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Cuando el agua brotó impetuosamente

En mi Velillas del Duque, pueblo de mi niñez y adolescencia, en aquellos años cuando chavales, corriendo los años 60 del siglo pasado, para allegar el agua a nuestras casas teníamos que trasladarla desde una fuente cercana situada en un lateral del pueblo, mediante cubos o mediante aquellos familiares cántaros hechos de barro. Fuente a la que desde siempre se había acudido porque el agua que proporcionaba era de una pureza y frescura extraordinarias.


Velillas del Duque | @JJavier Terán

Y ganando adeptos sobre todo durante el verano, por esa frescura tan única que nos proporcionaba el agua que dicha fuente arrojaba desde su interior; en especial cuando la recogíamos y almacenábamos en aquellos populares botijos de barro que no faltaban en ninguna de las casas, y luego en las duras y prolongadas faenas del campo y de la era. Andando el tiempo y con los primeros signos de modernidad, descubriríamos las importantes ventajas que nos proporcionaría posteriormente a las familias el agua del pozo artesiano recién construido en aquellos años en un lateral del pueblo, junto a la escuela.

Pues aunó en sí tres necesidades que se cubrieron de pronto de aquella manera: fue muy útil para el consumo de las personas, sirvió también para proporcionar el agua a los animales de tiro en el abrevadero anejo que se construyó al lado y evitó también que para lavar la ropa en las casas hubiera que desplazarse hasta el río, pues junto al pozo se construyó a la par un lavadero para estos menesteres. Incluso el hecho mismo de la construcción del pozo, aparte de ser todo un éxito al haberse conseguido muy pronto que el agua brotase con fuerza al exterior desde las profundidades de la tierra, significó también un antes y un después en la vida del pueblo, que de repente se modernizó anticipadamente unos cuantos años.

Para su construcción, se desplazó hasta allí una pesada y novedosa maquinaria, antes nunca vista en el lugar, encargada de la prospección. Al frente de la cual se encontraba un famoso pocero (que así se le llamaba) que ya había hecho prospecciones similares con éxito en otros pueblos del contorno y que, por ello, era muy conocido. Uniéndose a ello el pequeño espectáculo en el que sin duda se convertiría aquel hecho, al suponer una especie de revulsivo en la monotonía habitual, pues los días que se tardó en perforar el suelo hacia abajo, hasta que brotase la corriente de agua desde las profundidades, resultaría todo un continuo ir y venir de las gentes hasta el lugar a la espera de resultados positivos. Y también para nosotros, los chavales, que esperábamos con ansias el final del horario escolar, tanto en la mañana como en la tarde, para poder acudir raudos al lugar y observar igualmente las tareas de aquella gigantesca prospección. Y por fin un día, cuando quizás más descuidados estábamos, el agua brotó con fuerza desde las mismas entrañas de la tierra y todo el pueblo se puso a aplaudir aquella gesta, sabiendo lo mucho que nos iba a todos en aquella empresa.

Y algún tiempo después, el día que por fin, una vez construido en su totalidad todo el conjunto del pozo, lavadero y abrevadero, se procedió a su inauguración de manera oficial, fue una fiesta grande en el pueblo. Desplazándose desde la capital hasta Velillas del Duque, a tal fin, las primeras autoridades provinciales: gobernador civil y presidente de la Diputación, entre otros, con sus respectivos séquitos. A los escolares nos dieron vacación especial en la escuela aquel día y acudimos todos en masa hasta la entrada del pueblo, junto a las autoridades locales y comarcales, a recibir a los recién llegados desde la capital; agitando con insistencia todos nosotros, a modo de calurosa bienvenida, unas pequeñas banderitas de papel sujetas a un pequeño palo, que previamente nos habían repartido.

Había que agradecer de alguna manera el que aquellas autoridades que ahora nos visitaban, nos hubiesen posibilitado los medios y los dineros para la construcción de aquel pozo artesiano y sus unidades satélites para el mayor bienestar del pueblo. Y es que, en efecto, todo aquel conjunto de construcciones supuso un gran avance en pos de una modernidad que ansiábamos conquistar cuanto antes como habitantes del pueblo, en lo que era nuestro constante día a día.





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7 comentarios:

Alfonso Santamaría Diez dijo...

Entrañables recuerdos de tu pueblo nos traes hoy a este blog Javier Terán, recuerdos que a mi me llegan también de aquellos años en los que trasladaba el agua de la fuente a casa en calderos con un marco de madera para no perder el equilibrio. Recuerdos también del popular botijo y de los pozos artesianos y lavaderos que evitaron que nuestras madres tuvieran que ir a lavar al río. Se construyeron fuentes, lavaderos y abrevaderos o pilones para el ganado, muchos recuerdos de cuando llevaba mi abuelo a su burro a beber al pilón. Me has trasladado Javier a mi niñez, y también fluyen recuerdos de alguna inauguración por parte de las autoridades con la bendición del sr. obispo. Bonita historia Javier cuando el agua brotó en Velillas del Duque, tu pueblo.

Froilán De Lózar dijo...

Me gustaría que, al hilo de estos recuerdos, cerraseis un momento los ojos para imaginar lo que pasaba entonces en muchos pueblos de la montaña. En Herreruela de Castillería, por ejemplo, el río estaba abajo, pero abajo, me refiero a unas cuestas infernales y casi impracticables.
Y estamos hablando de cincuenta años atrás.

FGC dijo...

Qué importante es el agua en todos los pueblos, es fuente de vida para la gente, los animales, los negocios...todo. En el mío nunca hemos tenido escasez, estamos en un valle y en cualquier rincón que escarbes aflora un manantial, con decir que la casa de mi abuela tenía un pozo en el gran portal de la casa...lo digo todo. Qué recuerdos me has traído con tu artículo, aparte de que recuerdo también cuando se hicieron las acometidas de agua, se decía así. Hasta entonces todo el mundo iba a las fuentes del pueblo cántaro en mano, o en la cadera más bien.

Marcos dijo...

Una bonita historia la que llevó el agua al pueblo. El agua purifica, refresca, enamora con su presencia en los cauces de los ríos, saltando impetuosa por los despeñaderos y brotando de surgencias mágicas al nivel del suelo. El agua revive al ser humano, por fuera y por dentro.
Muchas gracias por compartir historias tan entrañables.
Saludos!

Javier Terán dijo...

Muchas gracias a todos vosotros por leerme y por vuestros comentarios a mi última aportación a “Curiosón”. Donde veo habéis plasmado también algún recuerdo agradable de aquellos años al respecto, porque incluso vivisteis también esta experiencia en vuestros pueblos de referencia. Me alegro que mis letras os hayan resultado atractivas.
Y en cuanto al hecho en sí, decir que en efecto, esto de los pozos artesianos para proporcionar agua potable al vecindario de nuestros pueblos, junto a la construcción a la par de los lavaderos y, en ocasiones, abrevaderos para el ganado, supuso en aquel entonces un gran adelanto y una evidente mejora en el día a día de la vida de sus gentes. Saludos.

jose (librosdeviajes) dijo...

Que bien has transmitido lo que viviste en el pueblo, emotivo recuerdo que nos hace revivir a cada uno nuestra infancia y los hechos que cambiaron las formas de vivir en aquella España de hace años que buscaba modernizarse. Nuetras felicitaciones.😉

Saludos!

Javier Terán dijo...

Muchas gracias, Jose, por tus palabras hacia mi relato. Me alegro te haya gustado. Y sí, desde luego, aquello supuso un paso muy importante en la modernización del pueblo en aquellos años. Saludos.

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