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InMemoriam
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Más de un millón de muertos
Y lo más lamentable, sanguinario y criminal fue que se siguió matando a tiro de fusil después de acabada la guerra. Era la ordenanza del exterminio.
San Salvador de Cantamuda
Uno recuerda de San Salvador de Cantamuda: un rollo al aire, una iglesia, que durante muchos años no consiguió ver más que por fuera, y un puentecito de belén casero. Y por tenerlos tan lejanos en el tiempo y en la memoria, vuelve al lugar para acercárselos . Demasiado, ¿no? No, señor, que los hay que vuelven por un botón de la camisa al corral en que lo perdieron. También es verdad, oiga. ¿Y lo encontró igual? Me refiero al pueblo, claro. Sí, pero más triste. Todo era y no era. Hasta la carretera parecía más ancha que ya, si te cruzaras con la policía, no tendrías que hacerte a la cuneta, como en aquel cincuenta y tantos en que había gente que se había echado a sus montes y bajaba hasta Perazancas, que ya es bajar, por comida para resistir.
Por Marcelino García Velasco
In Memoriam
No ha desaparecido la Venta Campa, pero es otra o, al menos, preparada para otras gentes. La última vez que entré en ella, parecía una ermita donde alimentar la añoranza de algunos devotos por un ayer de firmesaltos camaradas, felizmente arrumbado, para quienes, como si fueran exvotos en vitrinas y colgados de las paredes se ofrecían llaveros, vinos, licores, usurpando colores nacionales, dijes y falsos relicarios en que guardar recuerdos prestados, o vividos, de un hombre Salvador nacido un primero de octubre de un año triunfal cuando ya contaba con 40 años o así.. Antes en la Venta Campa se reunía con otra cordialidad alrededor del vino, que se sabía de Becerril, por más que lo llamaron manchego o de tierras de Peñafiel o de la copa del genuino orujo de Potes, según horas, mucho antes de que Potes sospechase siquiera que iba a llegar a ser lo que hoy es.
Eran años de compras y venta de alimentos necesarios por aquello del racionamiento y sus secuelas, y que hacían que el dinero corriese y se gastase a ríos, decían, en Cervera y Potes, por más que el manantial tuviera su hueco y turbulencias en San Salvador, más que nada por su estratégica situación en el puerto de Piedrasluengas.
La antesala de San Salvador, apenas se abría en mayo, era, dejado atrás el Vallegón, una sucesión de prados verdes, amarilleando lirones, mientras en las laderas cercanas alguna bocamina señalaba su oscuridad y sus escombros. Estarían llenos de vacas, ¿no? Me refiero a los prados, oiga. Pues mire, no, nunca vi una vaca en ellos, aunque sí que las había, y buenas, por aquellos lugares, sobre todo hechas filetes. Pues ahora se llegan hasta la iglesia y pastan en la pradera sobre la que se alza, y no creo que sea por la devoción del dueño. Qué tiempos ¿verdad? Que ya ni siquiera el ganado guarda compostura ni respeto, ni sabe distinguir un prado de una iglesia. Verde veo, verde como, y si está cercano, mejor que mejor, que hasta los animales se han hecho cómodos. Aunque también tendrán derecho, ¿no cree usted? De todos modos aquí se han perdido muchas cosas, hasta el verdadero nombre, oiga, que por mucho que lo pregone el que usamos hoy, ni canto una muda ni nada de nada, sino que como resultaba muy largo el de San Salvador de Cantamuradales de Pernia, los de dentro y los de afuera le fueron quitando sílabas hasta dejarlo tal y como suena hoy. Qué bonito, oiga, hasta ganaba en sílabas y en música a ese otro de Segovia, tan cantarín: Santa María, la Real de Nieva, o al pomposo de Ávila, mis ojos, Madrigal de las Altas Torres.
Última actualización: Abr2025 |💥1541👀
A la memoria de José Miguel Prieto, “El Capitán”
Muchos momentos de su vida los ha pasado en su segunda
vivienda de San Salvador de Cantamuda.
Una seguidora de Curiosón ha querido dejar unas palabras a la memoria de Miguel Prieto, montañero que perdió la vida el día 31 de octubre de 2024, después de hacer cumbre, al caer por la cara norte del Pico San Carlos en el Macizo de Ándara, en Picos de Europa (Cantabria).
Todo lo que hacías lo hacías con pasión. Amante del monte, de la bici, de la escalada, del mundo… Muchas cumbres a tus espaldas. Esa clase de persona que no pasa por tu vida sin dejar una huella. Era imposible no verse arrastrado por tu luz, tu valentía, tu hospitalidad, tu optimismo. Para ti no existía la palabra derrota, no había resignación ni rendición. Tenías una luz especial. Con las emociones a flor de piel, llorando de tristeza y de alegría. Siempre buenas palabras, buenos pensamientos.
Tus aventuras podrían tener un periódico propio, pero solo tenemos este espacio para recordarte. Siendo así nos vemos en la obligación de compartir con el mundo un pequeño pedazo de ti, ese que has dejado en todos los que te conocimos. Dicen que todos tenemos una fachada, pero tú eras la excepción que rompía la regla.
Un primer contacto bastaba para percibir esa luz que solo transmiten las personas especiales, esas cuya huella es imborrable. Era imposible no verse arrastrado por tu pasión, tu hospitalidad, tu vitalidad y tu optimismo. La vida era para ti un aventura que había que exprimir al máximo. Y vaya si lo hiciste.
Pocos picos habrán quedado sin tus pisadas, pocas paredes sin la marca de tus manos, pocos caminos sin las huellas de tu bici.
Por muy alta que estuviera la cima, por muy difícil que fuera el obstáculo, la rendición no era una posibilidad para ti. No había resignación ni derrota. (La emoción y el riesgo estuvieron siempre por encima del miedo, también en un final digno de la vida que habías decidido vivir).
Eras un amante del mundo y nosotros los afortunados testigos que han asistido a tu paso por él.
Sería un delito guardarte el duelo desde el salón de casa envueltos en lágrimas, tu recuerdo merece ser llevado de nuevo a aquellos rincones que descubriste y a aquellos otros que quedaron a la espera.
Así que, a partir de ahora, y en el mejor de los homenajes, los senderos que recorramos, las cumbres que conquistemos, todas llevarán tú nombre.
Hasta siempre, capitán.
Actualización: Abr2025 | 412👀
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Querencia del silencio
IN MEMORIAM
Marcelino García Velasco
Es que por aquí no hemos sabido conservar lo nuestro tal cual. ¡Como la gente se iba de la tierra, que esa es otra, pues, velay! Los palentinos es que somos muy despeinados, oiga, y poco cariñosos con lo que encontramos de herencia. Y es que no le damos importancia nada hasta que vienen de afuera a valorarlo. Entonces sí, oiga, nos deshacemos en alabanzas y defensa. ¿Se ha fijado en la iglesia de este pueblo?
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Colegiata San Salvador, siglo XII | @Estalayo |
Parece como si la hubieran colocado en un sitio para ver mejor a Dios: abierta a un valle, sosegada por el cantar de un río niño y cerrada por montañas, que verdean los robles a su tiempo. ¿Y se sabe quién la puso en este lugar? Los documentos cuentan de una doña Elvira, mujer del conde Saldaña, Munio Gómez, que fundó una iglesia en este sitio, pero no debía ser la que vemos hoy, pues la tal doña Elvira vivió mucho antes de cuando se data este templo; pero bien pudo ser carne de aprovechamiento, porque la traza recuerda fácilmente a esas que llaman prerrománicas y que tanto abundan en Asturias.
Para mí que hay aquí dos iglesias. Una, la que se alza, tosca, de piedra arenisca y roja, con su perfecta espadaña, calada por cuatro ventanales para campanas, paralelos dos a dos, y un gran arco insinuado en su primera mitad por albergar la puerta, y sobre ella otra ventana que da luz al coro. Y otra iglesia, o lo que queda de ella, que se conserva hoy como mesa de altar sostenida por siete columnas completas, con sus bases, sus fustes y capiteles labrados, todos distintos y perfectos, fruto de un cincel maestro y que nunca tantos, en ningún sitio, sostuvieron la mesa de un altar. Desde luego, que si no son de épocas distintas, si son de artistas diferentes. Y como el paraje en que se alza es casi el vestíbulo para la felicidad, hubo un tiempo en que amaneció Colegiata, con canónigos y todo, y con un abad que el obispo de Palencia, a la vez conde de Pernía, nombraba, según guisa y criterio, y que, a mediados del siglo XVI consiguió jurisdicción civil y Criminal del lugar como lo atestiguo el rollo.
