Home
Historia-De-Guardo
Mostrando entradas con la etiqueta Historia-De-Guardo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Historia-De-Guardo. Mostrar todas las entradas
Las leyendas de Guardo
Guardo conserva alguna de sus leyendas centenarias, cuyos orígenes se pierden en los tiempos.
El himno de Guardo
💬 El 14 de junio de 1947, se celebró en el cine Corcos una velada cultural, como festejo principal de las fiestas patronales de San Antonio. El Orfeón de Guardo ofreció un recital con un éxito sin precedentes. En la segunda parte del concierto de canciones castellano-leonesas, estrenaron el Himno a Guardo, obra de Esteban de Cegoñal, capuchino (música) y de Sebastián María Virgen (letra).
💬 Esta obra musical hablaba del Cristo del Amparo y de la Virgen del Carmen principalmente. Tiene una parte para ser cantada por un coro popular, otra por un coro de niños, otra parte musical para la Banda de Música y finaliza con un estribillo para ser entonado por todo el pueblo. Este himno no tuvo mucha aceptación posterior, porque pronto fue olvidado.
SIGLO XX: GUARDO TRAS LA GUERRA CIVIL
El 12 de julio de 1956, el Ayuntamiento acordó sacar a concurso el Himno a Guardo. Establecieron un premio de 1000 pesetas para aquella composición que resultase galardonada y sería declarada oficial. El himno elegido fue el compuesto, tanto la letra como la música, por el guardense Sindimio Allende. La obra tiene tres estribillos y cuatro estrofas. Tampoco tuvo mucho éxito y aceptación.
En plano auge musical de Guardo, con su Coral Mixta y su Banda Municipal de Música en plena actividad y con un compositor de reconocida fama y prestigio internacional, como Claudio Prieto, el Ayuntamiento se planteó encargarle la creación de un himno. La letra fue obra del guardense Javier Castrillo Salvador. El estreno ha sido uno de los acontecimientos culturales de mayor esplendor vivido en esta villa. Tuvo lugar el 30 de diciembre de 2001 en la iglesia de Santa Bárbara, que se quedó pequeña para tanto público como acudió. Para su interpretación se contrató la mejor orquesta sinfónica posible, como fue la Clásica Estatal de Moscú, dirigida por el prestigioso director español Ramón Torrelledó. Junto a los profesores rusos estuvieron las corales de Guardo y la Vaccea de Palencia. Actuó de solista la soprano Zinaida Karandakova y su recitador fue el propio autor de la letra, Javier Castrillo. Fue el estreno absoluto del himno de Guardo, una gran composición musico vocal. La letra tiene dos partes, una recitada y otra cantada. Dice así:
Guardo, el orgullo vibra en mi garganta
cuando entono este himno en tu memoria.
Es mi alma y no mi boca quien te canta,
Guardo, en tu honor y por tu gloria.
Entrada del puerto, Boca de los arduo...
Al darte nombre hicieron poesía
los romanos. Bucardum, Boardo, Guardo...
tu semblante es un poema todavía.
Guardo, donde se rinde la llanura,
donde Palencia inicia su montura,
donde la vega encuentra la espesura...
Tu paisaje resume toda España.
Asentado en un cruce de caminos
hiciste de mil sangres sangre propia;
de ser paso llegaste a ser destino,
empezando a escribir tu ilustre historia.
Naciste agricultor y ganadero,
creciendo en los oficios artesanos
te convertiste en patria de mineros...
Buenas gentes que viven de sus manos.
La industria en tu solar encontró un hueco,
el progreso hizo acto de presencia;
quien escuchó tu voz retuvo el eco:
noble villa del norte de Palencia.
Un castillo campea el noble escudo
recordando tu raza combativa;
porque con Guarda nadie jamás pudo:
ha sido siempre el dueño de su vida.
¿Cómo no voy a quererte, Guardo mío,
si de tus fuentes bebo cada día,
si me baño en las aguas de tu río,
si eres mi pan, mi casa y mi valía?
Cuando no esté, da igual, porque tú quedas
custodiando el futuro de los hijos,
Guardo, mi paz, mi aroma, mi cobijo...
No sabe cuánto gana quien te hereda.
¡Que siga el roble encima de tus montes
y el Carrión verdeciendo tu ribera;
el sol enrojeciendo su horizonte
y tu estampa saltando las fronteras!
Sobrado de abolengo y señorío,
al amparo de la naturaleza,
vive Guardo su propio desafío
mientras labora, crece, canta y reza.
Actualización Agosto2025 | 773👀
Los niños de la Revolución
Como he apuntado antes, la situación de los hijos de los mineros revolucionarios de Guardo, Velilla, Santibáñez y Barruelo fue angustiosa. Muchas madres carecían de dinero para alimentar a una prole abundante. Los vecinos y familiares acogieron como pudieron a estas pobres criaturas. Tan desesperada era la situación que tuvieron que intervenir las autoridades provinciales. El diputado a Cortes, don Abilio Calderón, tomó cartas en el asunto y, como hemos visto antes, pidió ayuda al ministro de trabajo. Estos niños fueron las verdaderas víctimas de la Revolución del 34.
SIGLO XX: GUARDO HASTA LA GUERRA CIVIL
91 niños quedaron desamparados totalmente, según la lista que elaboró el Ayuntamiento. El día 25 de octubre fueron recogidos por las autoridades provinciales, que subieron hasta Guardo acompañados de periodistas para dar solemnidad y propaganda a este hecho. De ese casi centenar de niños, solamente 38 tuvieron la suerte de bajar a Palencia para ingresar en el centro de la beneficencia pública, regentado por monjas y subvencionado por la Diputación. La lista de esos 38 guardenses es sobrecogedora. Había un niño de 14 años, tres de 13, nueve de 12, ocho de 10, tres de 8, cinco de 7, dos de 6, cuatro de 5, dos de 4 y uno de 3. Primero estuvieron en Palencia. Después fueron trasladados a Lebanza, a la Abadía propiedad del obispado. ¿Por qué solamente recibieron esta ayuda 38 de los 91? Como la cantidad era muy elevada, no había sitio para todos. Por eso, se optó por dejar a los más pequeños con sus madres. Se prometió que esas madres recibirían ayuda para mantenerlos.
Como había problemas para alojar una cifra tan alta, los Hermanos de San Juan de Dios de Palencia cedieron el edificio del antiguo manicomio para ubicar allí a los niños desamparados de Barruelo, Guardo y Velilla. El inmueble no debía estar en muy buenas condiciones, pues tuvo que ser inspeccionado por el maestro de obras de la Diputación, para que indicara qué obras era más urgente realizar, para adaptarlo a la recogida de los niños. A primeros de noviembre todavía no se habían instalado allí. Entonces, estaban recogidos 40 niños de Santibáñez, 26 de Velilla y 37 de Guardo. Uno de los niños guardenses había muerto. El obispo de Palencia escribió al presidente de la Diputación para ofrecerle la Abadía. Los menores fueron repartidos entre éste y otros locales.
Los desdichados niños no tuvieron tanta suerte en manos de la beneficencia pública. Sufrieron algunas vejaciones, calamidades y, especialmente, carencia de alimentos básicos. Les tenían con el pelo rapado y con una bata de rayas que les hacía parecer diminutos presidiarios. Tanto fue así que aparecieron denuncias en la prensa de otras localidades, como en los periódicos "Crónica" y "El Cantábrico". Ante estas denuncias, los responsables de su cuidado publicaron una carta firmada por tres de esos niños, llamados Luis, Faustino y Agustín. En ella decían que estaban muy bien y que no sufrían malos tratos. La carta terminaba dando las gracias a la Diputación y a las monjas que los habían recogido. Fue una carta lastimosa que daba la impresión de estar forzada y redactada por personas mayores. El 8 de enero del año siguiente, los niños fueron devueltos a sus casas, después de pasar dos meses alejados de sus padres. ¿Se había resuelto la situación de sus familias? Ni mucho menos. El presidente de la Diputación, don Luis Nájera, dijo que no podía mantener a los niños más tiempo, ya que carecían de recursos para su manutención. Aseguró que enviarían alimentos al Ayuntamiento de Guardo para socorrerles. Caso curioso, ¿tenían o no tenían fondos para mantenerlos? (74)
Situación crítica
La situación política en España se iba deteriorando a marchas forzadas. Y Guardo no era una excepción. En 1934, el depositario del Ayuntamiento, que llevaba en el puesto diez años, fue separado del cargo y expedientado. Recurrió y el Ayuntamiento tuvo que readmitirle por disposición del Gobierno de la II República, pero el tiempo que estuvo separado no se le abonó el sueldo, lo que causó malestar en la administración local.
SIGLO XX: GUARDO HASTA LA GUERRA CIVIL
El tres de junio de ese año presentaron la dimisión tres concejales: Francisco del Blanco Luis, Vicente Gutiérrez Treceño y Bonifacio Gutiérrez Peláez. Las voces que se dieron en aquel pleno se oyeron en toda la calle Mayor. Los dimisionarios decían que se iban y que no aguantaban más. El alcalde, José Rueda Santos, argumentó que no eran razones para dimitir y que así paralizaban el Ayuntamiento. El presidente del Concejo había intentado por todos los medios que todos los concejales asistieran a los plenos, incluso multando a los que no justificaban las ausencias. Los multados respondieron con la dimisión. Los dos primeros argumentaron mala administración del Ayuntamiento, alteraciones del orden público y que el alcalde había prometido arreglar la Casa del Concejo y no lo había hecho. El alcalde pidió que aclarasen aquellas acusaciones.
