Monasterio Santa María la Real, Aguilar de Campoo (Palencia)

Hasta el 15 de octubre

Llevo parte de mi vida intentando entender lo que los constructores de templos románicos quisieron contar en las representaciones escultóricas de capiteles y canecillos. Me impresiona el amplio y variado conocimiento de los encargados de redactar los programas teológicos representados en la iconografía de los templos de una época de la Historia injustamente considerada oscura cuando la realidad es que aquellos maestros constructores poseían una sabiduría que abarcaba diversos campos del conocimiento. Desgraciadamente no podemos documentar ni apenas rastrear sus fuentes. Su obra es su legado y, después de once siglos, sigue siendo prácticamente indescifrable. En contra de quienes se empeñan en así creerlo, las piedras no hablan.


¿Serían ustedes capaces de imaginar los muros, la portada, el ábside, los capiteles y canecillos del templo románico de su pueblo iluminados con vivos colores? Olvídense de la piedra desnuda o cubierta de cal. Esos templos sin apenas vanos que dejasen pasar la luz del sol estaban pintados o "escritos" en rojo, azul, verde, amarillo, ocre, negro... Otra luz: la luz del color.


Recrear esas representaciones originales es una tarea ardua, y más si se hace utilizando las mismas técnicas pictóricas y materiales que aquellos Magisters utilizaron para iluminar los templos románicos. ¿Se imaginan el Cristo del Pantocrátor de la portada de Moarves de Ojeda recién pintado? O mejor no se lo imaginen y acérquense a la sala de exposiciones de la iglesia del Monasterio de Santa María la Real de Aguilar de Campoo. En ella Laura Alberich, artista especializada en pintura medieval románica, expone más de una veintena de cuadros pintados a la manera antigua. Su obra reproduce y recrea imágenes de Beatos, pintura mural, capiteles, dovelas y vigas del Románico. Bajo el título de "Románico iluminado" sus pinturas permiten contemplar cómo lucían los templos románicos en su origen. Y así la sirena de una de las dovelas de la portada de Santa María de Un castillo nada en el mar azul, o el capitel del Rapto de Proserpina de la iglesia de Santa María de Covet nos traslada a la primavera y somos testigos de cómo Hades la arrastra del cabello a su morada, o el capitel de la Diosa Cibeles de San Martín de Frómista nos cuenta una historia de amor y venganza o la Natividad de Sigena recupera los bellísimos y delicados rostros de cada uno de sus protagonistas o nos encontramos con el busto del Cristo del Pantocrátor de Moarves con la boca sutilmente entreabierta, quién sabe si bendiciendo con palabras y no solo con la mano derecha. Cada una de las veinticuatro pinturas que expone Laura cuenta una historia y todas ellas dan nombre a esta exposición tan especial y magistral.

La exposición se puede visitar en el horario del monasterio hasta el 15 de Octubre. No dejen pasar la oportunidad de recrearse y admirar la obra de Laura. Es inolvidable. Palabra de una apasionada de este arte sagrado que es el Románico. De nada.

"Hay una época en nuestra vida en la que los hechos son protagonistas y quedan tan grabados en la memoria que aparecen con tanta claridad como si fueran hoy. Esa época es la infancia. Los acontecimientos en ella ocurridos dejan una huella tan profunda que los volvemos a representar inmediatamente aunque sea diferente el momento de vivirlos ".

LOS TATUAJES DEL ALMA  |  MANUEL GILA PUERTAS | Editorial Círculo Rojo

Hay miradas profundas capaces de evocar el pasado emprendiendo un largo viaje a través del tiempo y la memoria. También hay miradas que necesitan palabras silenciosas para describir con nostalgia y agradecimiento a quienes marcaron de una u otra manera nuestros primeros pasos en la Vida con su presencia, su saber hacer y su ejemplo. Son quienes dejaron huellas profundas en nuestro camino, tatuajes indelebles en nuestra alma.

