Por qué se escribe, de Fernando Martín Aduriz
Un nuevo libro de nuestro colaborador que se presenta estos días en diversas ciudades españolas con la presencia de escritores que aparecen mencionados en su columna de Diario Palentino y Curiosón.
Vecinos ilustrados, silencio
Fernando Martín Aduriz dejó la presidencia del Ateneo de Palencia en 2020 y dejó también, su colaboración semanal en Diario Palentino. Pero seguiremos disfrutando de los consejos de nuestro psicólogo subiendo periódicamente al blog artículos que no deben morir en las páginas de un periódico.
Tras 18 años, octubre de 2003, esta es mi última columna de ‘Vecinos ilustrados’. Me despido pues, de los lectores de ‘DIARIO PALENTINO’, con quienes he pasado muy buenos ratos imaginando que formaban parte de la opinión pública ilustrada.
Unir vecindad e ilustración ha sido un maridaje extraño, máxime en la época en que una columna periodística viaja por la Red y se torna difícil saber a qué lector se dirige el columnista de prensa. De entrada se supone que a quien lee.
Pero ¿qué es leer? Quizá leer sea leer entre líneas y avanzar una interpretación, pero también llegar inesperadamente a un lugar nuevo, como iluminó Gustavo Martín Garzo, y figura en exordio en el último gran libro de Irene Vallejo, Manifiesto por la lectura.Caligrafías del cuidado.
Al comienzo, algunos me preguntaron para qué escribía. También para quién. Era evidente que no para idiotas. Algunos efectos iniciales me hicieron comprender que aún cuando escribiera de manera altruista, participando como psicoanalista en los asuntos de la ciudad, siguiendo así la orientación de Jacques-Alain Miller, no era amor precisamente lo que iba a obtener.
Sin embargo me equivocaba de plano. Pasado el tiempo, iba a recoger columna a columna fugaces muestras de cariño, de ternura, de agradecimiento. Me ha sido suficiente. Escribir es también pedir. Y lo pedido, en el fondo, siempre es amor. Además, de la disciplina semanal, de esas cinco horas que me ha llevado escribir cada ‘Vecinos Ilustrados’, he salido capturado para la escritura, lo que me absorbe más cada día. Por qué se escribe. Cincuenta escritores es precisamente el título del próximo libro basado en columnas del ‘Palentino’, ya en el regazo de los amigos de mi admirada Revista Litoral. Sin el inteligente maestro Cancho y el respeto del director Santoyo no hubiera resistido tantas semanas, tantos años. Mi homenaje con ellos, a los que se agotan a diario por sacar un periódico bajo el aforismo alemán periodístico de La eternidad de un día. Al decir adiós, querido lector de prensa, evoco la defensa de la prensa escrita, a la vez que la sabática necesidad de guardar silencio.
—Analizantes experimentados
Actualización Agosto2025 | 685👀
Amor
El aforismo de Lacan, «sólo el amor permite al goce condescender al deseo», es un enunciado que orienta muy bien en el campo de las dificultades psicológicas que presenta el desamor, el amor tóxico, el amor no correspondido, el amor nunca encontrado, el amor fugaz.
Puede perderme
La pregunta acerca del deseo del Otro se declina de muchos modos, camuflada en la verdad incontestable de la angustia, y también en forma de otra pregunta, qué soy para el Otro, de verdad ¿puede perderme?
Esta estrategia suele corresponder al adolescente en fuga, quien con su maniobra concita el interés de todos por unas horas, muy especialmente de quienes menos interés parece despertar. A la hora de la verdad, los padres más ocupados del poder y la gloria que de su hija adolescente suelen dejarlo todo y ocuparse de mostrar que no pueden perderla.
También es estrategia del sujeto suicida, que puede ejecutar de ese modo el único acto logrado que es un suicidio, y satisfacer así la fantasía del pueden perderme. Incluso de espolvorear en su entorno la sombra de la culpabilidad, pero se equivoca, puesto que nunca nadie podrá robarle ese su acto, del que es único responsable. Salvo, eso sí, cuando se trata de sujetos vulnerables conminados por un sujeto criminal.
La posición del sujeto obsesivo, conocedor de los entresijos del funcionamiento total de una empresa, puede juguetear con abandonarla, yéndose a otra, y certificar así su absoluto ser imprescindible, su particular no pueden perderme.