El comunista libertario Bonifacio Gutiérrez, alegó padecer un defecto físico que le impedía oír bien lo que se trataba en los plenos. Había tenido un accidente de trabajo y se había quedado sordo. A los dos primeros se les admitió la dimisión hasta que dictaminara el Gobierno Civil, aunque José Rueda consideraba inadmisibles las causas que alegaron. En cuanto al tercero, le pidieron un certificado médico que demostrara su defecto físico. Días después comunicaron a los tres concejales dimisionarios que no aceptaban la renuncia y que tenían que volver a los plenos. Esto se consiguió a duras penas. Agustín Blanco siguió ausentándose. Lo mismo ocurrió con Vicente Gutiérrez Treceño. En cuanto a Bonifacio, terminó amargado y hastiado de la política, en la que se había volcado en cuerpo y alma en defensa de los obreros. Más tarde recibiría el apodo de "el sordillo", por su acusada sordera, que le llevaría a una muerte trágica, atropellado por un tren.
El enfrentamiento con la Agrupación de Ganaderos de Guardo tomó dimensiones gigantescas. El problema venia desde hacía dos años. ¿Causa? Los pastos. Como el pago de licencias por pastar en Corcos y Valdecastro siempre se demoraba más de la cuenta, decidieron acabar con el antiguo sistema, recurriendo a la subasta de los mismos. Incluso sacaron a subasta los prados comunales que tenían con Mantinos, Velilla y Villalba. El Ayuntamiento propuso también acabar con esa mancomunidad de pastos y pedir a los pueblos vecinos que dieran a Guardo la parte que le correspondía. Las subastas se llevaron a cabo, menos las del monte Valdecastro, que quedó en suspenso, por lo que no pudieron pastar allí. Las protestas fueron generales y enérgicas por parte de los ganaderos. El enfrentamiento fue duro. Acabó en el Juzgado de Primera Instancia de Cervera. El 11 de julio de 1933, la justicia falló favorablemente para los ganaderos guardenses.
Había tres ganaderos, de los que componían la Agrupación de Guardo, que estaban de parte del alcalde José Rueda. A esos tres, los demás les negaron los toros sementales, como represalia por no estar con ellos. El Ayuntamiento en compensación les subvencionó con 150 pesetas para el fomento de la cabaña ganadera. Las disputas continuaron. El Ayuntamiento se hizo el sordo y no ejecutó la sentencia. El concejal Francisco del Blanco, que actuaba en los plenos como representante de los ganaderos, pidió que se cumpliera lo dictaminado por los jueces y se dejara pastar en Valdecastro. Incluso presentó varios escritos en este sentido. El Ayuntamiento dilató todo lo que pudo el cumplimiento de la sentencia, porque ya no podía recurrir y se ejecutaría finalmente el 31 de marzo de 1935, cuando la Corporación presidida por José Rueda había sido disuelta y Guardo estaba regido por una gestora municipal provisional.
A mediados de julio de 1934, el alcalde José Rueda dio un bando, en el que pedía a todos los guardenses que colaborasen en los proyectos de urbanización del pueblo. Entonces no había ni una sola calle pavimentada, se pudrían las basuras en la vía pública y las condiciones de salubridad e higiene brillaban por su ausencia. El alcalde decía que si se urbanizaban las calles el pueblo daría un gran paso hacia el progreso. Había pedido un crédito extraordinario para conseguir esas pavimentaciones, que esperaba llevar a cabo sin tener que aumentar los tributos al vecindario. Este bando fue muy bien recibido por el pueblo y le llovieron los elogios Además, con esta obra lograría dar trabajo a numerosos vecinos que estaban en paro.
El día de San Froilán estalló la revolución de octubre de 1934. Entonces, se levantaron en armas contra la II República las cuencas mineras de Asturias, León, Barruelo, Santibáñez, Velilla, Villaverde y Guardo. La intervención del ejército acabaría en dos días con los rebeldes y restablecería la normalidad, a excepción de Asturias. La II República, aparte de la quema de iglesias y conventos, se enfrentó con muchas tradiciones y costumbres como la autorización de los matrimonios, entierros civiles y divorcios, lo que hizo que se soliviantarán más los ánimos. (61)
________________
(61) El Diario Palentino, 19 de julio de 1934. Y AMG: actas del Ayuntamiento de octubre y noviembre de 1934.
El fielato, arbitrios y consumos
El fielato, consumos, arbitrios o como se les quiera llamar, eran unos impuestos que se cobraban en una caseta colocada a la entrada de las poblaciones para tasar el consumo de determinados alimentos controlados por el gobierno. Se pagaba por las mercancías que entraban en un pueblo para su venta.
SIGLO XX: GUARDO HASTA LA GUERRA CIVILEl 1752 el Concejo de Guardo controlaba un arbitrio de cuatro reales por cada cántaro de vino que se vendía en su taberna. Los gobernantes locales adjudicaban su explotación a una persona de confianza. Además, había que dar a la iglesia tres azumbres por cada 30 cántaros vendidos, según el impuesto religioso de los diezmos. El impuesto de arbitrio sobre el vino y la explotación de la taberna del Concejo daba al año unos beneficios de 5.670 reales en el siglo XVIII.
La venta de tabacos siempre fue controlada por el Estado. Su venta en exclusiva se adjudicaba a una persona determinada, llamada Administrador de tabacos, que solía ser alguien influyente nombrado por el rey. En 1816 el administrador de tabacos en Guardo fue el vasco don Francisco María de Astigarraga.
Este control de los alimentos básicos no era bien visto por los habitantes de los pueblos. En octubre de 1893 hubo en Guardo una gran protesta, con manifestación incluída. Los vecinos protestaron por las calles y llegaron hasta la Casa del Concejo. Allí elevaron su disconformidad con el concesionario de consumos nombrado por la Delegación de Hacienda. No fue necesario que interviniera la Guardia Civil.
La caseta de consumos estaba situada en la entrada de Guardo, en la Puerta Grande, justo en el cruce de la carretera a Saldaña y el camino de la Estación. Desde ella se controlaba toda mercancía que entraba en Guardo. Al encargado le adjudicaban el fielato en subasta pública. Se solía pagar bastante dinero, lo cual quiere decir que controlar este impuesto era rentable. En los primeros años del siglo XX los alimentos intervenidos fueron aceite, tabaco, vino, cerveza, chacolí, jabón, alcoholes, aguardientes, granos, pescado del río y mar escabechados, carbón vegetal y de cok, conservas, frutas, hortalizas, verduras y sal común. Por lo tanto, la venta de esos productos no era libre. En 1900, Guardo ya contaba con un matadero público. También se controlaba la venta de carnes. A primeros de siglo, las carnes de vacuno encarecieron de tan manera que el Estado recomendó a la población comer carne de caballo, lo que nunca se había hecho en España pero sí en otros países. A la población le costó mucho pero no hubo otro remedio, pues la carne de vaca tenía precios prohibitivos.
En 1914, el encargado de consumos entregó la liquidación de esa año: 20,889 pesetas de ingresos y 16,742 de gastos. La diferencia era el beneficio que el Concejo tenía que enviar al gobierno. El Ayuntamiento era un simple recaudador de ese impuesto. Pero no siempre las cuentas se presentaban puntualmente. Ese año de 1914, el Ayuntamiento de Guardo tenía que pagar 5326 pesetas del año anterior. El gobernador de Palencia instó a la Corporación municipal para que abonara esa cantidad, pero la tesorería municipal estaba sin un duro. Al Ayuntamiento le debían los vecinos morosos 12.663 pesetas de impuestos. El mismo cobrador de consumos, José Hoya Aguirre, huyo con 3.419 pesetas, siendo después procesado por estafa y reclamado por los tribunales. Entonces, el Ayuntamiento tuvo que hacerse cargo del control de consumos y abrir nuevos libros de control. Ocho meses después, ante la imposibilidad de llevar este servicio, optó por adjudicárselo a Santiago Merino Blanco por 9.005 pesetas.
En 1934, el pleno municipal acordó que el control y cobro de impustos sobre vinos, bebidas espirituosas, alcoholes y carnes fuera realizado por el propio Ayuntamiento. Para realizar esta labor nombraron a empleado municipal José Villarroel Alvarez, abonándole la gratificación de 150 pesetas, más el tres por ciento de la cobranza que realizara. Dos años más tarde, en febrero, varios vecinos denunciaron a este empleado municipal, alegando que era incompatible su cargo de empleado de consumos con el de Guardia Civil retirado. El Ayuntamiento no tuvo más remedio que cesarlo.
En 1940, se desplazó la caseta de consumos al construir un edificio de viviendas en aquel lugar. La colocaron en la parte contraria de la Puerta Grande, es decir, frente a donde había estado. Esta nueva caseta de madera una noche se la llevó un fuerte viento. Fue muy popular como encargado del fielato el tío Pancho, siempre con su cachaba de hierro y su gran y espesa barba. Tenía fama de predecir el tiempo, especialmente las tormentas y temporales.
Los años siguientes a la Guerra Civil, practicamente todos los alimentos estuvieron intervenidos o racionados debido a su escasez. La gente tenía que acudir a comprar con las famosas cartillas del racionamiento, pues sólo daban cierta cantidad por familia o persona. Estas restracciones hicieron mella en la población. La mayoría de las familias pasaron verdadera hambre. Por fin, el 1 de abril de 1952 se acabó con el racionamiento del pan y el aceite, los últimos alimentos confiscados, con lo que desaparecieron las citadas cartillas. (35)
Imagen: Fielato de Camasobres, por José Luis Estalayo.