Manuel Gila conserva en su prodigiosa memoria esas experiencias infantiles y adolescentes vitales en Albanchez de Mágina, su pueblo de nacimiento, donde forjó parte importante de su personalidad e inquietudes. Sus relatos son memoria vívida, un fiel retrato de un tiempo ya agotado, un paseo por palabras ya casi olvidadas que él recupera para que parte del patrimonio lingüístico de Sierra Mágina no se desvanezca como el agua entre los dedos, un trabajo silencioso y mimado en el que hace gala de una sensibilidad especial, de un lenguaje a veces sedoso como el tacto del fruto de sus olivos para describir en forma de relatos frescos y ágiles escenarios y personajes de profundo calado.
Una mirada que muchos de sus lectores comparten con la nostalgia de quienes son capaces de mirar hacia dentro y reconocer esos tatuajes sin tinta en los suyos propios.

Última actualización: Mar2025 | 932👀




Mi dios de las pequeñas cosas

Si alguno de ustedes tuvo la idea de volver a visitar el magnífico templo románico de Santa Cecilia, una de las dos sedes de las pasadas Edades del Hombre en Aguilar de Campoo, esta última Semana Santa, se encontraría con la puerta del templo abierta y nadie que lo custodiara ni que recibiera al visitante para darle información.

"Castilla" es una novela escrita por un valiente. ¿Y si el amor lo puede todo y nos salva?¿Y si la Historia la escriben los pueblos y sus gentes y se hacen realidad los sueños de tantos siglos de silencios obligados? Al fin y al cabo, nuestra Castilla, la olvidada, es el origen del mapa político por el que ahora transitamos sin esperanza. Historia de una realidad social que nos acucia, la vejez lejos de la familia, al amparo de cuidados ajenos en hogares compartidos con desconocidos, que viven la soledad de sus últimos años de Vida al cuidado de profesionales desbordados de horas de trabajo mal pagado.

Margarita Marcos  |  Palencia

Una "Castilla" vehicular que pone ante nuestros ojos la visión y experiencias personales del autor, la lucha perdida de antemano con una enfermedad destructiva y el tesón y amor de un esposo que no ceja en su empeño.

Y el terrorismo, esa espada de Damocles siempre pendiente sobre la cabeza de nuestra sociedad, la respuesta fácil de quienes no escuchan más voz que la suya, la sinrazón como respuesta, ecos de un pasado no tan lejano que aún resuenan en nuestras calles y corazones.

"Castilla" es Froilán de Lózar: inquietud, pasión por todo lo que le rodea, nuestra gente, el amor, la enfermedad; la violencia con siglas y la silenciosa - esa que desgrana nombres anónimos de mujeres en la prensa de sucesos, una lista que crece sin parar -, la traición, independencia y dependencia, pero sobre todo esperanza en esta humanidad nuestra que parece caminar en círculos y no aprende de los errores del pasado... ¿o sí?. Tal vez el amor nos salve.

Mi dios de las pequeñas cosas

¿Recuerdan cuando llegaba el domingo o las fiestas del pueblo y nuestras madres dejaban sobre la cama la muda limpia y nuestra mejor ropa? Nos lavábamos a conciencia detrás de las orejas y el cuello y hasta nos cepillábamos las uñas para estar presentables. Hay acontecimientos y ocasiones que requieren un lavado de cara aunque sólo sea por vanidad o por el qué dirán los que vienen de fuera, los forasteros que hacen acto de presencia para la fiesta. Algo parecido me parece que está sucediendo con una parte de nuestro patrimonio románico. Las Edades del Hombre que están a punto de comenzar en Aguilar parecen la ocasión idónea para dar a conocer nuestras iglesias y ermitas románicas y que ese conocimiento sea más que una visita de un día o un acontecimiento de unos meses, sino que se prolongue en el tiempo y cree expectativas de futuro en la zona.