De todos las posibilidades, ninguna como la táctica histérica (masculina o femenina, hetero u homo) en el amor, que se goza de abandonar al enamorado, en ocasiones justo en el momento en que menos puede convertirlo en objeto desechable. Saborear el vacío que deja atrás es un goce infinito. Además, puede con esa estrategía, ser una y otra vez la persona desconocida del siguiente. Lo verdadero es que no hay nadie que no pueda perderse. Dado que tempus fugit y el olvido que seremos, todos podemos ser perdidos.Tengo recientes unos versos del poema ‘La vendimia’, dentro de Cingla, último poemario de Constantino Molina:
Yo vine, por amor, a la vendimia
Deseo
Si sólo el amor permite al goce condescender al deseo es porque se acepta esperar
Goce
Usamos en castellano la noción de goce igualándola a la de placer
Tristeza
De todas las malas artes que solemos desplegar con los niños, pocas como las de sustraerles el encuentro con la tristeza para llevarlos de viaje una y otra vez exclusivamente a los barrios de la alegría, tanto que produce vergüenza esta exaltación al disfrute permanente, a la fiesta perpetua, a la ausencia de la verdad completa de la vida, sin calcular el daño que, a la larga, así infligimos.
Las personas tristes a su pesar lo tienen crudo cuando quieren explicarse. Pues no siempre se ve claro el motivo, e incluso, la causa aparece como inexistente, no se encuentra con facilidad la razón de atravesar un período de tristeza en su vida, especialmente si la fortuna sonríe en todos los campos, como si la tristeza razonable sólo pudiera hacer acto de presencia cuando la vida golpea.
Tal y como mostrara Freud con el ejemplo de aquellos que “fracasan al triunfar”, la tristeza aparece en ocasiones tras demasiados logros, al finalizar un proyecto, o simplemente al llegar a la meta, haciendo buena así la tesis de Kavafis de que el camino es lo más importante del viaje a Ítaca, y nada de prisas: “Llegar allí es tu destino. Pero no tengas la menor prisa en tu viaje”. De otro modo se termina, tristemente, amando la tristeza. Lo que al niño le enseña el encuentro con la tristeza es humildad, y fortaleza psicológica para el futuro.
Margarita Yourcenar
Los escritores mienten, aún los más sinceros
Franz Kafka
"Mi único deseo y mi única vocación, la literatura…detesto todo lo que no tiene que ver con la literatura. Mi nostalgia de la literatura triunfa sobre todo."
Franz Kafka (1983-1924), escritor de Praga, genio, habitual de nuestras referencias, kafkianas o no.
Kafka, no era muy apto para vivir, sólo vivía escribiendo, (Blanchot en De Kafka a Kafka). En su Diario escribe que desistió de casarse por la consideración a mi trabajo de escritor, pues creía amenazado ese trabajo por el matrimonio. Aunque también desvela que le angustiaba y le daba síntomas (insomnio) cuando se acercaba el momento.
Quiso destruir su obra, dio instrucciones, (que su amigo Max Brod nunca cumplió) pero escribió por urgencia vital, no por moralizar. Su vida era escribir. Estudió Derecho, pero ocupó puestos laborales administrativos que le permitieron tener las tardes libres para escribir, etc. Aunque si una noche escribo algo bueno, al día siguiente en la oficina estoy que ardo y soy incapaz de hacer nada a derechas. Incluso escribir un Diario era la prueba de que había vivido, de haber mirado alrededor. Escritura y vida.
Supo escribir una obra única, América, El castillo, El proceso, La metamorfosis. Me gusta especialmente su Carta al padre. En ella está la literatura y una excelente síntesis de las relaciones entre un padre y un hijo, y desde luego el cogollo de la neurosis kafkiana, sólo fijándose en cómo empieza: Querido padre, una vez hace poco me preguntaste por qué te temía, o cómo continúa: mientras por ti no soy capaz de mover un dedo (ni siquiera darte una entrada para el teatro), lo haría todo por mis amigos.
Los estudiosos de Franz Kafka han escrito obras geniales. Me gusta el Kafka de Reiner Stach, pero mucho más el Kafka de Pietro Citati, libro poético y que dibuja a las mil maravillas la unión de vida y obra del escritor checo.