__________________
(35) AHPP: Censo del Marqúes de la Ensenada, 1752. AMG: actas de las sesiones del Ayuntamiento, 1910-1945. Y testimonios de diversos guardenses.
Actualización Agosto2025 |💥+1315👀
Guardo, sus gentes y su historia
Un ferrocarril de Palencia a Guardo
En vista del éxito del ferrocarril de vía estrecha La Robla-Bilbao, surgió la necesidad de otro camino de hierro. Este contaría en una primera fase con un trazado entre Palencia-Guardo, para después continuar por Riaño hasta Asturias. Los primeros pasos se dieron en 1901.
SIGLO XX: GUARDO HASTA LA GUERRA CIVIL
La Sociedad de Amigos del País de Palencia fue la que movió los primeros hilos. Contactó con el Ayuntamiento de Guardo para realizar el estudio previo. El Ayuntamiento, presidido por don Emeterio González, acordó destinar 500 pesetas para pagar esos estudios iniciales y comisionó al secretario don Heraclio Macho, para que asistiera en Palencia a las reuniones sobre este ferrocarril y representara a la Corporación municipal ante la Sociedad de Amigos del País. Guardo entero saltaba de entusiasmo con esta iniciativa. Las autoridades guardenses estaban dispuestas a poner de su parte lo humanamente posible. El Ayuntamiento ofreció toda la piedra y madera necesarias para las vías que surcaran su término. Este tren no se podía perder, era vital para todo el Alto del Carrión.
En 1914 pusieron dos telegramas desde la estación de ferrocarril de Guardo. Uno, para felicitar al director general de Obras Públicas por haber anunciado la subasta de las obras del tren Palencia-Guardo. El otro, en el mismo sentido, al alcalde de Palencia. Sin embargo, los años pasaron y la subasta no se llevó a cabo (28).
En 1927, el Gobierno aprobó un Real Decreto para subvencionar la construcción tan esperada. Dos años más tarde, los pueblos por donde pasaba este ferrocarril crearon una mancomunidad: Palencia, Villoldo, Carrión, Saldaña y Guardo. Las empresas guardenses Antracitas de Velilla y Sociedad minera San Luis, que se jugaban mucho en ese tren, aportaron medio millón de pesetas a proyecto. -todo el mundo creyó que el ferrocarril era ya una realidad. Al fin, el proyecto se redactó en 1929. Daba la sensación de que pronto comenzarían las obras, pero por desgracia, estalló la crisis mundial, con la caída y ruina de la bolsa. Todos los proyectos murieron en el olvido.
Este ferrocarril hubiera sido el salto definitivo para acabar con la falta de comunicación de nuestra comarca con la capital. A pesar de las buenas intenciones de los políticos de entonces, la mala situación económica, junto con la inestabilidad de los gobiernos españoles, hizo que todo terminase en fracaso. El proyecto cifraba el coste de esta línea de vía estrecha en 14 millones de pesetas y Palencia no tenía o no quería aportar esa cantidad.
En 1930 el proyecto quedó definitivamente anulado por falta de medios económicos. Una pena, ya que ese ferrocarril habría supuesto el despegue que Guardo esperaba (29).
_________________
(28) El Diario Palentino, varios artículos de 1900 a 1935
(29) AMG Libro de actas del Ayuntamiento, 1900-1936.
Actualización Agosto2025 |💥💥💥+2640👀
Guardo, sus gentes y su historia
La alfarería en Guardo
La alfarería es una actividad artesanal milenaria que en Guardo tuvo mucho arraigo y gran importancia económica en los siglos pasados. ¿por qué tantos alfareros en Guardo? Porque hay arcilla de calidad. En el páramo del Cristo del Amparo, el paraje denominado Las Barreras, suministró la materia prima para la fabricación de utensilios domésticos. Muchas familias vivieron de esa actividad.
SIGLO XX: GUARDO HASTA LA GUERRA CIVIL
La mayoría sólo se dedicaba a estos menesteres durante los cuatro meses invernales, mientras se paralizaban las actividades agrícolas y pastoriles. En las ferias y mercados de Guardo y la comarca siempre estaban presentes los cacharros de barro, especialmente la jarra de trampa, que era el objeto más curioso.
En 1772 ya aparecen noticias escritas de la alfarería guardense. Según los Archivos Parroquiales, este año había en Guardo doce vecinos que se dedicaban al modelado de la arcilla para la obtención de escudillas, pucheros, cántaros, botillos, jarras, tazas y ollas. Normalmente, no todos tenían horno propio, sino que varios alfareros tenían uno en común.
En 1826, Guardo contaba con 22 alfares. Y en 1850, habían subido a 50. Ya en el siglo XX, en 1940, recién terminada la Guerra Civil, solamente quedaban tres familias que poseían alfar. Al año siguiente, en una de las visitas que el gobernador de Palencia, señor Sentís Simeón, hizo a esta villa en octubre, visitó la antiquísima industria alfarera.
En el barrio La Fuente existió una calle donde se agruparon los alfareros. Siempre fue conocida con el nombre de Las Ollas, hoy denominada Los Alfareros. Por cuestiones gremiales se juntaban los de una misma profesión en una misma calle, para ayudarse mutuamente y así defender mejor sus derechos, usando maquinarias y utensilios comunes, en este caso, los hornos árabes y a arcilla. En los años veinte fueron muy conocidos los alfareros Valentín, Romualdo, Félix, la Señora Redonda y Casiano.
La llegada de la industria metálica a los útiles de cocina fue orillando paulatinamente los cacharros de barro. En los años 70 solamente quedaban uno o dos alfareros, que trabajaban en ratos libres manteniendo la actividad que aprendieron y heredaron de sus padres y abuelos. En 1977, el Centro de Iniciativas Turísticas creó, en la calle de Valdecastro, una escuela de alfarería de escasa vida (funcionó dos años), pero suficiente para que jóvenes del pueblo aprendieran este arte y se dedicaran después en cuerpo y alma a su elaboración.
Actualización Agosto2025 | 💥1011👀
Guardo, sus gentes y su historia
La cárcel y algunos sucesos notables
La cárcel, al igual que ahora, solamente existía como tal en la cabecera de cada partido judicial. Durante el siglo XVIII, la época de los Señoríos, estaba situada en Carrión de los Condes. Después, pasó a Saldaña y posteriormente a Cervera. En Guardo, como en otros pueblos, no había cárcel, aunque circunstancialmente usaban como tal la casa del alguacil mayor.
SIGLO XX: GUARDO HASTA LA GUERRA CIVIL | CUADERNO DE JAIME GARCÍA REYERO
Aunque en realidad era la Casa del Concejo, pues allí estaba la vivienda de este funcionario municipal. Los detenidos estaban bajo su custodia hasta que eran llevados a la cárcel del partido judicial. La cárcel era un problema para todos los pueblos, porque los gastos y el mantenimiento de la misma recaían sobre ellos. A principios del siglo XX ya hubo protestas de localidades que se negaron a contribuir en el mantenimiento de las cárceles de los partidos judiciales.
En Guardo el malestar era mayor, porque además de pagar religiosamente lo que le correspondía por la cárcel del partido judicial, tenían que costear los desplazamientos de los detenidos. Otras veces había que pagar a los encagados de custodiar a los presos, como en agosto de 1914, cuando Ildefonso e Ignacio Vázquez fueron detenidos y el juez ordenó que les mantuvieran incomunicados y por separado. En otro caso, el Gobernador de Bilbao mandó detener a los obreros Jesús Núñez, Victor Valderián, Julián Gómez, Constantino García y Manuel Prieto. Fueron enviados a León en tren para ponerlos a disposición del gobernador de esta ciudad. Todos los gastos corrieron por cuenta del ayuntamiento guardense. En el siglo XX, las huelgas en las minas trajeron consigo detenciones y encarcelamientos numerosos, como ocurrió en 1916.
Veamos a continuación una serie de acontecimiento, algunos curiosos, que sucedieron en Guardo a la primera mitad del siglo XX y que merecen ser tenidos en cuenta, pues al fin y al cabo forman parte de su historia:
- El 11 de noviembre de 1911, se perdió en el monte Corcos la joven Vicenta García de la Gala. El Ayuntamiento pidió a los vecinos que esa misma noche salieran a buscarla. Los gastos que originó esta búsqueda al Concejo fueron de 19'50 pesetas.
- El 1912, el Ayuntamiento pagó 15 pesetas por el jornal de dos yuntas de carreta para trasladar a Saldaña y poner a disposición judicial a los detenidos Rosendo Rodríguez, Benjamín Alonso y Josefa Santos, los tres acusados por un delito de aborto.
- El 10 de marzo de 1912, se fugó de Guardo el mozo Raimundo de Prado, número cuatro del sorteo de reemplazo de ese año. No se presentó al acto de clasificación de soldados y le declararon prófugo, por lo que el juez ordenó su busca y captura. No apareció por ningún lado. No era de extrañar, pues el que tenía mala suerte y le destinaban a África, se exponía a no volver en un montón de años, y eso si volvía.
- En noviembre de 1916, se registró en Guardo una gigantesca reyerta protagonizada por los partidos de la última huelga minera y los que estaban en contra. Hubo pedradas y disparos de armas de fuego. La Guardia Civil se las vio y se las deseó para poner paz.
