".
¡Maravillosa comitiva, ésta de los ingenios hispánicos...! Formaban en ella todos los autores de pro. Jacinto Benavente, menudín y nervioso. Y Arniches, impecable cual un "gentleman" británico. Y los Quintero, con sus sonrisas y sus canas prematuras. Y Muñoz Seca, escondido detrás de sus bigotes mosquiteriles. Todos iban elegantes, correctísimos. Es decir, todos no. También iba con ellos Enrique García Álvarez, que -desdeñoso, sin duda, de la etiqueta palatina- lucía una terrible, una encendida, una sangrienta corbata roja...
En fin, pasaron los autores a la cámara regia, y allí comenzó la conferencia. Don Alfonso no apartaba su vista de la corbata de García Álvarez, pero, discretísimo, no decía una palabra. Hasta que Muñoz Seca sorprendió las insistentes miradas regias, y se atrevió a decir al Monarca con la mejor de sus sonrisas:
-Dispense Su Majestad a mi compañero García Álvarez. Es que, el infeliz, como no conoce el protocolo, se ha "protocolado...".
Diario Palentino, 6 de febrero de 1926
2 comentarios:
He tenido la gran suerte de oír de primera mano anecdotas similares de Muñoz Seca y debió ser todo un personaje !!
Un saludo
@Mariano, me alegro que te haya gustado. Aprovecho para dejarte otra entrada en la que que "Muñoz Seca" es el verdadero protagonista.
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