Pero todo esto es ayer. Hoy es solo belleza. Y no sé si este esplendor para la paz y el ojo tendrá mañana, por mucho que los políticos se aseguren que creer y decir esto es derrotismo. ¿Será por derrotismo por lo que estos lugares están cada año más silenciosos, y ya no saben dar de comer ni al cuerpo ni al espíritu de sus gentes, que se van, querido Juan José cuadros, de estas tus solas, desoladas tierras? Y mira que hay verdor para los ojos.
Estas tierra se están acostumbrando a ser gula del ojo, querencia del silencio, algo así como un museo vivo por el que, como museo, pasa la gente y no puede quedarse. Oiga, ¿y esto es bueno?
Pero todo esto es ayer. Hoy es solo belleza. Y no sé si este esplendor para la paz y el ojo tendrá mañana, por mucho que los políticos se aseguren que creer y decir esto es derrotismo. ¿Será por derrotismo por lo que estos lugares están cada año más silenciosos, y ya no saben dar de comer ni al cuerpo ni al espíritu de sus gentes, que se van, querido Juan José cuadros, de estas tus solas, desoladas tierras? Y mira que hay verdor para los ojos.
Estas tierra se están acostumbrando a ser gula del ojo, querencia del silencio, algo así como un museo vivo por el que, como museo, pasa la gente y no puede quedarse. Oiga, ¿y esto es bueno?
Para saber más:
Actualización: Abr2025 | 491👀
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Marcelino era Académico de la Tello Téllez y poeta. En nuestro blog pueden encontrar un homenaje a su quehacer e interesantes textos publicados en nuestra Revista Literaria Pernía.
Recuerdos de Mariano Haro
Mariano Haro, In Memoriam
💨 En estos días que aún se lamenta en Palencia la muerte del mejor deportista palentino y uno de los mejores corredores españoles de todos los tiempos, me vienen a la memoria recuerdos relacionados con este gran atleta.
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Mariano Haro con Fernando Bellver (Cine-Foto Fernando) | Años 70 | Javier Marín |
Recuerdo que en los años 70 ya había oído hablar de las hazañas deportivas del “gran corredor” de Becerril de Campos, pero no olvido que cuando verdaderamente aprecié su mérito deportivo fue el día que fui por primera vez al bar Carlos V, sito en la calle Don Sancho, en los bajos del Casino de Palencia, y allí me encontré con una gran foto de Mariano Haro dedicada al dueño del bar, además de varias chapelas colgadas que lució el atleta en diferentes pódiums del País Vasco, tras su victoria en importantes Cross, como el de Elgoibar, que ganó en cinco ocasiones, el de Amorebieta, Lasarte y algunas poblaciones más, donde el campo a través era uno de los deportes más populares. No me cansaba de mirar esas grandes boinas y los dos pares de zapatillas con sus clavos que mantenían aún el barro y colgaban de las paredes del bar, al tiempo que me imaginaba al atleta corriendo esas duras pruebas por esos circuitos embarrados y aguantando lluvia, frío y chaparrones, con el apoyo y aliento constante de una afición que lo quería tanto. Tras la victoria, lo imaginaba en el pódium y sentía los aplausos de los miles de aficionados para quienes el de Becerril era un ídolo.
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El mítico equipo de Educación y Descanso | Con Santiago de la Parte, Manuel Fernández Bernabé, Mariano Haro y Cándido Alario | Fotografía facilitada por Cándido Alario. |
Recuerdo que los lunes Mariano Haro era noticia en Diario Palentino, en las radios locales y nacionales, en el Telediario, y en los diarios deportivos, por alguna de las hazañas logradas durante el fin de semana en alguna competición, o en los triunfos en el Cross de las Naciones con aquel equipazo palentino con el curioso nombre de Educación y Descanso, junto a su hermano Pepe Haro, Santiago de la Parte, Cándido Alario y Manuel Fernández Bernabé, que entrenaba Gerardo Cisneros.
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Mariano Haro y Javier Álvarez Salgado corriendo en el barrizal de Lasarte | Foto facilitada por José Fernando Gutiérrez Haro. |
Con el tiempo, cumplí mis deseos de ver en acción al gran atleta, fue en Palencia, en el campo de fútbol de la Balastera, un 4 de febrero de 1973, donde se disputaba el conocido “Cross de la Balastera”, en el que se dieron cita miles de palentinos para aplaudir al “León de Becerril”, como homenaje tras su diploma olímpico en Múnich. Una carrera memorable en la que en cada vuelta los aplausos y ánimos al paso de Mariano emocionaban. Esta prueba la ganó el etíope Mirus Yifter, Mariano Haro quedó segundo con la participación de atletas de siete países con un público estimado de unas quince mil personas en las que el atleta palentino Santiago de la Parte quedó quinto, y décimo el gallego Javier Álvarez Salgado. Nunca se vio la Balastera con tanta gente.
Esta prueba se volvió a rememorar el 5 de noviembre de 2017, 44 años después de disputarse en la Balastera, en las magníficas instalaciones del Parque Ribera Sur, organizada por el Ayuntamiento de Palencia con el nombre de Cross Internacional de Palencia, como homenaje a Mariano Haro y a Gerardo Cisneros, una gran prueba donde se pudo ver de comentarista al gran Mariano Haro junto a Gerardo Cisneros, un espectáculo de primera categoría con un recorrido muy bueno para el espectador y valiosos comentarios por parte del exatleta y del que fue su entrenador.
Repaso el sorprendente historial deportivo de Mariano Haro, que llegó a ser cuatro veces subcampeón mundial de Cross y veintisiete veces campeón nacional, 62 veces internacional, participó en tres olimpiadas (México-68; Munich-72 y Montreal-76). Lo que más me admira es que se labró a sí mismo por los caminos y sirgas del Canal de Castilla y en los campos de Becerril, y en sus idas y venidas a trote de Becerril a Palencia y vuelta, machadas de un atleta que solo sacrificaba sus piernas y su ilusión por ser alguien en el atletismo hasta conseguirlo y ser reconocido como uno de los mejores atletas de todos los tiempos.
Mariano se ganaba a la gente porque, a pesar de ser tan grande como deportista, era aún más como ser humano, con un carisma popular que enganchaba al público y le hacía célebre, hasta el punto de que Cola-Cao se fijó en él y lo incluyó en un anuncio en el que aparecían mitos nada menos que de la categoría del ciclista Eddy Merckx, el nadador Mark Spitz, y el campeón de F-1, Emerson Fittipaldi. Sin duda Mariano Haro formó parte durante muchos años del olimpo de los dioses.
El domingo 22 de septiembre se disputarán en Becerril en un circuito por el Canal de Castilla, los 10.000 de Mariano Haro, presentado una semana antes de su muerte, una prueba que ya se ha consolidado y que era un homenaje en vida al atleta, será el primer reconocimiento póstumo, aparte de la concesión por la Diputación de Palencia de la medalla de oro de la provincia, además de los importantes reconocimientos que tuvo a lo largo de su vida. Nunca se olvidarán las gestas de un atleta que se convirtió en leyenda.
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Cross Internacional de San Sebastián |
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Campeonato del Mundo de Cross.- Monza 1974 |
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Mariano Haro, durante una carrera. Caballero |
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Entrenando al príncipe Felipe |
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Mariano Haro |
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Olimpiada Múnich 72. Mariano Haro (169) en tercer lugar en la disputa de los 10.000m., con Viren en cabeza, tercero. |
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Mariano Haro recibiendo un reconocimiento. Fotografía facilitada por José Fernando Gutiérrez Haro. |
Carta a Don Miguel Frechilla
Conocemos a las personas a través de sus actos.
In memoriam

No pude más, recogí los libros y salí llorando de aquel aula. No me avergüenza reconocerlo.