- En junio de 1920, la Guardia Civil detuvo y puso a disposición judicial a todos los clientes de una de las cantinas de Guardo, donde se organizó una tremenda bronca, terminando los contendientes a golpes y tiros. Un joven resultó herido gravemente de un disparo en la cabeza.
- El 14 de enero de 1921, falleció de dos tiros de revólver don Pedro Irastorza Arrieta, natural de San Sebastián, casado y vecino de Bilbao. Trabajaba en una empresa minera de Guardo. Se encerró en la casa donde estaba hospedado y se disparó un tiro en el estómago y otro en el corazón. Se consideró un suicidio, pero nunca fueron aclarados los motivos.
- El 11 de diciembre de 1938, se ahogó en las aguas del río Carrión la señora Juliana Villalba, de 46 años, casada, y que había desaparecido unos días antes de su domicilio. Al parecer tenía las facultades mentales perturbadas.
Actualización Agosto2025 | 1032👀
Guardo, sus gentes y su historia
Las defunciones en Guardo, en el siglo XIX
En este siglo los cambios revolucionarios también se notaron sensiblemente en los enterramientos. Se prohibió enterrar dentro de las iglesias.
Las tumbas de los templos eran poco profundas y creaban problemas de higiene y salud, especialmente en épocas de epidemias y pestes. Lo más curioso fue que, en mayo de 1832, apareció una Real Orden prohibiendo la venta de mortajas del hábito de San Francisco. Esta mortaja se componía de una túnica de sayal con capucha y cordones. Solamente autorizaron hábitos diferentes a los citados. Este tipo de vestimenta para amortajar a los difuntos estaba muy extendida y toda mujer pudiente que se tuviera como tal mandaba en su testamento que le vistieran con el hábito de San Francisco. En Guardo se dieron varios casos. También aquí era frecuente usar como mortaja el hábito de la Virgen del Carmen.
A los enterramientos asistía la mayoría del pueblo, los hombres con capa y las mujeres con mantillón negro. Cuando había una defunción, el toque de campana avisaba si era hombre, mujer o párvulo.
Hay cifras que llaman la atención. A principios de siglo se desató una epidemia de cólera. Lo mismo ocurrió en 1.834. Este año fallecieron 33 personas, cifra elevada si la comparamos con otros. Algo parecido sucedió en 1.855 y 1.856. La mortalidad se disparó, se triplicó. Tuvo la culpa otra epidemia de cólera que comenzó en julio con la muerte de un vagabundo en el Hospital de Pobres, que contagió a varios guardenses. La epidemia fue extinguida en octubre. La peste afectaba más a las clases humildes. En esas fechas murió por esta causa la cristera Águeda Fernández, mujer del encargado de la ermita del Cristo, Andrés Rueda. De las poderosas familias de los Enríquez no murieron, pero sí de los De La Gala, familia de hidalgos labradores que fueron perdiendo poderío en aquel siglo. Varios familiares fallecieron por cólera.
Otro dato interesante es el de los fallecimientos de 1.869. De los 70 muertos, posiblemente bastantes lo fueron a causa de la Guerra Carlista. En el último año del siglo, casi se duplicaron los enterramientos. La causa la encontramos en el aumento considerable de la población guardense por la aparición de la minería. La extracción del carbón trajo consigo huelgas, hambres, malas condiciones de vida y de trabajo, por consiguiente, graves enfermedades como la tisis y la meningitis.
Cuando tenían lugar enterramientos de adinerados guardenses, la villa se llenaba de sacerdotes, familiares y amigos influyentes. También llegaban pobres de toda la comarca, que acudían a la comida que les daban. Uno de estos funerales sonados fue el de don Francisco Enríquez Santos Bullón, regidor perpetuo de Carrión de los Condes y vecino de Guardo. Falleció el 14 de enero de 1.809. A pesar de ser malas fechas para ponerse en camino, acudieron muchos familiares y conocidos. Le enterraron en la sepultura de la capilla de los Enríquez, de la que él era patrono, en el mismo sitio donde estaba enterrada su primera mujer. En su testamento pío, hecho ante el escribano del Ayuntamiento, Marcos Díez Pérez, mandó que se dijeran 406 misas por su alma. De ellas, cien tenían que decirlas en San Juan, trescientas en otras comunidades religiosas y las seis restantes en el Santuario del Brezo, donde era cofrade. También dejó ordenado que asistieran a su entierro todos los curas que pudieran venir de los pueblos de la comarca, que le dijeran misas de medio aniversario, al cabo de año, novenario cantado según la costumbre y que rezaran sobre su tumba responsos durante año y medio. Todo lo dejó en manos de los testigos de su testamento, don Miguel Enríquez, doña María Nicolasa, don José Enríquez y don Julián Ruiz, del Real Capítulo de la Suprema Inquisición.
Imagen: Los quintos de Guardo en 1958
Actualización Agosto2025 | 1745👀
Guardo, sus gentes y su historia
SIGLO XIX: LA CAÍDA DEL ANTIGUO RÉGIMEN | Jaime García Reyero
A los enterramientos asistía la mayoría del pueblo, los hombres con capa y las mujeres con mantillón negro. Cuando había una defunción, el toque de campana avisaba si era hombre, mujer o párvulo.
Hay cifras que llaman la atención. A principios de siglo se desató una epidemia de cólera. Lo mismo ocurrió en 1.834. Este año fallecieron 33 personas, cifra elevada si la comparamos con otros. Algo parecido sucedió en 1.855 y 1.856. La mortalidad se disparó, se triplicó. Tuvo la culpa otra epidemia de cólera que comenzó en julio con la muerte de un vagabundo en el Hospital de Pobres, que contagió a varios guardenses. La epidemia fue extinguida en octubre. La peste afectaba más a las clases humildes. En esas fechas murió por esta causa la cristera Águeda Fernández, mujer del encargado de la ermita del Cristo, Andrés Rueda. De las poderosas familias de los Enríquez no murieron, pero sí de los De La Gala, familia de hidalgos labradores que fueron perdiendo poderío en aquel siglo. Varios familiares fallecieron por cólera.
Otro dato interesante es el de los fallecimientos de 1.869. De los 70 muertos, posiblemente bastantes lo fueron a causa de la Guerra Carlista. En el último año del siglo, casi se duplicaron los enterramientos. La causa la encontramos en el aumento considerable de la población guardense por la aparición de la minería. La extracción del carbón trajo consigo huelgas, hambres, malas condiciones de vida y de trabajo, por consiguiente, graves enfermedades como la tisis y la meningitis.
Cuando tenían lugar enterramientos de adinerados guardenses, la villa se llenaba de sacerdotes, familiares y amigos influyentes. También llegaban pobres de toda la comarca, que acudían a la comida que les daban. Uno de estos funerales sonados fue el de don Francisco Enríquez Santos Bullón, regidor perpetuo de Carrión de los Condes y vecino de Guardo. Falleció el 14 de enero de 1.809. A pesar de ser malas fechas para ponerse en camino, acudieron muchos familiares y conocidos. Le enterraron en la sepultura de la capilla de los Enríquez, de la que él era patrono, en el mismo sitio donde estaba enterrada su primera mujer. En su testamento pío, hecho ante el escribano del Ayuntamiento, Marcos Díez Pérez, mandó que se dijeran 406 misas por su alma. De ellas, cien tenían que decirlas en San Juan, trescientas en otras comunidades religiosas y las seis restantes en el Santuario del Brezo, donde era cofrade. También dejó ordenado que asistieran a su entierro todos los curas que pudieran venir de los pueblos de la comarca, que le dijeran misas de medio aniversario, al cabo de año, novenario cantado según la costumbre y que rezaran sobre su tumba responsos durante año y medio. Todo lo dejó en manos de los testigos de su testamento, don Miguel Enríquez, doña María Nicolasa, don José Enríquez y don Julián Ruiz, del Real Capítulo de la Suprema Inquisición.
Imagen: Los quintos de Guardo en 1958
Actualización Agosto2025 | 1745👀
Guardo, sus gentes y su historia
Los enlaces matrimoniales
Las bodas en este siglo decimonono siguieron siendo escasas. Las guerras son poco propicias para que se den estos acontecimientos porque los mozos marchan a luchar. Hasta que los franceses no fueron derrotados y no desaparecieron de España, el número de matrimonios no aumentó. Algo similar ocurrió a finales de siglo con las guerras de Cuba y Filipinas.
SIGLO XIX: LA CAÍDA DEL ANTIGUO RÉGIMEN | Jaime García Reyero
Hubo bastantes bodas tardías. Entre ellas destacó la celebrada entre Diego de la Gala, de 42 años, hijo de don Bernardo de la Gala, con María Diez Noriega, de 48 años. Ocurrió en 1851. A veces, la diferencia de edad era escandalosa, teniendo en cuenta que entonces con cincuenta años ya eran viejos. Tomemos el ejemplo de Antolín García Manso, capitán retirado de 69 años. Se casó en 1876 con María Méndez, de 29 años. O ese mismo año, el matrimonio de Severino París Villalba, de 40 años, natural de Guardo y teniente del 12º Regimiento de Artillería Pesada de Santoña, con Rosalía Orejas García, de 26 años y natural de La Robla (23).
__________
(23).- APG: libros de matrimonios del siglo XIX.