Franz Kafka escribió para engañarse, (en el instante mismo en que engañaba a sus lectores). Escribió para así vivir, organizando su vida para poder escribir. Pero sobre todo para descongelarse, pues pensaba que un libro ha de ser un hacha para clavarla en el mar congelado que hay dentro de nosotros.
Actualización Agosto2025 | 439👀
Ramón Margareto, artista
Cuando esta tarde presente Frenesí en el Auditorio Castilla, lo hará como cinéfilo, amante del cine o director de cine, pero de seguro que también lo hará como artista, pues Ramón Margareto es también pintor, escritor y guionista. Desconozco cuál sería la mejor definición de artista, quizá la de María Moliner: persona que cultiva una de las bellas artes.
Pero prefiero la de Alain de Botton (autor de una obra profunda El arte como terapia) cuando entre una de las funciones del arte establece que es algo relacionado con el recuerdo, esto es, el arte serviría para evitar el olvido, al igual que la escritura, claro. Ya Borges sentenció que solo una cosa no hay, el olvido. Prestarse a no querer saber, a no desvelar lo que no se sabe, parece el destino óptimo de demasiados seres humanos incapaces de despertar en el mundo en el que habitan, nostálgicos de su pasado, de “sus tiempos”. En una palabra, olvidar es una afición muy extendida, que produce un bello sueño. Incluso hay quienes hablan de derecho al olvido. Desde luego, no es extraña aventura terapéutica, muchos se dedican profesionalmente a ello: ayudan a olvidar, a sepultar los recuerdos. Creen, incautos, que es posible. Finalmente, disponemos aún del artista, que se empeña en evocar lo que vivimos, en llevarnos de viaje a su mirada. Y así, Ramón Margareto, consigue su Premio Goya al mejor Cortometraje Documental con el significativo título de Memorias de un cine de provincias. En ese documental el narrador de recuerdos es el propio cine. Convendría no olvidarse de este documental y hablar más de él. Aún más significativo es que Ramón Margareto presente esta noche una película, de la que se pueda conversar después en un coloquio, precisamente en lo que fuera hace muchos años otro cine de provincias, el cine Castilla, escenario como el cine Ortega de sueños, ilusiones y de viajes de miles de palentinos a su memoria oculta. ¡Cuánto debemos al cine! Siguiendo la estela de la mirada del artista parece que estamos en mejores manos que en la de quienes proclaman un lema repugnante: “Olvídate y calla”.
Imagen: Diario de Valladolid
Actualización Agosto2025 | 536👀
La ansiedad que no cesa
Que Fernando Martín Aduriz posee una vocación didáctica se nota en todas las manifestaciones, tanto académicas como profesionales, que ha ejercido y ejerce a lo largo de su vida. Por ello es evidente que su tarea de escritor venga también marcada por esa inclinación. Este su último libro es buena muestra de ello. Yo no soy experta en la materia que aquí se desarrolla, pero lo he leído con mucho agrado, precisamente porque el libro está escrito con gran claridad y bien estructurado. Ejemplifica esa estructura bien estudiada los títulos de los distintos apartados en que se divide: comienza con La ansiedad que no cesa y concluye con la ansiedad que cesa.
CARMEN CASADO LINAREJOS
Entre ambos, aparecen sus experiencias profesionales y eso se nota porque no hay afirmaciones gratuitas sino que sus conclusiones y exposiciones vienen refrendadas por los casos que él ha tratado como psicoanalista, para evidenciar los resultados de sus tratamientos. De ahí la dedicatoria del libro: “A mis analizantes. A los jóvenes psicoanalistas de todas las edades.” Las situaciones descritas en el libro nos resultan fácilmente reconocibles porque retratan una buena parte del modo de vida que tenemos en el siglo XXI.