Bajé las escaleras y me senté en el descansillo con la cara entre las manos; trataba en vano de controlarme. No quería bajar a la calle en aquel desconsuelo.
Entonces una mano se apoyó en mi hombro y oí su voz, tranquila y dulce, diciéndome:
-“Cálmese”. Y añadió: ¿Necesita Ud. aprobar por algún motivo de trabajo?...
- No señor, contesté, únicamente estudio porque me gusta...
- Bien, dijo, cuando llegue setiembre llame a este teléfono, unos días antes del examen. Veré cómo lo lleva en mi casa, quizá así se templen sus nervios-.
Lo hice y en la calle Teresa Gil, bajo la mirada de unos ojos negros que pintara Romero de Torres, toqué los estudios y la sonatina que Don Miguel me iba pidiendo. ¿Por qué estaba serena en aquellos momentos? Don Miguel hablaba quedamente con mi marido, a la vez, no perdía detalle y corregía mis errores. Su voz era la de un buen amigo que aconsejaba. Me examiné a los pocos días y aprobé. Sigo de alguna manera con la música, toco, pero no me examino. Mis hijos terminaron estudiando piano, ambos profesores y, a pesar de las dificultades, viven y sienten la Música como una vocación. Creo sinceramente que Don Miguel ya está en el Cielo dando conciertos para ángeles y santos. Hasta el Padre Dios se habrá alegrado de tenerlo tan cerca para deleitarse con su música.
Don Miguel, querido Don Miguel, que la paz llegue a todos los suyos y que su memoria siga acompañando nuestros días. Emocionadamente...
Gonzalo Ortega Aragón y su carta a Ruanda
Fue redactor jefe de Diario Palentino entre 1985 y 2007, año de su jubilación · Mantenía aún sus secciones de 'La Solana' y 'Palencia Insólita'
Gonzalo Ortega Aragón fue uno de los primeros amigos de Marcelino que conocí en la Semana Santa del año 1963. Su mujer Dorita, y yo, empatizamos rápidamente y seguimos siendo buenas amigas aunque no juguemos juntas la partida de cartas, sí coincidimos en otras muchas cosas. Escribí un cuento ficción-realidad que dediqué a una hermana religiosa que ella tiene, María Luisa, y que, ahora, disfruta de un bien ganado descanso en Valladolid, pues ha gastado sus años en el trabajo de sacar adelante en -Ruanda- a cientos de niños que, gracias a ella y a las escasas compañeras que la Orden tiene allí, multiplicaron esfuerzos y quitaron el hambre y salvaron la vida, durante aquel periodo fratricida en Ruanda, cuando se mataban entre sí.
Gonzalo Ortega, en su Solana Palentina, 8 -10- 1994, que titula Carta de Ruanda. Deja su emoción: «escribe la hermana y llora para sus adentros y hace milagros en sus afueras. Donde la hermana se duele de la muerte y riega la vida con su vida…». Y cuenta que mucha gente ha muerto por guerra y por hambre. Que la desnutrición es terrible y «son tantos los que me llegan que no sé dónde meterlos. Vienen desde los campos de refugiados del Zaire en muy malas condiciones y cuando llegan a sus casas se lo han robado todo, no encuentran nada». Y añade desolada que «ya ninguna familia se reagrupa entera, todas han perdido a hijos o padres en las barbaridades de la guerra o en los campos del Zaire».También habla de la solidaridad de muchas Oenegés. Llega comida, ropa, medicamentos y útiles del hogar. Y se emociona María Luisa cuando cuenta que, cada 15 días, se acercan a la casa en la que viven y ellas les dan «cuanto tenemos» y sobre todo cuando ve que en Cruz Roja Internacional aparecen donaciones con el membrete de España y añade «nos hace mucha ilusión porque los españoles sois muy generosos. Os lo recuerdo para que sepáis que sí llegan las cosas que dais».
Esta columna que iba dedicada a un amigo, me acerca un recuerdo que estremece: Un Estado para librarse de los emigrantes quiere enviarlos a Ruanda. Ignoro si Ruanda puede acogerlos y cubrir las necesidades que todo ser humano necesita para afrontar una vida digna. Un emigrante puede aportar algo bueno. Y, aprenderá, si se le brinda la ocasión.
Unas palabras para mi padre
Como aquel del soneto que Violante le demandaba a Lope de Vega, mi madre me anima a que escriba unas líneas a la memoria de mi padre en esta semana que, a modo de homenaje, le dedica el Curiosón. Hace aproximadamente siete meses, un autor muy querido y admirado por mi padre (que tenía muchos), el leonés Tomás Sánchez Santiago, escribía que su muerte era la que más le había impresionado al conocerla (y coincidió con la de Sánchez Dragó) y que aquélla se había producido discretamente, sin hacer ruido. Y aquellas palabras me traen a la memoria una característica suya que sobresalía por encima de las muchas y buenas que en su persona atesoraba: la humildad, me corrijo, la HUMILDAD.
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ALVARO RUBÉN GARCÍA ARROYO
Noviembre de 2023
Pues como él bien sabía, tirando de aquellas palabras de Marco Aurelio, “pronto lo habrás olvidado todo, pronto todos te habrán olvidado”, la poesía, que es una de las artes más excelsas, seguramente una de las que más pueden conmover las pasiones del alma (con tanta inmediatez y fuerza como la música), es también, como aquélla, una de las más minoritarias (me refiero tanto a la buena música como a la buena poesía). Un día le preguntó su peluquero cuál era la utilidad de la poesía, y su respuesta fue clara e inmediata: “pues cuando tienes una depresión es casi lo único que te puede sacar de ella”. Y aquella respuesta pareció convencer al bueno de su peluquero.
Mi padre bien sabía que en este mundo nuestro lo que más abunda es la vanidad, y que cuanto más mediocre es una obra, más alardea el autor de su arte. Recuerdo no hace demasiado tiempo una reunión de “artistas” en una terraza de un bar y cómo alguno que se tenía por tal parecía llevar la voz cantante mientras su grupo de corifeos le escuchaba, asentía y adulaba. Sabía también que, como indicaba Machado, esto que para nosotros es tan necesario y vital como el aire que respiramos, para el común de los mortales no significa nada y así es tenido en poca o ninguna estima. Por eso no es infrecuente que vayas a un acto cultural y observes que los políticos de turno sigan con más atención los mensajes de su móvil e incluso respondan con voz potente a una llamada mientras se interpreta una pieza de un tal Bach, de un Beethoven o de un Chopin, quiero decir, gente totalmente intranscendente y que no aportaron gran cosa a la humanidad, o se pronuncia una conferencia sobre unos tales Blas de Otero y Gabriel Celaya, que vaya usté a saber quiénes fueron y además “total, a mí qué narices me importa”.
Sabía mi padre (o tal vez yo, que fue quien lo encontró y no dijo nada) que un día, en una casa familiar, te puedes encontrar uno de tus libros, publicado por la nada fácil circunstancia de haber obtenido un premio en un concurso de poesía, tirado por el suelo, pisoteado y deslustrado, o bien en otro lugar -donde también me lo encontré yo- uno hecho trizas y convertido en papel de notas sobre el que escribir cualquier necesidad perentoria de la vida -que por supuesto tiene más valor para el destinatario del libro- o, pongo por caso, encontrarte que el libro que en su día dedicaste a un conocidísimo personaje público se lo puede acabar encontrando otra persona -de nuevo fui yo- al adquirirlo por internet. No sabemos si por falta de interés o de espacio en su biblioteca, el caso es que aquel personaje se había deshecho del mismo, es decir, que ni siquiera valoraba el hecho de que otra persona se lo hubiera dedicado, y no por compromiso, precisamente.