Actualización Agosto2025 | 604👀
Guardo, sus gentes y su historia
Los nacimientos
La moral en este siglo se resintió notablemente. Desapareció la Inquisición, institución encargada de velar por la fe y las buenas costumbres. Las reformas radicales, las libertades y la merma del poder de la nobleza y de los obispos, trajeron consigo aperturas en todos los órdenes. Se produjeron muchos nacimientos de padres desconocidos. Veamos algunos casos guardenses.
SIGLO XIX: CAÍDA DEL ANTIGUO RÉGIMEN |
La noche del 2 de octubre de 1830 llamaron a la puerta del alcalde don Antonio Del Blanco. Se trataba de un hombre desconocido. Dijo traer un oficio de cierta importancia y urgente. Cuando el alcalde abrió la puerta, el hombre había desaparecido y en el umbral había dejado un bulto. Lo recogió con miedo, pero una vez dentro de la casa vio sorprendido que era un recién nacido. Al día siguiente, la noticia revolucionó la vida tranquila de Guardo. Todos se preguntaban de quién sería la criatura. No se legó a saber nunca el nombre de la madre. El cura párroco don José de Cos y Saberón le bautizó y le puso de nombre Francisco, pero sin apellido alguno. El vecino Antonio Martín adoptó al niño y fue su padrino en el bautizo. El alcalde firmó como testigo.
Otro caso similar ocurrió la víspera de nochevieja de 1850. A las siete de la mañana, cuando el cura don Pedro Rodríguez, monje de San Basilio y párroco de Guardo, llegó a la iglesia de San Juan para decir la primera misa, encontró en el atrio un envoltorio de ropa vieja. Lo recogió y vio que contenía una niña. Dio parte al Ayuntamiento. El suceso estuvo presente en todos los comentarios de fin de año. La bautizaron con el nombre de Josefina Sabina. No le dieron apellidos y nunca se supo quiénes fueron sus padres. Actuó de padrino en el bautizo el médico don Manuel Gutiérrez. Como testigos firmaron el alguacil y el sacristán.
Otro hecho curioso ocurrió en la ermita del Santo Cristo del Amparo el 15 de noviembre de 1833, cuando fue avisado el cura teniente de San Juan por el alcalde y el escribano del ayuntamiento para que acudiera a la ermita. Cuando don José de Cos llegó al alto del Cristo se encontró con los cristeros Gaspar Fernández y Lorenza Martín, que tenían en brazos a un bebé recién nacido. Dijeron que estando en la vivienda llamaron a la puerta. Salieron y hallaron a una niña recién nacida envuelta en trapos. Ignoraban quién la había dejado. Como el sacerdote no sabía si estaba bautizada o no, le administró el sacramento del bautismo y le impuso el nombre de Eugenia Leopolda. Actuó de padrino el regidor Valeariano Lombraña. Como nadie se quiso hacer cargo de la niña, al día siguiente la enviaron al hospicio de San Antonio y San Bernabé de Palencia.
Otras veces, la madre no abandonaba al recién nacido, como en los casos anteriores, sino que daba la cara con valentía. Así le ocurrió en 1851 a la moza soltera Ezequiela Martín, natural de Mantinos e hija de un alfarero guardense. Dio a luz a una hija. Todo el mundo en Guardo sabía quién era el padre. Bautizaron a la niña y le pusieron el nombre de Nicolasa. Fue padrino el cirujano de Manuel Alonso, que asistió a la madre en el parto. A la niña le dieron los apellidos de los padres de Ezequiela, ya que el padre no quiso saber nada. Sin embargo, el cura en el registro de la iglesia puso a la niña los apellidos del padre. Se enteró la familia de éste y se formó el lío. Las quejas llegaron a oídos del obispo, que mandó rectificar al párroco. Éste tachó el nombre del padre y de los abuelos paternos y tuvo que hacer un nuevo registro especificando que Nicolasa era hija natural.
Imagen: José Luis Estalayo, vista de Guardo
Actualización Agosto2025 |💥💥+1430👀
Guardo, sus gentes y su historia
Los mercados y las ferias
Siglo XIX, La caída del antiguo régimen
En el siglo XVII, Guardo comenzó a hacer gestiones en Madrid para conseguir que le autorizasen la apertura de un mercado semanal y varias ferias de ganado, por las que venía suspirando desde hacía mucho tiempo. Hasta entonces solo tenía un mercado al año, el Sábado de Ramos. Todos los intentos de los guardenses para lograr un mercado y alguna feria fallaron en un principio por la oposición de otras localidades próximas, como Cervera, Riaño y Saldaña.
En mayo de 1806, el alcalde don Andrés Chocán, cuñado de don Dionisio Enríquez, se reunió con los regidores, el síndico y un procurador. Les dijo que todavía no sabía nada del escrito enviado hacía unos veinte años al ministro de Hacienda del Rey Carlos III, explicando la necesidad de que Guardo tuviera su mercado semanal el sábado y tres ferias anuales: una en junio (San Antonio, tres días), otra en agosto (Nuestra Señora, tres días) y la tercera en octubre (San Froilán, dos días). Parece ser que la petición había sido concedida por el Rey, pero manos negras habían impedido a la villa contar definitivamente con esa licencia. Guardo recurrió y protestó por esa discriminación, pero el recurso se perdió y no llegó a su destino. Se hicieron muchas diligencias para saber su paradero, pero todo resultó baldío. Este hecho causó muchos gastos y malestar en el Concejo guardense. Enviaron de nuevo al ministro de Hacienda otra petición. Además, delegaron en don José Enríquez Torres, guardense residente en Madrid, que junto con un vecino de Guardo se presentaron ante el ministro y le suplicaron el permiso. Esta última negociación sí dio resultado. El mercado semanal fue concedido. Pero no en sábado, como se pedía, sino en domingo. Esto sentó muy mal a las autoridades eclesiásticas, principalmente al párroco guardense. Como ese día era dedicado al Señor, no fue muy bien acogido en la comarca, a excepción de las localidades opositoras a Guardo, pues pensaban que sería un fracaso por celebrarse en domingo.
No fue así. El mercado semanal fue un éxito. Su escenario era la Plaza de la Constitución, como se denominaba al centro de Guardo entonces. Al lado estaba la Casa del Concejo y la Casa Grande. A ambos lados, colocaron una especie de soportales o tendejones, donde los vendedores ponían sus puestos con productos. Los que tenían más aceptación eran el chocolate y el turrón fabricados en Guardo; la miel de brezo de la zona, muy apreciada en la región; los cacharros de los olleros o alfareros guardenses, las truchas en salazón y las anguilas, la manzanilla y el té de La Peña. También vendían carbón vegetal y ganado del corral. Era frecuente en aquel mercado el pescado en salazón traído de los mares de Asturias.
En cuanto a las tres ferias de ganado, también fueron concedidas. Poco a poco crecieron. A mediados del siglo XIX, Guardo ya contaba con siete ferias: San Francisco de Sales (24 enero), El Ángel (1 de marzo), San Antonio (13 de junio), El Carmen (16 de julio y celebrada en el Cristo), San Froilán (5 de octubre), San Severino (8 de noviembre) y Santa Bárbara (4 de diciembre). (20)
_________
(20) AMG: actas del libro de Jurisdicción, 1911-1930. Programa de fiestas de Guardo, 1959.
Última actualización Agosto2025 | 805👀
Guardo, sus gentes y su historia
La Junta de los cinco pueblos
Siglo XIX, la caída del antiguo régimen
Jaime García Reyero
Una vez suprimida la Jurisdicción (1835-1840), sus miembros (Velilla, Otero, Villalba, Mantinos y Guardo), vieron que separados no iban a ninguna parte y que lo mejor era seguir en comunidad. Eran muchos años y costumbres inmemoriales las que pesaban sobre la Jurisdicción. Por ello, las autoridades locales de los cinco pueblos acordaron mandar a Saldaña a don Dionisio Enríquez como representante, aunque no era regidor ni desempeñaba cargo público alguno. Era el hombre más preparado para alzar la voz ante las autoridades del nuevo partido judicial. Estudió bien la Orden del Gobierno de Madrid y regresó a Guardo a explicar las reformas políticas-administrativas. ¿Qué hicieron entonces? La Jurisdicción había sido suprimida pero como no estaban dispuestos a marchar cada pueblo por un lado, crearon la Junta de los Cinco Pueblos. De esta manera, siguieron funcionando en comunidad como antes. Tenían sus reuniones y continuaban beneficiándose de los servicios en común. como el médico, el cirujano, el valijero, la tejera, los pastos... etc
A pesar de las buenas intenciones, surgieron los inconvenientes, las reuniones finalizadas a medias y las actas anuladas. Pero no les quedó más remedio que continuar unidos. Cada pueblo no podía por su cuenta mantener su propio médico ni pagar un cartero que fuese dos días a Saldaña. Además, por esas fechas tenían el gravísimo problema de las partidas de rebeldes carlistas y las tropas gubernamentales, que continuamente actuaban por la zona. A todos había que darles comida y alojamiento. Esos gastos en común eran más llevaderos. Siguieron recibiendo los despachos reales, disposiciones y órdenes del Subgobernador de Carrión a través de Saldaña, que a su vez los recibía del gobernador de Palencia.