Hasta tal punto que este libro podría describirse como un retrato del principal problema humano de nuestros días: la ansiedad. Nunca se ha hablado tanto de ansiedad y depresión como se hace ahora. F.M.A. explica de modo claro las relaciones que se establecen entre estos problemas y nuestra actual sociedad. Entre las causas, el autor se centra en la prisa-tenemos grandes dificultades para esperar-, la necesidad de absorber una actividad frenética, rayana en la hiperactividad, todos conocemos a diferentes personas que no dudan un instante en aceptar funciones, cargos, encomiendas de todo tipo porque son incapaces de decir NO a cualquier propuesta que para él suponga una mejora en su status social en su comunidad. Hay también el irresoluto: qué difícil resulta en ocasiones, tomar decisiones. El frustrado que se hunde por fracasos sentimentales o laborales, incapacitado para sobreponerse a la fatalidad y, por tanto, inmaduro. Esta situación es bien conocida de quienes, como yo, nos hemos dedicado a la educación de adolescentes. La sociedad actual se excede en la sobre protección de los jóvenes tratando de frenar cualquier contrariedad que pudiera disgustarlos, hasta tal punto que los profesores sufren del acoso permanente de estos padres sobre protectores para que no ejerzan su capacidad profesional con objetividad.La ansiedad y la depresión son frecuentes entre los docentes actuales. Algún caso ha alcanzado cotas tan elevadas que ha pasado a instancias judiciales dañando gravemente la capacidad y el prestigio profesional del docente. Este modo de tratar al joven es tan perjudicial para él que lo convierte en un ser blando, incapaz de reaccionar ante la adversidad que, inevitablemente, la vida le va a presentar. Es decir, los padres sobre protectores no educan a sus hijos, los convierten en personas indecisas, inseguras y, en muchas ocasiones, víctimas de ansiedad, cuando no de angustia. Yo me fijo en esta situación porque la he vivido y padecido, pero el autor nos presenta en el libro, una serie de situaciones en otros ámbitos de nuestra sociedad, cuya lectura resulta apasionante.
No hay nada más convincente que el relato de la experiencia vivida por quien se dedica profesionalmente al análisis de situaciones patológicas en el ámbito de la psique y en este libro el lector va a encontrar información ponderada y explicada con claridad y concisión. Otro punto que me resulta apasionante en la lectura de este libro es la constante referencia a la literatura. Por mi formación académica, la literatura es parte de mi vida y en este libro sus referencias son interesantísimas.
Empezando por el título, tomado de M. Hernández y que arranca con la transcripción de un soneto del poeta oriolano que nos habla de su dolor. ¿por qué M.H.?. Sus lectores sabemos del intenso sentimiento doloroso que llena sus versos. Fue un hombre atormentado. Infancia difícil, con un padre que lo golpeaba porque su afición a la lectura le distraía de su labor de pastor de cabras y perdía frecuentemente alguna, con lo que su padre lo golpeaba hasta el punto que sufrió una cojera derivada de aquellas palizas. Sus dificultades para abrirse paso en la literatura, su sentimiento de culpa profunda derivada de la muerte de su amigo Ramón Sijé (elegía), la angustiosa ausencia de su esposa y su hijo. Las cartas que recibía en prisión de su esposa que le hablaba de su situación de pobreza que le llevaba a tener que alimentar a su hijito con cebolla (las nanas). Su temprana muerte a causa de la tuberculosis, etc., etc. En fin : la ansiedad- EL RAYO- que no cesa. Entre los autores y obras citados son mayoritarios los relatos. Entiendo muy bien esta predilección, no solamente por su valor práctico, ya que su corta extensión permite una concentración del mensaje que no tiene la novela, sino también porque esa limitación de su extensión nos muestra la maestría del autor con mayor relieve que la novela. Otra característica de los relatos seleccionados es su carácter autobiográfico, más bien confesional. Muy atractivo para un psicoanalista resulta ser la novela-en este caso, sí-titulada EL DOBLE, la segunda novela de Dostoyevsky, de 1846, que nos presenta la vida de un funcionario del estado ruso, quien, ante el rechazo que recibe por parte de su jefe, su personalidad se divide y enfrenta la realidad con su aspiración . Algo parecido a lo que ocurre a Don Quijote, pero con motivos y tratamiento muy diferentes. También la obra de Paul Auster citada es una novela, con un sugestivo título: Diario de invierno. Este libro resultará apasionante para un psicoanalista, ya que el diario no está redactado de modo cronológico, como suele ocurrir con el