Recientemente me decía uno de los mejores alcaldes de nuestra provincia, tras un día en el que se podía sentir merecidamente orgulloso por el logro obtenido para su pueblo, que me agradecía mi felicitación pues, según él, era una persona comprometida con la cultura. A lo que le contesté que lo había tenido fácil con el ejemplo recibido en casa, siendo precisamente palentinismo y compromiso las dos palabras -junto con la que abría estas líneas- que primero me vienen a la cabeza al pensar en mi padre. A veces tengo que escuchar la recriminación de mi querida madre, que me dice que los frutos de mi labor los cosechan otros, que ni siquiera mencionan mi nombre. Y siempre pienso lo mismo, mi padre seguramente lo habría hecho así. La gente sabe de sobra quién es el que hace esto o aquello, o lo de más allá, suelo responder. Como alguno dijo un día, “alguien tiene que hacer las cosas”. Anhelar la palmadita en la espalda, la foto en la rueda de prensa, etc., son vanas flores de un día que uno no busca cuando tiene claro que eso son “vanidad de vanidades y nada más que vanidad”, como diría Kempis. Lo contrario, por desgracia tan habitual en toda época, es alimentar el ego, creerte más importante que los demás, buscar la felicidad donde no se encuentra.
Todas las artes son de un modo u otro efímeras, como lo es la propia existencia humana. Mi padre lo sabía seguramente desde que decidió consagrar su vida a la poesía. Y eligió la opción correcta: la humildad, la cual tuvo por bandera hasta el final. En ella residía su grandeza, porque era auténtica.
El Álbum
Al vuelo de su nombre
Conocí a Marcelino en su casa de Palencia, el 12 de octubre de 2022, el mismo día que, en compañía de Julián, José Antonio y Alfonso, llegamos a Palencia para visitar la Muestra Renacer con la que se celebraba el 700 aniversario de nuestra catedral.
Hoy enebro la aguja del recuerdo, porque encontré al poeta por casualidad, por un poco de suerte, tejiendo todavía versos, conjugando al unísono con Julián, -que se fue de maestro a León-, en su cocina, frente a Carmen Arroyo -que se contagió de su poesía y de su amor-, los recuerdos de aquellos primeros años entrevías.
Me hice mayor un día
en el que todas las palomas,
zureaban tu nombre con el timbre clavel de sus vocales,
y al conjuro del frescor de tomillo de tu lengua
me acercabas al sol.
A nosotros como seguidores y amigos, solo nos queda ahondar en el reproche hacia quienes ocupan puestos de responsabilidad en nuestras instituciones, porque no hay libros de nuestro aclamado poeta en las librerías, que es una forma de dar a conocer su obra, de llevar bien lejos su pintura poética. Carmen que se ha implicado tanto para llevar a buen puerto este homenaje, me recuerda en una grabación las palabras de Marcelino que fueron recogidas en el libro “Una manzana para comérsela a versos”: “Si el árbol pierde sus ramas, ¿Quién lo llamará árbol?; si le arrancan al hombre los brazos del trabajo, ¿Quién lo llamará hombre?; si se van de la tierra las gentes que la cuidaron, ¿Quién la llamará tierra? Y añado y concluyo: si no se expande la poesía de quien amó tanto a esta tierra, ¿Cómo conoceremos en todo su esplendor tierra y poeta?
A nosotros como seguidores y amigos, solo nos queda ahondar en el reproche hacia quienes ocupan puestos de responsabilidad en nuestras instituciones, porque no hay libros de nuestro aclamado poeta en las librerías, que es una forma de dar a conocer su obra, de llevar bien lejos su pintura poética. Carmen que se ha implicado tanto para llevar a buen puerto este homenaje, me recuerda en una grabación las palabras de Marcelino que fueron recogidas en el libro “Una manzana para comérsela a versos”: “Si el árbol pierde sus ramas, ¿Quién lo llamará árbol?; si le arrancan al hombre los brazos del trabajo, ¿Quién lo llamará hombre?; si se van de la tierra las gentes que la cuidaron, ¿Quién la llamará tierra? Y añado y concluyo: si no se expande la poesía de quien amó tanto a esta tierra, ¿Cómo conoceremos en todo su esplendor tierra y poeta?
Ver también en Diario Palentino
In Memoriam
Recordar a los amigos es una obligación y, como palentinos, también lo es nunca olvidar a aquellos ilustres paisanos que engrandecieron nuestra cultura y tradiciones. Por ambas razones, me adhiero gustosa a la iniciativa de Froilán de Lózar de dedicar un número monográfico de su blog a nuestro querido Marcelino García Velasco. Intentaré escribir sobre su obra con la necesaria distancia del crítico literario, pero confieso que me va a resultar muy difícil hacer abstracción del cariño y el respeto que siempre he profesado a Marcelino. Espero la comprensión de los lectores.
CARMEN CASADO LINAREJOS
Su espacio vital se concentró en tres vértices definitorios: La poesía, el magisterio y Carmen. No sé si ese es el orden correcto, ya que es imposible separarlos y tampoco importa. Como maestro ejercerá en varios pueblos de nuestra provincia hasta que en 1964 obtiene plaza en la capital. Para entonces ya se había forjado su vocación poética, pues había publicado su primer libro en 1961, titulado Tristeza, amor acaso... A ese título le seguirán nada menos que otros catorce y cinco más en prosa. Es bien conocida su activa participación en la creación del movimiento Rocamador integrado por jóvenes poetas que iniciaban su andadura en el difícil territorio de la creación lírica en Palencia durante la posguerra. En el estudio que de esta época hace Víctor García de la Concha, los poetas que se dan a conocer en aquellos difíciles años, tenían como referentes a los escritores del 98 en su vertiente regeneracionista y, más tarde, fueron guías en el paso a la poesía social. Por otra parte, tampoco hay ruptura con la generación del 27, a la que consideran modélica en el proceso de rehumanización de la poesía pura de los años veinte.
De 1947 a 1952 los poetas españoles evolucionan hacia un existencialismo social que propone la superación de una problemática histórica, tendencia que culmina hacia 1955 en la llamada poesía social. Estos poetas plantean una visión realista de una sociedad abocada a la destrucción. Esa tendencia social va evolucionando hacia una interiorización subjetiva que los va alejando del prosaísmo de la poesía social y del realismo crítico hacia la que es conocida como “poesía de la experiencia”. Dentro de esta tendencia, Marcelino enlaza con la llamada “poesía ruralista” que cuenta con nombres tan destacados como su admirado Claudio Rodríguez, Eladio Cabañero, Jesús Hilario Tundidor o Juan José Cuadros.
En su primer libro “Tristeza, amor acaso...” ya aparecen los temas que van a predominar en toda su obra posterior: el paisaje castellano al que humaniza y con el que se identifica. El poeta traslada su tristeza al paisaje en una naturaleza áspera y poco amable. Otro de los elementos del libro es el descubrimiento del amor. Eterno tema de la poesía en cuyo tratamiento el poeta se aleja premeditadamente del tono dulzón falsamente romántico en el que no consigue alejar su tristeza. El tono es grave, quizá demasiado grave en un joven que está empezando a descubrir la vida y que asume su tristeza sin resignación ni amargura. A este primer libro le seguirán otros títulos, como “Ebriedad de tristeza”, de 1961, “La jornada”, de 1968, con el que se inicia la abundante lista de premios al recibir el accésit premio Vizcaya del Ateneo de Bilbao. El libro está dedicado “a Carmina, compañera”. Este libro bien planteado, introduce temas como la soledad, la nostalgia o la infancia concebida como el paraíso perdido. El libro se estructura en forma de un viaje vital que le permite presentar una galería de tipos con los que nos cruzamos en la vida que el poeta utiliza para ahondar en temas de corte social como la pobreza y la soledad que evoca el sobrio paisaje castellano.
En 1969 publica “Tiempo atesorado”. La estructura del libro viene marcada por las tres partes en que lo divide coincidentes con tres ejes temáticos: la infancia, la juventud y el paisaje. El libro se convierte en el testimonio de un tiempo vivido en un paisaje muy concreto. Todo lo demás se subordina a esto. Será el libro “Memoria de un tiempo más o menos temporal”, que obtendrá el premio “Bahía”, en Algeciras, en 1975 con el que se inicia un importante giro en el lenguaje poético. Aparece también el tema de la muerte asociado a la infancia junto con los elementos paisajísticos “el río, los árboles, los trigales, el adobe o la piedra” llenos de la tristeza del ambiente en que transcurrió su infancia y que ya no abandonará en el resto de su obra, que tendrá como característica principal el personalísimo tono de tristeza de su poesía.