Lo que sí cambió fue la composición de los ayuntamientos. Antes, los dueños del Señorío elegían dos alcaldes ordinarios. El primero era el alcalde, representante del Señorío; era verdaderamente el alcalde. El segundo, hacía más bien de teniente-alcalde; era alcalde real o rfepresentante del rey. Ahora en Guardo sólo se nombraba un alcalde, un teniente-alcalde, cuatro concejales y un procurador síndico, también denominado procurador de tierra. El nombramiento lo hacía en un principio la Chancillería de Valladolid, después ya fue tarea del gobernador de Palencia o de la Diputación, hasta que llegaron las elecciones democráticas. En Guardo, como hemos visto, existió el Mayorazgo de los Enríquez, creado en el siglo XVII por uno de los hermanos de don Gregorio Díez Santos y tío del arzobispo Bullón, don Rodrigo Díez Santos, también sacerdote. Sin duda fue el Mayorazgo más importante de toda la comarca.
Actualización Agosto2025 |💥+1266👀
Guardo, sus gentes y su historia
Pesas y medidas, multas y abusos
💬Las pesas y medidas que usaban en las tabernas de los cinco pueblos de la jurisdicción de Guardo eran controladas por las autoridades guardenses.
💬El control era minucioso. Para ello los alcaldes de Guardo se desplazaban a los pueblos.
En cada uno permanecían dos días, controlando que las leyes estuvieran en su sitio. Tanto unos como otros eran dados a los abusos y fraudes. En las tabernas se vendía de todo y eran propiedad del Concejo. Se arrendaban a una persona competente y de cierta categoría. En 1792, el procurador Síndico de Otero de Guardo, Santiago Ramón, reunió a los demás procuradores síndicos de los otros pueblos de la jurisdicción para tratar de un tema grave.
Decía que los pueblos estaban sufriendo una carga insoportable. Los alcaldes de Guardo acudían hasta las cuatro localidades de su jurisdicción cada tres años, llamaban a los regidores de esos pueblos y les exigían a cada uno cuatro ducados y otro más a su capricho y sin ley que lo mandase. Además, les hacían pagar los gastos de su manutención, que suponían unos 150 reales. Muchas de esas visitas no tenían utilidad. Los alcaldes de Guardo tenían el poder de llamar a los regidores de los demás pueblos cuando querían, para recoger las quejas de los vecinos, imponiendo multas y sanciones. Se ignoraba si estos alcaldes guardenses tenían título o autoridad para imponer multas sin ton ni son. Además, no se sabía en que se empleaba lo recaudado por esas sanciones. Estas quejas motivaron que los procuradores síndicos promovieran en la Chancillería un pleito que duró dos años.
El procurador Síndico de Guardo, Bernardo de la Gala Mancebo, otorgó poder para que defendieran a Guardo en Valladolid tres procuradores de los tribunales de la propia Chancillería. El guardense alegó que eso de visitar y llamar de tres en tres años a los regidores de las cuatro aldeas era una costumbre inmemorial para reconocer pesos y medidas, comprobar títulos y licencias oficiales y para averiguar si los regidores cumplían la ley y el encargo de las Reales Órdenes sobre veda de pesca y caza en ríos y montes. Por ello se les cobraba unos cuarenta reales a cada uno. Según Bernardo de la Gala, lo que pretendían las autoridades de esos pueblos era vivir en completa libertad para el uso caprichoso de la caza y la pesca y el destrozo de los montes.
En cuanto a las pesas y medidas, decía que si no las controlaban serían manipuladas. También controlaban las multas que en cada pueblo se ponían. Tenían que controlar el dinero que sacaban de las multas para evitar abusos, como uno que se bebió trescientos azumbres de vino a cuenta de dichas multas. Por lo tanto, las autoridades de Guardo tenían derecho a recibir dietas y salarios, según establecía la ley, por cuantas diligencias tuvieran que hacer.
Los alcaldes de Guardo lo que en realidad hacían era inspeccionar durante dos días en cada pueblo. El hospedaje lo tenía que costear cada localidad. En el juicio se les acusó de que no sólo iban los dos alcaldes, sino que les acompañaban regidores y el alguacil de Guardo, es decir, más de dos personas. Los de Guardo demostraron que, en la última inspección solo fueron uno de los dos alcaldes y el alguacil, es decir, dos personas. Además, los guardenses dijeron que en esos días en que estaban en los pueblos, en las cenas o en las comidas, se les unían los regidores de esos pueblos y otras personas que convidaban ellos, con lo cual los gastos subían demasiado. Así, lo declaró el merino de Guardo (el que cobraba los impuestos). Tuvieron que declarar muchos testigos, incluso se pidieron las cuentas de los cuatro pueblos para comprobar los gastos que por esos conceptos habían realizado. Después de dos años, la sentencia llegó y fue salomónica. No quitó la razón a unos ni a otros. Lo único cierto es que cortaron los abusos, pero los alcaldes de Guardo siguieron inspeccionando a los demás pueblos de su jurisdicción, teniendo estos que pagar los gastos originados. (53)
___________
53 ARCH: pleitos civiles, caja 2625, legajo 856.
Actualización Jul2025 | 358👀
Guardo y su Historia
Decía que los pueblos estaban sufriendo una carga insoportable. Los alcaldes de Guardo acudían hasta las cuatro localidades de su jurisdicción cada tres años, llamaban a los regidores de esos pueblos y les exigían a cada uno cuatro ducados y otro más a su capricho y sin ley que lo mandase. Además, les hacían pagar los gastos de su manutención, que suponían unos 150 reales. Muchas de esas visitas no tenían utilidad. Los alcaldes de Guardo tenían el poder de llamar a los regidores de los demás pueblos cuando querían, para recoger las quejas de los vecinos, imponiendo multas y sanciones. Se ignoraba si estos alcaldes guardenses tenían título o autoridad para imponer multas sin ton ni son. Además, no se sabía en que se empleaba lo recaudado por esas sanciones. Estas quejas motivaron que los procuradores síndicos promovieran en la Chancillería un pleito que duró dos años.
El procurador Síndico de Guardo, Bernardo de la Gala Mancebo, otorgó poder para que defendieran a Guardo en Valladolid tres procuradores de los tribunales de la propia Chancillería. El guardense alegó que eso de visitar y llamar de tres en tres años a los regidores de las cuatro aldeas era una costumbre inmemorial para reconocer pesos y medidas, comprobar títulos y licencias oficiales y para averiguar si los regidores cumplían la ley y el encargo de las Reales Órdenes sobre veda de pesca y caza en ríos y montes. Por ello se les cobraba unos cuarenta reales a cada uno. Según Bernardo de la Gala, lo que pretendían las autoridades de esos pueblos era vivir en completa libertad para el uso caprichoso de la caza y la pesca y el destrozo de los montes.
En cuanto a las pesas y medidas, decía que si no las controlaban serían manipuladas. También controlaban las multas que en cada pueblo se ponían. Tenían que controlar el dinero que sacaban de las multas para evitar abusos, como uno que se bebió trescientos azumbres de vino a cuenta de dichas multas. Por lo tanto, las autoridades de Guardo tenían derecho a recibir dietas y salarios, según establecía la ley, por cuantas diligencias tuvieran que hacer.
Los alcaldes de Guardo lo que en realidad hacían era inspeccionar durante dos días en cada pueblo. El hospedaje lo tenía que costear cada localidad. En el juicio se les acusó de que no sólo iban los dos alcaldes, sino que les acompañaban regidores y el alguacil de Guardo, es decir, más de dos personas. Los de Guardo demostraron que, en la última inspección solo fueron uno de los dos alcaldes y el alguacil, es decir, dos personas. Además, los guardenses dijeron que en esos días en que estaban en los pueblos, en las cenas o en las comidas, se les unían los regidores de esos pueblos y otras personas que convidaban ellos, con lo cual los gastos subían demasiado. Así, lo declaró el merino de Guardo (el que cobraba los impuestos). Tuvieron que declarar muchos testigos, incluso se pidieron las cuentas de los cuatro pueblos para comprobar los gastos que por esos conceptos habían realizado. Después de dos años, la sentencia llegó y fue salomónica. No quitó la razón a unos ni a otros. Lo único cierto es que cortaron los abusos, pero los alcaldes de Guardo siguieron inspeccionando a los demás pueblos de su jurisdicción, teniendo estos que pagar los gastos originados. (53)
___________
53 ARCH: pleitos civiles, caja 2625, legajo 856.
Actualización Jul2025 | 358👀
Guardo y su Historia
Los lobos y los osos
Jaime García Reyero
Un pueblo eminentemente ganadero, rodeado de montes y con espesos bosques, forzosamente tenía que tener muchos problemas con los lobos y los osos que atacaban los rebaños.
Fueron muchos los sucesos protagonizados por esos animales. Eran numerosas las historias y leyendas que se contaban en las tertulias invernales o hilanderos, donde los animales eran los protagonistas. Así, los guardenses, cuando se veían en apuros, realizaban batidas. El Ayuntamiento convocaba a los vecinos a toque de campana y todos iban al monte Corcos, que era el más problemático en este aspecto. Con escopetas, palos, horcas y toda clase de armas buscaban las madrigueras de sus enemigos para darlos escarmiento y mantenerlos lo más lejos posible. Estas batidas eran poco efectivas, pues causaban pocas bajas en las manadas de las fieras. Lo único que conseguían era ahuyentarlas, al menos por una temporada. Las trampas arrojaban mejores resultados, pero eran un peligro para el ganado. Lo más eficaz era pagar al alimañero, que era profesión bastante lucrativa. Por cada alimaña que entregaba muerta al ayuntamiento, recibía una determinada cantidad, variando si era hembra, macho o cría. Se abonaba no solamente por lobos muertos, sino también por zorros, águilas y otras especies.