género Diario, sino de modo desordenado, siguiendo el flujo del pensamiento y los recuerdos, sin más conexión que el miedo a morir, lo que provoca esa sensación de “ansiedad que no cesa”. Es el nexo que relaciona las experiencias vitales que ha tenido: los amores, las relaciones familiares, su etapa de formación y, muy especialmente, la muerte de sus padres. Stefan Zweig y El mundo de ayer, también es una especie de confesión de su ideal de progreso indefinido y su fe en el ser humano, que desaparecen para siempre con la Gran Guerra. El destrozo de su esperanza en una sociedad mejor, que dramatiza el relato. Esa desesperanza se materializa en el suicidio, junto al de su esposa ante el posible triunfo del nazismo, otro caso claro de ansiedad, o mucho más que ansiedad. Así podríamos continuar mencionando las obras citadas, pero es mejor que nos lo cuente el autor del libro. Solo quiero añadir que la literatura y la psicología van inseparablemente unidas ya que en la novela de modo especial, asistimos a la descripción de tipos humanos . En el caso de la novela, como en el cine, en un contexto determinado que completa el cuadro relatado. También el uso del lenguaje figurado es común a ambas disciplinas. En el libro que presentamos aparecen términos como “el envoltorio”, “el huésped desconocido”, “la página en blanco”, etc. El autor nos habla de la conversación con un libro que, en realidad es un monólogo, ya que en el libro los lectores nos buscamos y nos hablamos o escapamos de la realidad, siempre menos satisfactoria. Resulta, pues, que la lectura de obras literarias puede entenderse como un modo de psicoanalizarse. Añadiré, por último, que los lectores profanos a la materia agradecemos la ausencia de tecnicismos. Se lee con agrado porque no hay un uso pedante de erudición ni hojarasca, sino con las necesarias citas de las fuentes empleadas por el autor No quisiera terminar sin aludir a la ilustración de la portada del libro. Un lapicero roto. Un símbolo de lo que le ocurre a nuestras vidas cuando la ansiedad rompe nuestro proyecto de vida.
Última actualización: Mar2025 | 336👀
Sigmund Freud
Conocer las circunstancias de la vida de un hombre cuando sus obras han pasado a ser tan significativas para nosotros, se pregunta Freud qué sentido tiene. Y piensa que es por el afecto que hacia el escritor tenemos, por lo que nos han aportado sus obras, por conseguir vínculos afectivos entre lector y escritor. En cierto modo ese es el punto central de las columnas periodísticas de este año, de recrearnos en buscar por qué se escribe, qué motivos vitales llevan a un escritor a traspasar la página en blanco, cómo de indisociables son vida y obra en un escritor.
Sigmund Freud (1856-1939) es conocido por ser el primer psicoanalista y por ser una figura universal en la vida intelectual del siglo XX. Pero fue un gran escritor, cuyos textos se leen con sumo placer, incluidos sus historiales clínicos, redactados por la pluma de un escritor laureado en 1930 con el Premio Goethe de Literatura. Para Freud escribir fue básico para comunicar su enseñanza, incluso con el género epistolar que tanto frecuentó. Aprendió castellano de forma autodidacta para poder leer El Quijote, y con un amigo se carteaba representando El coloquio de los perros de Miguel de Cervantes. Es su idea de analizar psicológicamente una obra lo que molestó a algunos como a Jensen, tras comentar y analizar su novela Gradiva. Sus trabajos sobre el dichter, han abarcado desde “Personajes psicopáticos en el teatro” a “El poeta y los sueños diurnos”, y sus escritos y análisis del Hamlet de Shakespeare o del Edipo Rey de Sófocles nos han orientado y permitido conocernos mejor, leer nuestro inconsciente.
Puede resumirse su metáfora del inconsciente en la obra literaria, en la versión final de un poema de Goethe, que Freud evoca al recibir el Premio:
“Lo no sabido por los hombres
aquello en lo cual no repararon,
vaga en la noche por el laberinto del pecho”.
Finalmente, está la notable intuición freudiana al percatarse de que el placer estético que nos proporciona la literatura también viene de que merced a su imaginación literaria el escritor nos permite gozar, sin remordimiento ni vergüenza, de nuestras propias fantasías.
Actualización Agosto2025 | 391👀
Pérez de Diego, médico
Ignacio Pérez de Diego, médico internista, jefe de Servicio de Medicina Interna, exdirector del Hospital San Telmo, viene a esta columna porque representa en el decir de sus pacientes (multitudes), no sólo el buen hacer técnico o profesional, sino el calor humano que transmitían tantos buenos médicos en el pasado, pero sobre todo personifica esa enigmática función de ojo clínico.