La colección ROCAMADOR publicará, en 1979, uno de sus libros fundamentales, Alada cuna de la libertad, también dedicado a Carmen. Es un libro en el que paisaje y gentes que lo pueblan están perfectamente hermanados. Pobres gentes humildes del campo de los que se siente parte. El hombre esencial es el auténtico protagonista directo rodeado de una Castilla abierta, pobre, pero rica de pueblo y anhelante de libertad, que ya estaba presente en sus anteriores libros, aunque en ellos el sentimiento de dolor y tristeza impregnaba su visión castellana. El título lo dice todo. Uno de los rasgos característicos de la poesía de Marcelino es su riqueza y originalidad léxica tan exacta para expresar el mundo poético, personalísimo de su autor.
Las dos últimas décadas del siglo XX verán la plenitud poética de nuestro poeta. Superados el compromiso y la preocupación social tan en boga en las décadas anteriores, su poesía adquiere un tono de intimismo y una mayor densidad intelectual. También su técnica ha alcanzado una mayor calidad expresiva y mayor depuración estilística. Sus versos adquieren una calidad musical más expresiva. El poeta logra una unión consustancial entre contenido y ritmo poético que manifiesta la plenitud alcanzada por un poeta importante. En esta etapa de su poesía se observa ya una tendencia clara hacia la abstracción. Ya no son tan frecuentes las alusiones al paisaje castellano, son raras las descripciones paisajísticas así como las alusiones a la naturaleza. Aquí el mensaje participa más de preocupaciones existenciales. Toda su obra poética representa las tendencias de la poesía española de su tiempo, es decir, la segunda mitad del siglo XX. Como poeta llegó a publicar quince títulos. Menos conocida es su obra en prosa, a pesar de su importancia, especialmente para los palentinos, ya que es Palencia el centro de la misma. Su libro Palencia, ayer obtuvo el premio Miguel Delibes. Es una obra amplia que recoge la historia y tradiciones palentinas. La culminación de estos estudios se condensa en Calle Mayor, su último libro. Su lectura nos invita a recorrer nuestra calle principal a través de los recuerdos del poeta. Paseamos bajo los soportales recordando lo que famosos escritores dejaron dicho de ella en sus obras en la segunda mitad del siglo XX, el tiempo vital de Marcelino, que es quien nos conduce, con sus amigos siempre presentes, a través de su juventud y madurez. En los XIX capítulos en que se estructura el libro de amable lectura, que recoge recuerdos vitales, literarios y sentimentales acumulados en la Calle Mayor y vividos por tantos personajes que se pasean por las páginas del libro con la calle como eje narrativo en torno al que gira la biografía sentimental del poeta como una especie de memorialismo. La elección de un espacio público como escenario de su recorrido vital y sentimental tiene como resultado la fusión de la calle Mayor con sus ciudadanos que la transitan. De ese modo, Marcelino se presenta como el testigo y el cronista de ambos. Deambulan poetas, pintores, profesores, periodistas y, sobre todo, amigos. El libro se inicia con la peña Nubis en el desaparecido bar La Reja, que fue su sede. Continua con Rocamador, en la rebotica de Fernández Nieto y concluye con las jornadas poéticas de la Fundación Díaz Caneja que Marcelino dirigió con tanto éxito y entusiasmo durante tantos años. En el libro asistimos con Marcelino a los desfiles procesionales, a funerales multitudinarios, como el de Victorio Macho, descritos con la vigorosa mirada del poeta. Nos divertimos con las jugosas anécdotas que recrea, como la del frustrado encuentro entre Picasso y Marcos de Celis, o las del pintor Cesteros y su afición al Clarete de Cigales. La de Bardem y la película que nunca se rodó en nuestra Calle Mayor y otras tantas que nos hacen presente el pasado, no tan lejano, de nuestra querida ciudad. El libro está escrito en un estilo directo, muy vivo, tanto que es como charlar con Marcelino. Recoge nuestra habla palentina que hace que nos reconozcamos en giros y términos que nos son propios, lo que hace muy agradable su lectura.
Marcelino García Velasco, maestro, escritor y promotor cultural de Palencia. Amigo inolvidable a quien los palentinos no debemos olvidar. El mejor modo de recordarlo siempre será leer sus libros que nos lo hacen siempre presente.
De 1947 a 1952 los poetas españoles evolucionan hacia un existencialismo social que propone la superación de una problemática histórica, tendencia que culmina hacia 1955 en la llamada poesía social. Estos poetas plantean una visión realista de una sociedad abocada a la destrucción. Esa tendencia social va evolucionando hacia una interiorización subjetiva que los va alejando del prosaísmo de la poesía social y del realismo crítico hacia la que es conocida como “poesía de la experiencia”. Dentro de esta tendencia, Marcelino enlaza con la llamada “poesía ruralista” que cuenta con nombres tan destacados como su admirado Claudio Rodríguez, Eladio Cabañero, Jesús Hilario Tundidor o Juan José Cuadros.
En su primer libro “Tristeza, amor acaso...” ya aparecen los temas que van a predominar en toda su obra posterior: el paisaje castellano al que humaniza y con el que se identifica. El poeta traslada su tristeza al paisaje en una naturaleza áspera y poco amable. Otro de los elementos del libro es el descubrimiento del amor. Eterno tema de la poesía en cuyo tratamiento el poeta se aleja premeditadamente del tono dulzón falsamente romántico en el que no consigue alejar su tristeza. El tono es grave, quizá demasiado grave en un joven que está empezando a descubrir la vida y que asume su tristeza sin resignación ni amargura. A este primer libro le seguirán otros títulos, como “Ebriedad de tristeza”, de 1961, “La jornada”, de 1968, con el que se inicia la abundante lista de premios al recibir el accésit premio Vizcaya del Ateneo de Bilbao. El libro está dedicado “a Carmina, compañera”. Este libro bien planteado, introduce temas como la soledad, la nostalgia o la infancia concebida como el paraíso perdido. El libro se estructura en forma de un viaje vital que le permite presentar una galería de tipos con los que nos cruzamos en la vida que el poeta utiliza para ahondar en temas de corte social como la pobreza y la soledad que evoca el sobrio paisaje castellano.
En 1969 publica “Tiempo atesorado”. La estructura del libro viene marcada por las tres partes en que lo divide coincidentes con tres ejes temáticos: la infancia, la juventud y el paisaje. El libro se convierte en el testimonio de un tiempo vivido en un paisaje muy concreto. Todo lo demás se subordina a esto. Será el libro “Memoria de un tiempo más o menos temporal”, que obtendrá el premio “Bahía”, en Algeciras, en 1975 con el que se inicia un importante giro en el lenguaje poético. Aparece también el tema de la muerte asociado a la infancia junto con los elementos paisajísticos “el río, los árboles, los trigales, el adobe o la piedra” llenos de la tristeza del ambiente en que transcurrió su infancia y que ya no abandonará en el resto de su obra, que tendrá como característica principal el personalísimo tono de tristeza de su poesía.
La colección ROCAMADOR publicará, en 1979, uno de sus libros fundamentales, Alada cuna de la libertad, también dedicado a Carmen. Es un libro en el que paisaje y gentes que lo pueblan están perfectamente hermanados. Pobres gentes humildes del campo de los que se siente parte. El hombre esencial es el auténtico protagonista directo rodeado de una Castilla abierta, pobre, pero rica de pueblo y anhelante de libertad, que ya estaba presente en sus anteriores libros, aunque en ellos el sentimiento de dolor y tristeza impregnaba su visión castellana. El título lo dice todo. Uno de los rasgos característicos de la poesía de Marcelino es su riqueza y originalidad léxica tan exacta para expresar el mundo poético, personalísimo de su autor.