Los osos eran tema aparte. Además de atacar a los rebaños, se metían con las colmenas, su plato favorito. Cuando un animal de estos se ceba en una colmena, lo desbarata todo. Este plantígrado era muy difícil de combatir, pues imponía mucho respeto y no es animal de asentamiento fijo. La miel durante siglos ha sido un producto típico y abundante en esta comarca. Este producto de montaña, especialmente, la de flor de brezo, se ha considerado siempre como la mejor del mercado. Cuando Guardo pujó fuerte para poder tener su mercado semanal y sus ferias, una de las alegaciones ante los gobernantes era poder dar salida a sus productos, entre los que se encontraba en primer lugar su miel.
En Guardo se tienen noticias de ataques de lobos y osos. En los libros del Archivo Municipal hay diversas referencias a episodios de este tipo. Así en las Navidades de 1902, el ayuntamiento acordó convocar a los hombres del pueblo para dar en esos días unas batidas a lobos y osos en Corcos y Valdecastro, pues estaban causando mucho daño en la cabaña guardense.
En otra ocasión, en mayo de 1912, el aumento de lobos fue tan importante que el Ayuntamiento tuvo que tomar cartas en el asunto. La espesura del monte Corcos era tal que los lobos habían encontrado fácil refugio. El peligro para los ganados era considerable, especialmente al entrar y salir en los corrales del paraje denominado Matalacasilla. Ante las continuas quejas de los perjudicados, las autoridades locales acordaron dirigirse al Ingeniero Jefe de Montes de Palencia para que les autorizase una corta extraordinaria de leña de aprovechamiento común lo más extensa posible, entre la ermita del Cristo y los corrales de Matalacasilla, en dirección de Este a Oeste. Aprobada, los guardenses se apresuraron a limpiar el monte. Por un lado, ahuyentaron a los lobos, y por otro, obtuvieron leña en abundancia para sus hogares.
Actualización Jul2025 | 686👀
Guardo y su Historia
Pleitos con los hidalgos
Los hijosdalgo eran la penúltima escala de la nobleza.
También se les llamaba fijodalgo, gentilhombre o infanzón.
En el último lugar de la nobleza estaban los caballeros y escuderos. Presumían de su categoría. Les gustaba distinguirse del pueblo y se consideraban una clase social superior, porque añoraban la aristocracia.
El título de hidalgo eran transmitido por herencia, aunque en el siglo XVI se llegaron a comprar con dinero. A éstos se los llamó hidalgos de privilegio.
Esta clase de nobles siempre disfrutaron de privilegios, como el de no pagar impuestos. Esto suponía un agravio para los vecinos de cualquier pueblo, pues veían que tales hidalgos lo único que tenían era orgullo, pero la mayoría carecía de fortuna. No fue el caso de los muchos hidalgos que han existido en Guardo. Sin embargo, hubo casos de señores que llegaban a una villa y, haciendo gala de la picaresca, que en aquellos años reinaba por doquier, decían que eran hijosdalgo y así evitaban el pago de pechos (impuestos). Esto dio lugar a varios pleitos. Los hijosdalgo que de verdad lo eran recurrían a la Real Chancillería de Valladolid. Allí recababan pruebas y documentos, dictaban sentencia y proporcionaban el correspondiente certificado de hidalguía.
En Guardo no siempre hubo hidalgos. Hasta el siglo XVI no hay constancia de su existencia en esta villa. En ese siglo, el número de hidalgos era elevado. Todos lucían encima de la puerta de su casa el escudo de armas de su familia. Las casas que actualmente presentan un escudo en su fachada original pertenecieron a un hidalgo. Este era uno de los privilegios.
En 1572 se dio en Guardo un pleito con hidalgos. A un nuevo vecino de esta villa, Gaspar de Robles, le pusieron 1500 dineros de impuestos. Éste se negó a pagar, alegando que era hidalgo, pues su padre, su abuelo y sus antepasados lo habían sido y nunca pagaron. El Concejo no quiso saber nada y le requisaron su vivienda el 9 de junio. Le embargaron una capa negra, que debía ser lo único de valor que poseía. Indignado el citado Gaspar, herido en su orgullo, entabló pleito ante la Real Chancillería contra los hombres buenos de Guardo. El proceso duró bastante, ya que se pidieron actas de bautismo a las iglesias donde se habían bautizado y casado sus padres, y certificaciones de otras villas, donde se demostraba que siempre les habían tenido por hijosdalgo. Como gano el litigio Gaspar de Robles, le tuvieron que devolver la capa negra embargada. (33)
Otra familia guardense que mantuvo pleitos contra el Concejo por esta misma causa fue la de los Diez de Valdeón, que procedían de Velilla. Uno de esos pleitos tuvo lugar en 1550 y lo llevó a cabo el mozo avecindado en Guardo Pero Diez, hijo de Pero Diez de Valdeón y de Antonia Pérez. Su abuelo también fue hidalgo y ganó el pleito. Años más tarde, en 1580, uno de sus sucesores, Felipe Diez de Valdeón, tuvo que recurrir a la Chancillería vallisoletana para que le reconocieran su rango social de hidalgo, lo que consiguió fácilmente, pues en ese tribunal estaban archivados los pleitos de sus antepasados que demostraban la hidalguía de los Diez de Valdeón. No terminó aquí el enfrentamiento de los descendientes de esta familia con el Concejo guardense. En los siglos siguientes, veremos otros casos similares en la Real Chancillería de Valladolid.
Imagen:
Cédula Real de Fernando el Católico mandando a los hijosdalgo y caballeros de la ciudad de Burgos y su tierra, junto con la merindad de Río Ubierna, que en 30 días comparezcan con armas y caballo a punto de guerra en Córdoba, para acompañar al Rey en la guerra de Granada.
El título de hidalgo eran transmitido por herencia, aunque en el siglo XVI se llegaron a comprar con dinero. A éstos se los llamó hidalgos de privilegio.
Esta clase de nobles siempre disfrutaron de privilegios, como el de no pagar impuestos. Esto suponía un agravio para los vecinos de cualquier pueblo, pues veían que tales hidalgos lo único que tenían era orgullo, pero la mayoría carecía de fortuna. No fue el caso de los muchos hidalgos que han existido en Guardo. Sin embargo, hubo casos de señores que llegaban a una villa y, haciendo gala de la picaresca, que en aquellos años reinaba por doquier, decían que eran hijosdalgo y así evitaban el pago de pechos (impuestos). Esto dio lugar a varios pleitos. Los hijosdalgo que de verdad lo eran recurrían a la Real Chancillería de Valladolid. Allí recababan pruebas y documentos, dictaban sentencia y proporcionaban el correspondiente certificado de hidalguía.
En Guardo no siempre hubo hidalgos. Hasta el siglo XVI no hay constancia de su existencia en esta villa. En ese siglo, el número de hidalgos era elevado. Todos lucían encima de la puerta de su casa el escudo de armas de su familia. Las casas que actualmente presentan un escudo en su fachada original pertenecieron a un hidalgo. Este era uno de los privilegios.
En 1572 se dio en Guardo un pleito con hidalgos. A un nuevo vecino de esta villa, Gaspar de Robles, le pusieron 1500 dineros de impuestos. Éste se negó a pagar, alegando que era hidalgo, pues su padre, su abuelo y sus antepasados lo habían sido y nunca pagaron. El Concejo no quiso saber nada y le requisaron su vivienda el 9 de junio. Le embargaron una capa negra, que debía ser lo único de valor que poseía. Indignado el citado Gaspar, herido en su orgullo, entabló pleito ante la Real Chancillería contra los hombres buenos de Guardo. El proceso duró bastante, ya que se pidieron actas de bautismo a las iglesias donde se habían bautizado y casado sus padres, y certificaciones de otras villas, donde se demostraba que siempre les habían tenido por hijosdalgo. Como gano el litigio Gaspar de Robles, le tuvieron que devolver la capa negra embargada. (33)
Otra familia guardense que mantuvo pleitos contra el Concejo por esta misma causa fue la de los Diez de Valdeón, que procedían de Velilla. Uno de esos pleitos tuvo lugar en 1550 y lo llevó a cabo el mozo avecindado en Guardo Pero Diez, hijo de Pero Diez de Valdeón y de Antonia Pérez. Su abuelo también fue hidalgo y ganó el pleito. Años más tarde, en 1580, uno de sus sucesores, Felipe Diez de Valdeón, tuvo que recurrir a la Chancillería vallisoletana para que le reconocieran su rango social de hidalgo, lo que consiguió fácilmente, pues en ese tribunal estaban archivados los pleitos de sus antepasados que demostraban la hidalguía de los Diez de Valdeón. No terminó aquí el enfrentamiento de los descendientes de esta familia con el Concejo guardense. En los siglos siguientes, veremos otros casos similares en la Real Chancillería de Valladolid.
Imagen:
Cédula Real de Fernando el Católico mandando a los hijosdalgo y caballeros de la ciudad de Burgos y su tierra, junto con la merindad de Río Ubierna, que en 30 días comparezcan con armas y caballo a punto de guerra en Córdoba, para acompañar al Rey en la guerra de Granada.
________
33 ARCHIV: sala de hijosdalgo, caja 618-72
33 ARCHIV: sala de hijosdalgo, caja 618-72
Un canal desde Guardo a Dueñas
El siglo XVI, un siglo para un templo
Guardo, siempre aislado de la capital y las grandes ciudades, perdió en el siglo XVI una oportunidad para unirse por medio de un canal navegable con Palencia y Valladolid, que entonces era la capital de España.