Es la crónica triste e inevitable de la agonía lenta y dolorosa de una tierra, la nuestra, que es vasalla y víctima del olvido

Llegará el final de abril o el principio de mayo con los prados cubiertos de esponjoso pasto verde esmeralda y los brotes nuevos en las yemas de los árboles de los bosques de nuestro Norte, ese Norte que se despereza del invierno al son de los regatos que bajan alegres y cantarines con el agua del deshielo de nuestras cumbres, que desafían al cielo y sobrevuelan las chovas.Volverá a asomarse la vida a nuestra tierra, la misma tierra que se desangra por una herida abierta que no deja de perder a sus hijos en un goteo imparable de años, lustros y décadas. Ventidós de nuestros pueblos están a punto de despoblarse y las estadísticas dicen que tres palentinos abandonan la provincia diariamente. Al final todo termina siendo una cuestión de números fría, sin nombres, sin historias personales, eso que llaman la Intrahistoria. Es la crónica triste e inevitable de la agonía lenta y dolorosa de una tierra, la nuestra, que es vasalla y víctima del olvido, pero que también se niega a perder la esperanza, la virtud que dicen del mismo color verde que los prados en primavera.

Imagen: La Lastra, por Estalayo

Última actualización: Feb2025 | 2191👀





Mi dios de las pequeñas cosas

Pequeñas historias de nuestras gentes

Cuenta la lluvia historias que el viento del norte, el Viento Negro de los inviernos blancos de esta tierra nuestra que se desangra gota a gota en una letanía de abandonos y olvidos, susurra al oído de quienes aún esperan un milagro hecho de esperanza. Son historias de la memoria del pasado de gentes esforzadas que desgajaron de la tierra sus entrañas de piedra y mineral, que echaron raíces al abrigo de las montañas en pequeños valles escondidos sin nombre, junto a ríos que se abrieron camino para que la Vida brotara allá donde el mar tenía sus dominios de aguas saladas, mareas espumosas y ecos de caracolas.



Mi dios de las pequeñas cosas

Parecía que aquel sería uno de esos días  en los que la intensidad amenazaba con desbordarla. Desde primera hora de la mañana se había fijado en el color gris panzaburra de las nubes que habían dejado al descubierto las primeras luces del amanecer. Además, había pensado un par de veces en él, en su risa, en la manera en que pronunciaba su nombre, siempre como si utilizase el vocativo  seguido de una coma invisible.  Había días que sentía que el finísimo y largo hilo de cometa que les unía amenazaba con tronzarse o liarse, e intentaba no pensar en ello, porque al fin y al cabo no eran más que corazonadas o sensaciones de esas que alarmaban su piel de repente y le daban qué pensar. ¡Tanta sensibilidad a veces era irritante!. Claro que, bien pensado, si no se siente, ni se pronuncian palabras que brotan de algún lugar ilocalizable señalando con  un dedo, o  si se deja que el tiempo cicatrice los costurones que van apareciendo en nuestro corazón y que conforman nuestra geografía, entonces, ¿de qué nos sirven las palabras?. Tan distintos y tan iguales en las cosas que de verdad mueven el mundo, el de ella al menos.

“Huele a frío de nieve. Tengo que contárselo, decirle que el viento me dejó en la cara un rastro del frío de mi Norte, de mis montañas. Que respiré profundamente para llenar mis pulmones con ese frío que añoro y sentirlo subir y bajar cada vez que respiro. Se que a él también le gustaría abrir la ventana, asomarse a este cielo de nubes grises ligeras que recorren el cielo de este día de diciembre y escuchar a la abubilla cantar con parsimonia su canción de lluvia mientras se escucha de fondo la llamada del campanil del convento “.

Y lo hizo. Su Vida, la de ella, es más Vida cuando comparte esas pequeñas cosas con quien quiere. Si no, ¿ de qué valen las palabras ?.
© Imagen: Pumar59

Última actualización, Feb2025 | +1.861👀




Mi dios de las pequeñas cosas