Las dos últimas décadas del siglo XX verán la plenitud poética de nuestro poeta. Superados el compromiso y la preocupación social tan en boga en las décadas anteriores, su poesía adquiere un tono de intimismo y una mayor densidad intelectual. También su técnica ha alcanzado una mayor calidad expresiva y mayor depuración estilística. Sus versos adquieren una calidad musical más expresiva. El poeta logra una unión consustancial entre contenido y ritmo poético que manifiesta la plenitud alcanzada por un poeta importante. En esta etapa de su poesía se observa ya una tendencia clara hacia la abstracción. Ya no son tan frecuentes las alusiones al paisaje castellano, son raras las descripciones paisajísticas así como las alusiones a la naturaleza. Aquí el mensaje participa más de preocupaciones existenciales. Toda su obra poética representa las tendencias de la poesía española de su tiempo, es decir, la segunda mitad del siglo XX. Como poeta llegó a publicar quince títulos. Menos conocida es su obra en prosa, a pesar de su importancia, especialmente para los palentinos, ya que es Palencia el centro de la misma. Su libro Palencia, ayer obtuvo el premio Miguel Delibes. Es una obra amplia que recoge la historia y tradiciones palentinas. La culminación de estos estudios se condensa en Calle Mayor, su último libro. Su lectura nos invita a recorrer nuestra calle principal a través de los recuerdos del poeta. Paseamos bajo los soportales recordando lo que famosos escritores dejaron dicho de ella en sus obras en la segunda mitad del siglo XX, el tiempo vital de Marcelino, que es quien nos conduce, con sus amigos siempre presentes, a través de su juventud y madurez. En los XIX capítulos en que se estructura el libro de amable lectura, que recoge recuerdos vitales, literarios y sentimentales acumulados en la Calle Mayor y vividos por tantos personajes que se pasean por las páginas del libro con la calle como eje narrativo en torno al que gira la biografía sentimental del poeta como una especie de memorialismo. La elección de un espacio público como escenario de su recorrido vital y sentimental tiene como resultado la fusión de la calle Mayor con sus ciudadanos que la transitan. De ese modo, Marcelino se presenta como el testigo y el cronista de ambos. Deambulan poetas, pintores, profesores, periodistas y, sobre todo, amigos. El libro se inicia con la peña Nubis en el desaparecido bar La Reja, que fue su sede. Continua con Rocamador, en la rebotica de Fernández Nieto y concluye con las jornadas poéticas de la Fundación Díaz Caneja que Marcelino dirigió con tanto éxito y entusiasmo durante tantos años. En el libro asistimos con Marcelino a los desfiles procesionales, a funerales multitudinarios, como el de Victorio Macho, descritos con la vigorosa mirada del poeta. Nos divertimos con las jugosas anécdotas que recrea, como la del frustrado encuentro entre Picasso y Marcos de Celis, o las del pintor Cesteros y su afición al Clarete de Cigales. La de Bardem y la película que nunca se rodó en nuestra Calle Mayor y otras tantas que nos hacen presente el pasado, no tan lejano, de nuestra querida ciudad. El libro está escrito en un estilo directo, muy vivo, tanto que es como charlar con Marcelino. Recoge nuestra habla palentina que hace que nos reconozcamos en giros y términos que nos son propios, lo que hace muy agradable su lectura.
Marcelino García Velasco, maestro, escritor y promotor cultural de Palencia. Amigo inolvidable a quien los palentinos no debemos olvidar. El mejor modo de recordarlo siempre será leer sus libros que nos lo hacen siempre presente.
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Regresó a Palencia para desempeñar la Cátedra de Lengua y Literatura Españolas en el Instituto “Jorge Manrique”, hasta la jubilación. Entre sus publicaciones: La sociedad peruana en las novelas de Ciro Alegría. Tesis doctoral publicada por el servicio de publicaciones de la Universidad Complutense de Madrid; Antología comentada del relato hispanoamericano, publicado por Ámbito en Valladolid; La poesía de Marcelino García Velasco, Diputación de Palencia; La poesía de José María Fernández Nieto, Diputación de Palencia; La poesía de Miguel de Santiago Rodríguez, Diputación de Palencia.
Carmen es autora de prólogos a poemarios de distintos autores y es colaboradora de "El Norte de Castilla" y "Diario Palentino".
Actualización: Abr2025 | 535👀
Jesús Meneses, acuarelista, in memoriam
El mejor acuarelista español de la segunda mitad del siglo XX
Jesús Meneses Del Barco, considerado como uno de los grandes pintores del siglo XX, nació en Villamuriel de Cerrato, y siempre llevó a gala ser de esta localidad palentina, a pesar de que su carrera se desarrolló principalmente en Madrid.
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Autorretrato de Jesús Meneses y su caballete. Exposición antológica. Foto A. Santamaría |
MI DESCUBRIMIENTO DE MENESES. -
El pintor de Villamuriel llamó mi atención desde hace muchos años cuando vi por primera vez un cuadro suyo en uno de los despachos de la Diputación de Palencia. Me impresionó ese lienzo en la que un pastor transitaba junto a su rebaño de ovejas por un polvoriento camino entre tapiales y pedregales, espigas y secarrales. Qué bien pinta Meneses a ese pastor castellano con su boina y chaqueta colgada del hombro, que porta zurrón y cachaba, mientras su perro y su asno encabezan la marcha, difuminada por una polvareda casi real, con los cerros cubiertos por algodonosas nubes veraniegas. El pastor y su rebaño me trajeron recuerdos de esa imagen que tantas veces vi en algunos pueblos. Desde entonces identifiqué sin dificultad cualquier cuadro de Jesús Meneses.
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El pastor con su rebaño. Exposición antológica. Foto A. Santamaría. |
PINTOR DE REBAÑOS DE OVEJAS. -
En el tránsito de los rebaños de ovejas por caminos y veredas me impresiona el polvo que desprenden. Me comenta Eugenio Medina, experto en Meneses, que en el cuadro de “Pastor con su rebaño”, “el polvo lo pinta Meneses con una esponja, crea belleza al pintar el polvo de los rebaños de las ovejas, muy difícil de pintar sin pintura, en el que contrastan los cielos castellanos con la polvareda”. Meneses es un experto en pintar rebaños, causa admiración cuando pinta al pastor y las ovejas en la lluvia, cómo se desplazan las nubes y se nota que escampa, se palma que las ovejas van cansadas.
A la mayoría de sus exposiciones llevaba Meneses sobre todo acuarelas de rebaños de ovejas con el clásico pastor y su perro, “con cerros testigos al fondo y cielos amenazadores de tormenta, y otras surgiendo del polvo que ellas mismas levantaban, polvo que el maestro reflejaba con una maestría inigualable y que le hizo famoso. En aquellos años estas acuarelas alcanzaban un alto precio, por encima del millón de pesetas” (José María Arévalo. Blog periodista digital).
A la mayoría de sus exposiciones llevaba Meneses sobre todo acuarelas de rebaños de ovejas con el clásico pastor y su perro, “con cerros testigos al fondo y cielos amenazadores de tormenta, y otras surgiendo del polvo que ellas mismas levantaban, polvo que el maestro reflejaba con una maestría inigualable y que le hizo famoso. En aquellos años estas acuarelas alcanzaban un alto precio, por encima del millón de pesetas” (José María Arévalo. Blog periodista digital).
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Acuarela de Jesús Meneses en el centro de convivencias El Rincón, de Tordesillas, Foto josemariarevalo |
LA PINTURA DE MENESES. –
Meneses no es solo el pintor de rebaños de ovejas, es un creador inconfundible de paisajes, bodegones, cuadros costumbristas y retratos. Realizó la mayor parte de su obra en acuarela, lo que le llevó a estar considerado como el mejor acuarelista de Castilla y León, y más tarde de España, al conseguir el Primer Premio Nacional de Acuarela, y convertirse en uno de los pintores más reconocidos del panorama pictórico español de la segunda mitad del siglo XX. Meneses refleja en sus obras entrañables recuerdos, oficios y costumbres de su época, labores en las eras de Villamuriel de Cerrato, trillas y carros con las mieses, con la incomparable torre de la iglesia de Santa María La Mayor como testigo; pinta campos solitarios en los que ahora ya no se ven pastores, aquellos que pintó en sus acuarelas tantas veces.