De haberse llevado a cabo esta ambiciosa obra, Guardo sería hoy otro muy distinto. Todo empezó en octubre de 1549. Carlos I y su hijo y heredero Felipe II, junto con el Consejo Real de Castilla, encargaron al ingeniero Bustamante de Herrera que hiciera un estudio para ver las posibilidades de convertir en navegables los ríos Carrión, Pisuerga, Arlanza y Arlanzón.
Bustamante de Herrera recorrió los cauces de esos ríos y emitió un informe completamente negativo a causa de las muchas presas de molinos, riberas inaccesibles y corrientes desiguales. La propuesta de este ingeniero era olvidar la idea de hacer navegables estos ríos y construir un canal por cuyo cauce pudieran navegar barcazas, arrastradas desde las orillas por mulas.
Aquel informe decía que Guardo distaba de Valladolid 24 leguas y podría abastecer a la capital del reino de hierro, madera de roble, castaño, tejo, enebro y aliso. También era posible el abastecimiento de pescado del mar de Asturias (fresco y en salazón) y mucha trucha viva. Igualmente, esta zona de la Montaña Palentina podría surtir de aquellas frutas que no se daban en Valladolid. A esto habría que añadir mucha cal y carbón de leña, productos que abundaban en Guardo.
El ingeniero Bustamante de Herrera era más partidario de construir el canal desde Guardo por los productos que desde aquí se podrían poner en Valladolid a bajo precio. Recomendó el río Carrión para hacer el proyecto, pues representaba menos dificultades. Dijo que era este río el que más provecho tenía en toda Castilla. Los inconvenientes radicaban en los perjuicios que se harían a los pueblos, pues habría que quitar 167 presas de molinos y batanes y se privaría de regar las vegas de Guardo, Saldaña y Carrión, que son fértiles y dependen del río. Para remediar este inconveniente, propueso el trasvase de las aguas del Riofrío, afluente del Deva y cuyo nacimiento está a media legua de las Lagunas o Fuentes Carrionas, nacimiento del Carrión. De esta manera, éste tendría más caudal y se solventarían las dificultades citadas. El canal en cuestión iría desde Guardo hasta Dueñas y allí entraría en el Pisuerga hasta hasta Valladolid.
El Consejo Real de Castilla nombró al doctor Ribera para que examinara el proyecto de Bustamante de Herrera con dos técnicos alemanes. La comisión comenzó el nueve de Julio de 1550 a recorrer el terreno para comprobar todo lo que había expuesto Bustamante. El 14 de agosto ya estaban de vuelta. Habían examinado palmo a palmo los cauces del Pisuerga y Carrión, incluso navegaron por sus aguas a lo largo de diversos trayectos.
Bustamante de Herrera presentó un nuevo informe apoyando el canal desde Guardo a Dueñas. Sin embargo, la decisión final se inclinó por el canal desde el Pisuerga, dejando al Carrión a un lado, para tristeza de los guardenses y demás pueblos de la comarca. A la par, hubo muchos labradores guardensen y ribereños del Carrión que se alegraron, pues tenían el presentimiento de que sus cultivos sufrirían mucha merma por falta de riegos. Finalmente, se hizo el proyecto del canal del Pisuerga y las obras comenzaron en 1751, doscientos años después. Tardaron otro siglo en acabar los trabajos.
Actualización Jul2025 | 1.070👀
Guardo y su historia
La estafa de los escribanos
Otro de los sucesos ocurridos en este siglo que terminó con la mayor parte de las autoridades multadas y con los escribanos en la cárcel ocurrió en 1798.
Fue un escándalo de grandes dimensiones. En Guardo no se habló de otra cosa en mucho tiempo. Todo comenzó cuando un vecino de Otero de Guardo llegó procedente de la provincia de Toledo con un encargo de un hidalgo que habitaba en el pueblo de Calabarro, don Nicolás de Nombela, hijo de don Pedro de Nombela, que había vivido en Villalba de Guardo. El de Otero, Mateo Mancebo, traía el encargo de regresar a Toledo con una certificación de hidalguía para esa familia, ya que se la exigían en el pueblo donde ahora vivía. Traía consigo una gran cantidad de dinero para pagar los servicios de escribanos y alcaldes.
El escribano de Guardo, don Agustín Serrano, en un principio se negó a conceder tal certificación, pero después se puso de acuerdo con el alcalde ordinario, Gerónimo Fernández para estafar a esa familia de don Pedro Nombela. Como el alcalde era un hombre sencillo, de corta inteligencia y que no sabía firmar, fue convencido con la promesa de sacar de provecho dos carros de vino. El escribano Agustín Serrano falsificó el certificado de hidalguía, puso el nombre de unos 20 testigos falsos que atestiguaban de don Pedro de Nombela había sido hidalgo en Guardo y por tal siempre se tuvo. Para dar mayor autenticidad, falsificaron la firma del alcalde, que no sabía firmar. También intervino el otro escribano, Matías de Salazar Villarroel. Entre todos se repartieron los dineros que había traído de tierras toledanas Mateo Mancebo. Se pusieron de acuerdo con éste, que marchó con otros que iban a trabajar a Toledo. Una vez allí, el de Otero se separó de sus compañeros, fue hacia Calabarros y entregó la certificación de hidalguía a su destinatario.
Pero no contaban los estafadores con que el hidalgo don Nicolás de Nombela se iba a dar cuenta de la falsificación, pues los datos que allí figuraban no eran ciertos. Los Nombela no habían vivido en Guardo, sino en Villalba de Guardo. Lo puso en manos de la justicia e intervino el fiscal de su Majestad. Y llegó hasta Valladolid, al tribunal de la Chancillería. Ésta descubrió el pastel y sentenció con severidad. Los dos escribanos de Guardo fueron presos en la Corte, con guarda y custodia y llevados a las cárceles de África. Pagaron 80 ducados cada uno, les embargaron todos sus bienes y fueron apartados de sus oficios. A Matías Mancebo, de Otero, le pusieron 30 ducados de multa por cómplice. El Concejo de Villalba también fue castigado con 20 ducados. Además, los jueces ordenaron borrar el escudo de armas que el escribano Matías Salazar lucía sobre la puerta de entrada de su casa. Ante esta orden del tribunal vallisoletano recurrió al otro alcalde ordinario, don Gregorio Díez Santos, uno de los grandes terratenientes de Guardo y padre del insigne don Francisco Díaz Santos Bullón. ¿Qué tenía que ver en este feo asunto un señor de tan alta riqueza? Pues sencillamente que la casa donde vivía el mencionado escribano encarcelado, era propiedad de don Juan Díez Santos, su hermano ya fallecido. El escudo de armas no era del escribano, ni lo había puesto él, sino que era del hermano de don Gregorio. El alto tribunal le dio la razón y restituyeron el escudo del fallecido.
El escribano de Guardo, don Agustín Serrano, en un principio se negó a conceder tal certificación, pero después se puso de acuerdo con el alcalde ordinario, Gerónimo Fernández para estafar a esa familia de don Pedro Nombela. Como el alcalde era un hombre sencillo, de corta inteligencia y que no sabía firmar, fue convencido con la promesa de sacar de provecho dos carros de vino. El escribano Agustín Serrano falsificó el certificado de hidalguía, puso el nombre de unos 20 testigos falsos que atestiguaban de don Pedro de Nombela había sido hidalgo en Guardo y por tal siempre se tuvo. Para dar mayor autenticidad, falsificaron la firma del alcalde, que no sabía firmar. También intervino el otro escribano, Matías de Salazar Villarroel. Entre todos se repartieron los dineros que había traído de tierras toledanas Mateo Mancebo. Se pusieron de acuerdo con éste, que marchó con otros que iban a trabajar a Toledo. Una vez allí, el de Otero se separó de sus compañeros, fue hacia Calabarros y entregó la certificación de hidalguía a su destinatario.
Pero no contaban los estafadores con que el hidalgo don Nicolás de Nombela se iba a dar cuenta de la falsificación, pues los datos que allí figuraban no eran ciertos. Los Nombela no habían vivido en Guardo, sino en Villalba de Guardo. Lo puso en manos de la justicia e intervino el fiscal de su Majestad. Y llegó hasta Valladolid, al tribunal de la Chancillería. Ésta descubrió el pastel y sentenció con severidad. Los dos escribanos de Guardo fueron presos en la Corte, con guarda y custodia y llevados a las cárceles de África. Pagaron 80 ducados cada uno, les embargaron todos sus bienes y fueron apartados de sus oficios. A Matías Mancebo, de Otero, le pusieron 30 ducados de multa por cómplice. El Concejo de Villalba también fue castigado con 20 ducados. Además, los jueces ordenaron borrar el escudo de armas que el escribano Matías Salazar lucía sobre la puerta de entrada de su casa. Ante esta orden del tribunal vallisoletano recurrió al otro alcalde ordinario, don Gregorio Díez Santos, uno de los grandes terratenientes de Guardo y padre del insigne don Francisco Díaz Santos Bullón. ¿Qué tenía que ver en este feo asunto un señor de tan alta riqueza? Pues sencillamente que la casa donde vivía el mencionado escribano encarcelado, era propiedad de don Juan Díez Santos, su hermano ya fallecido. El escudo de armas no era del escribano, ni lo había puesto él, sino que era del hermano de don Gregorio. El alto tribunal le dio la razón y restituyeron el escudo del fallecido.
Actualización Jul2025 | 💥944👀
Suscribirse a:
Entradas
(
Atom
)