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Trillando en las eras de Villamuriel. Acuarela. Exposición antológica. Foto A. Santamaría |
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En la era. Exposición antológica. Foto A. Santamaría |
BIOGRAFÍA DE JESÚS MENESES. –
Jesús Meneses del Barco nació en Villamuriel de Cerrato, el 16 de octubre de 1922, y murió en Madrid un 27 de mayo de 2004. Sus raíces se encuentran en su pueblo cerrateño, entonces pequeña localidad cerealista y vitivinícola, convertida hoy en la segunda localidad más poblada de la provincia, gracias al asentamiento de la factoría de automóviles y a su proximidad a la capital. Meneses pertenecía a una familia numerosa de siete hermanos. Su padre, conocido en Villamuriel como el “Sr. Germán”, estimuló en la pintura a los tres hijos que notó que tenían cualidades. En Villamuriel de Cerrato pasó Meneses su infancia entre las labores agrícolas y sus inquietudes pictóricas. Comenzó a dibujar a temprana edad, al principio su padre le rompía todos los dibujos y le decía “que tenía que trabajar y se dejase de tonterías”. Entre los 12 y 13 años pintó su primer cuadro, entonces su padre cambió de actitud y matriculó a su hijo en la Escuela de Artes y Oficios de Palencia, a la que acudía en bicicleta desde Villamuriel.
En la Escuela de Artes y Oficios tuvo Meneses profesores de la talla del gran pintor palentino Germán Calvo, y, tras terminar los cursos en la Escuela de Artes y Oficios, estudió Bellas Artes en Valladolid, donde verdaderamente comenzó a desarrollar su aprendizaje. A los 25 años, y dado su talento artístico, consiguió una beca de la Diputación de Palencia para ir a Madrid e ingresar en la prestigiosa Escuela de Bellas Artes. En Madrid, el pintor de Villamuriel dio el gran paso en su evolución artística con dedicación plena a la pintura, que le permitiría realizar su primera exposición en el año 1954.
MATRIMONIO. –
En la ciudad de Dueñas, Meneses conoció a Blanca Alonso, natural de esta localidad, se casaron en Villamuriel de Cerrato, y tuvieron cinco hijos. La esposa de Jesús Meneses fue su auténtica mecenas, muy pronto vio sus geniales cualidades y dispuso todo lo necesario para que su esposo triunfara algún día. Doña Blanca, como se la conocía en Villamuriel, influyó para que su marido montase su estudio y taller en Dueñas, y otro en Madrid.
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Retrato de Doña Blanca, esposa de Meneses. Exposición antológica. Foto A. Santamaría |
UN PINTOR MUY RELIGIOSO. –
Jesús Meneses lo primero que hacía cada día al levantarse era rezar, después de desayunar comenzaba a pintar, pero en su fe y práctica cristiana no concebía pintar temas religiosos, hasta que estuvo en el Monasterio Cisterciense de San Isidro de Dueñas, y aprovechó para tomar bocetos de los monjes trapenses, y pintar después un fabuloso óleo, “en el que pintó a los monjes con caras frías, excepto la de su compañero de celda”, según comenta Eugenio Medina, el Comisario de la Exposición antológica.
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Monjes trapenses en la biblioteca. Cuadro propiedad de la Diputación de Palencia. Exposición antológica. Foto A. Santamaría |
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Boceto del cuadro de los monjes trapenses en la biblioteca. Documentos exposición antológica. Foto A. Santamaría |
Meneses era devoto de la Virgen de Nuestra Señora del Milagro, patrona de Villamuriel, y perteneció a su cofradía, probablemente pintó su cara en el estandarte, que no está firmado por diversas divergencias entre la cofradía y el pintor y su hermana. También asistía a las procesiones y gustaba de retratar en sus óleos a gente de su pueblo, ya de niño pintaba todo lo que veía, como la torre de la iglesia, inclinada por el terremoto de Lisboa.
CUADERNOS DE CAMPO. -
A Jesús Meneses le gustaba pasear por el campo y hacer bocetos y dibujos que reflejaba en sus Cuadernos de Campo, que firma con su rúbrica gótica, entre ellos animales como el jabalí, que después reproducía en sus aguadas y acuarelas cuando iniciaba su aprendizaje. Con el tiempo, el dominio de la acuarela le permitió pintar detalles imposibles de percibir si no es a través de una lupa. Aprende a dibujar, domina el dibujo y es capaz de crear figuras con cuatro brochazos, “es la esencia final de un artista que con cuatro manchas saca una escena” (Eugenio Medina). De Dueñas también pintó varias acuarelas, entre las que destaca el “Ojo de la Virgen”, magnífica acuarela. En sus viajes a Valladolid y a Burgos aprovechó para hacer “Cuadernos de Viaje”, en el que trazó bocetos de los monumentos y de las estatuas más representativas de estas ciudades.
PRIMEROS PREMIOS Y RECONOCIMIENTOS. –
En 1972 consiguió el primer Premio Nacional de Acuarela. En 1991 fue nombrado Hijo Predilecto de su pueblo, Villamuriel de Cerrato, que en 1995 inauguró la Casa de Cultura con el nombre de Jesús Meneses. En el mundo artístico Meneses está considerado como uno de los mejores acuarelistas españoles.
HOMENAJE EN DUEÑAS. –
La primera exposición antológica en homenaje al pintor Jesús Meneses tuvo lugar en la localidad de Dueñas en 2010. Esta ciudad estuvo muy vinculada a Jesús Meneses al estar casado con una eldanense, además de pasar aquí sus vacaciones y aprovechar para pintar en su estudio. El ayuntamiento de Dueñas tuvo a bien honrar la memoria de un pintor de los más reconocidos del panorama español de la segunda mitad del siglo XX, que dejó profundas huellas en otros pintores de generaciones posteriores. La exposición estuvo organizada por el Grupo Muriel.
EXPOSICIÓN CON MOTIVO DEL CENTENARIO DEL PINTOR EN LA CASA DE CULTURA “JESÚS MENESES”. -
EXPOSICIÓN CON MOTIVO DEL CENTENARIO DEL PINTOR EN LA CASA DE CULTURA “JESÚS MENESES”. -
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Viuda e hijos de Meneses en la exposición con motivo de su centenario. Foto Manuel Brágimo. |
EUGENIO MEDINA, COMISARIO DE LA EXPOSICIÓN. -
Qué suerte conocer la obra y vida del gran pintor Jesús Meneses de la mano de Eugenio Medina, comisario de la exposición, y un experto de Meneses. Eugenio despertó mi curiosidad, y me proporcionó sin reservas su amplio conocimiento de Meneses, tanto de su obra pictórica como de su vida personal y muchas anécdotas, que provocaron mi interés por conocer en profundidad todo lo relacionado con este genio de la pintura. Eugenio insiste en el valor artístico del pintor de Villamuriel, de quien dice que fue «un artista multifacético que salía al campo y tomaba bocetos rápidos que de inmediato trabajaba con la profundidad de alguien muy creativo».
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Reparando las velas. Foto A. Santamaría |
De la mano de Eugenio Medina conocí con detalle cada cuadro expuesto en la Muestra Antológica, descubrí sus primeros dibujos infantiles, sus bocetos que según Eugenio son muy buenos “tienen la frescura del dibujo”. Así mismo Medina me fue indicando las distintas influencias de Meneses, entre ellas la imitación a Sorolla, un ejemplo claro lo tenemos en el lienzo “Reparando las velas”, en el que consigue un perfecto cielo y mar, y una niebla perdida.
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Puentecillas. Exposición antológica. Foto A. Santamaría |
Para Eugenio Medina el cuadro del “Puente de Puentecillas” no es de los más trabajados, ni es de los mejores, pero es interesante por la temática palentina”. De gran interés son los cuadros con paisajes de Villamuriel, entre los que destaca un óleo que titula “Paisaje con chozo y yeseras”.
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Paisaje con chozo y yeseras. Exposición antológica. Foto A. Santamaría |
Meneses pintó muchos paisajes de Villamuriel, rebaños, su monte, las laderas del Cerrato, los cerros y caminos, con un contraste de luces y sombras muy trabajado. Meneses pintó muy pocos cuadros de temas de montaña, pero hubo en la exposición, uno “muy llamativo por el fondo, no define el primer plano para destacar la montaña” (Eugenio Medina).
TEMAS ATÍPICOS. –
En el repaso que hace Eugenio Medina de la diferente temática que emplea Meneses destacar lo que él llama “temas atípicos”, refiriéndose a los bodegones, como el de la liebre, perdiz, cartuchera y garrafón de cristal, todos ellos pintados por encargo.
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Bodegón de la caza. Exposición antológica. Foto A. Santamaría |
Meneses pintó floreros que realizó por encargo “manchas de brocha gorda, jarrón de cerámica y otro de cristal, el mejor bodegón que tiene”. Se le resistió al principio, pero con el tiempo lo consiguió”.
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Jarrón con flores. Óleo. Exposición antológica. Foto A. Santamaría |
TEMAS INTIMISTAS Y "EFECTO MENINAS".-
Meneses pinta temas intimistas, “a Castilla por dentro, interiores, cocina castellana”, lo que define Eugenio Medina como “efecto Meninas”. “Por una ventana entra la luz e ilumina toda la cocina, cocina bilbaína, caldero de cobre con foco de luz, la luz de la ventana”. El “efecto Meninas” también se aprecia en el cuadro de la habitación, el cesto colgado para protegerlo de niños, animales y hormigas, abrigos monocolores, sillas… “El mismo efecto se aprecia en la cuadra emblemática, o en el desván que pinta en acuarela y rotulador para dar fuerza a la luz y más colorido”. Los rotuladores eran muy utilizados por el maestro de la acuarela.
PINTOR DE ESTABLOS. -
Gusta Meneses de pintar establos, como su “establo con gallinas sin luces”, el “establo con vacas”, donde la ventana ilumina toda la cuadra, de nuevo el “efecto meninas”, pinta las gallinas, el carro y la escalera en colores muy vivos. En otro cuadro “interior con vacas” la luz que entra por la puerta es un fogonazo “efecto meninas” que ilumina las vacas, ubres, terneras…
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El zapatero de Villamuriel. Exposición antológica. Foto A. Santamaría |
El zapatero de Villamuriel y el hombre del bastón. – En el repaso de la obra de Meneses se detiene Eugenio Medina ante el cuadro de “el zapatero de Villamuriel”, y explica que es un boceto sin terminar, solo trabajó la calva del zapatero. El cuadro, propiedad de la familia de Meneses, es magnífico a pesar de estar sin acabar, con el claro “efecto Meninas”, sin rematar. En “El hombre del bastón” Meneses juega con los claroscuros.
“EFECTO ZURBARÁN”. -
Un nuevo efecto me descubre Eugenio en la obra de Jesús Meneses, el “efecto Zurbarán”, que se puede apreciar en el cuadro de “Los monjes del Monasterio de San Isidro de Dueñas en la biblioteca”, que presenta con caras apáticas, a excepción de la de su compañero de celda. Este cuadro fue becado por la Diputación Provincial de Palencia.
CURIOSIDADES. -
Entre las curiosidades de la muestra me cuenta Eugenio que en un mismo cuadro hay uno pintado por Jesús Meneses y otro por su hermana Justa, con la firma de Justa Meneses. En las aguadas Meneses emplea muy poca pintura, es un buen retratista, pinta muy bien los ojos y todo el rostro con una calidad máxima” (Eugenio Medina).
“LA PROCESIÓN”. -
Otro de los cuadros importantes de Meneses es el de “la procesión”, un cuadro inacabado pero magnífico que necesita restauración. En la procesión se identifica a mucha gente de Villamuriel.
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La procesión. Exposición Antológica. Foto A. Santamaría |
“VISTA PARCIAL DE VILLAMURIEL”. –
En el recorrido por la exposición antológica me descubre Eugenio Medina un magnifico paisaje, que el pintor tituló “Vista parcial de Villamuriel”, un lienzo que estaba doblado y nadie lo valoraba. Es un cuadro pintado por un niño que pinta a su pueblo como una fotografía, realista, al igual que las bodegas y palomares. El niño pintó todo lo que veía, la torre de la iglesia inclinada por el terremoto de Lisboa. La vio torcida y la dejó torcida (1936-1939)”. Llaman la atención los aviones con grafito y las reproducciones de todas las casas que veía cuando iba con la bici de Villamuriel a las Escuela de Artes y Oficios de Palencia.
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Vista parcial de Villamuriel. 1936-1939. Óleo. Uno de los primeros cuadros de Meneses. Exposición Antológica. Foto A. Santamaría |
La obra de Jesús Meneses es un continuo mundo de sorpresas, como su complejo autorretrato con grafito, o las acuarelas con detalles para ser vistos con lupa, dibujos en miniatura para aprender a dibujar creando la figura con cuatro brochazos. “Es la esencia final de un artista que con cuatro manchas saca una escena. Estos dibujos se sacaron de armarios que nunca fueron abiertos. Cientos de dibujos: Quijote y Sancho… Hay que aprender a pintar adecuadamente hasta lograr la esencia”.
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Bocetos y dibujos de la exposición en el interior de una vitrina. Foto A. Santamaría |
LOS OTROS MENESES: SU HERMANA JUSTA Y SU HIJO LUIS JAVIER. –
En la exposición se pudieron ver dos cuadros de Justa, la hermana de Jesús Meneses, con dos óleos, uno de un muelle pesquero y el otro de la vendimia. En cuanto a su hijo, Luis Javier Meneses, se presenta con el Grupo Thieldón en el homenaje de los pintores palentinos a su padre.
LA COLABORACIÓN DEL GRUPO THIELDÓN EN EL HOMENAJE A MENESES. –
Gran colaboración y presencia de los pintores del Grupo Thieldón, con 27 obras de Onecha, Reja, Simal, De la Peña, Quirce, Inés Mago, Javier Meneses (hijo de Jesús Menes), Fernando Alberto Palacios, Félix de la Vega, Antonio de la Cuesta, Jesús Román, Alberto Blanco, Elena Miguel Pinacho, José Manuel Lera, Paniagua, Escobar, Chema Manzano, Santiago Lorenzón, Ruesga, María José Amor, Inmaculada Emperador, Pilar Calonge y Carlota Reja.
CATÁLOGO DE LA EXPOSCIÓN. –
Se echó en falta, y mucho, un catálogo con toda la obra de Jesús Meneses, no se entiende cómo se puede celebrar el centenario del pintor con sus magníficas pinturas presentes en la exposición, y no elaborar un buen catálogo como recuerdo de esta gran muestra. Esperemos que en sucesivas exposiciones no ocurra lo mismo.
MENESES, UN PINTOR QUE DEBE SER INMORTAL. –
La obra de Jesús Meneses, de espléndida técnica, refleja aquella Castilla que vivió y que debe ser rememorada porque es fiel espejo de este territorio rico en paisajes singulares, en personas únicas y en tradiciones que aún perduran, a pesar de la lenta agonía de la despoblada región. Meneses tuvo una profunda visión de su Castilla natal, de sus campos y las actividades agrícolas que dejó perpetuadas en sus maravillosas pinturas que causan admiración siempre que ven la luz, como ocurrió en Dueñas y Villamuriel.
Esta labor de permitir descubrir a un genio de la pintura, debe continuar con una nueva exposición antológica de Jesús Meneses para que no caiga en el olvido y se mantenga viva la presencia de su espléndida obra pictórica. Debe ser ahora la Diputación de Palencia quien tome el relevo y exponga la obra de Meneses en la magnífica sala del Centro Cultural Provincial, como un homenaje que debe la provincia a uno de sus mejores hijos, artísticamente hablando, al igual que lo son Casado del Alisal, Asterio Mañanós, Victorio Macho, Juan Manuel Díaz Caneja, Germán Calvo, Ángel Cuesta, o cualquiera de los buenos pintores de la actualidad.
Nota: Mi agradecimiento a Eugenio Medina por su valiosa aportación para la elaboración de este artículo.
Esta labor de permitir descubrir a un genio de la pintura, debe continuar con una nueva exposición antológica de Jesús Meneses para que no caiga en el olvido y se mantenga viva la presencia de su espléndida obra pictórica. Debe ser ahora la Diputación de Palencia quien tome el relevo y exponga la obra de Meneses en la magnífica sala del Centro Cultural Provincial, como un homenaje que debe la provincia a uno de sus mejores hijos, artísticamente hablando, al igual que lo son Casado del Alisal, Asterio Mañanós, Victorio Macho, Juan Manuel Díaz Caneja, Germán Calvo, Ángel Cuesta, o cualquiera de los buenos pintores de la actualidad.
Nota: Mi agradecimiento a Eugenio Medina por su valiosa aportación para la elaboración de este artículo.
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