Un atesorado bagaje de experiencia juega a favor de quienes como el doctor Pérez de Diego escuchando, descifran los síntomas de un paciente. De acuerdo, eso que se decía antes de que la veteranía es un grado. Sin embargo, lo que natura non da Salamanca non presta, y la noción de ojo clínico implica un saber inconsciente, no una suma de conocimientos. Se pueden tener muchos datos en la cabeza y se han podido leer muchos libros y asistir a muchos congresos, pero cuando hablamos de ojo clínico nos referimos a un terreno donde las fronteras entre el saber, la intuición y eso que llamamos “pensar fuera de la caja” son fronteras difusas. La cum scientia (aplicar la ciencia a lo real) requiere una mediación y ahí el médico juega la partida. ¿Qué médico? Se ha querido diferenciar al médico-técnico (experto en la tecnología y amante del positivismo y la objetiva objetividad) que ve enfermedades y órganos e interacciones, del médico-humanista (experto en leer la subjetividad) que ve enfermos que tienen algo que decir acerca de su enfermedad. Al primer tipo de médico, que se ha impuesto en la época de la masificación sanitaria, donde ya no hay tiempo para saberse las vicisitudes de un enfermo, se le opone el médico que conoce por nombre y apellido a cada uno de sus pacientes, que se sabe su historial clínico de memoria. Eso que se ha terminado de poner de moda, la psicoinmunología, (nuestros estilos de vida repercuten en nuestro sistema inmunológico), se traduce en la práctica en que precisamos de médicos con ojo clínico. Como Ignacio, nuestro palentino vecino ilustrado de hoy, médico que tranquiliza, que lee la subjetividad, que…¡escucha! De los médicos de antes, hoy. Quizá sean así los médicos del futuro, los del ojo clínico.
Actualización Agosto2025 | 546👀
Una locura cualquiera
Recuerdo el día que presentamos en nuestra ciudad el último libro de José María Pérez, “Peridis”, Hasta una ruina puede ser una esperanza. El título del libro hace referencia a una frase de Unamuno, tras su visita al convento caído, antecedente del actual Monasterio de Aguilar, rehabilitado, del que se cuenta la historia en este libro.
De todos los textos de Unamuno, el que más me impactó (tras haber leído en COU su novela llamada Niebla) fue el prólogo que escribió a su Vida de Don Quijote y Sancho. Lo escuché una noche en una campa de la Laguna Negra soriana, de labios de Nube Roja, y desde entonces me ha acompañado como una lectura imprescindible. Este prólogo debía ser estudiado por los agitadores culturales antes de emprender una aventura intelectual. Fíjese el lector cómo empieza: «Me preguntas, mi buen amigo, si sé la manera de desencadenar un delirio, un vértigo, una locura cualquiera sobre estas pobres muchedumbres ordenadas y tranquilas que nacen, comen, duermen, se reproducen y mueren».
Todo el prólogo menciona lo difícil de lanzarse a aventuras, gestas, innovaciones, búsquedas, investigaciones (al estilo del Ich probiere del Nobel Ehrlich), pues siempre que alguien emprende un sueño se topa con el freno de los miedosos, con los estúpidos del protocolo. Peridis sabe de qué hablo, yo también.
En otro prólogo, el de Niebla, Miguel de Unamuno: «He oído también contar de un arquitecto arqueólogo que pretendía derribar una basílica de siglo X, y no restaurarla, sino hacerla de nuevo como debía haber sido hecha y no como se hizo, conforme a un plano de aquella época que pretendía haber encontrado… ¿Plano? Desconocía que las basílicas se han hecho a sí mismas saltando por encima de los planos, llevando las manos de los edificadores. También de una novela…se hace un plano; pero luego la novela…se impone al que se cree su autor».
Creo que la escritura de este libro es eso, una imposición a su autor, Peridis.
Actualización Agosto2025 | 587👀
José Ángel Martín, historiador
Un huerto de delicias cultivaba hasta ahora la ciudad de Palencia, bajo cuyas puertas fluía una fuente abundante. Palabras de un pontífice en 1263 dirigidas a un obispo palentino. Así comienza La primera universidad hispana, libro de la palentina María Jesús Fuente (Cálamo, 2012).
Que nuestra ciudad albergara ese Estudio General de Palencia, primeros estudios universitarios, siempre me resultaron un enigma, más allá del orgullo con que desde jóvenes lo proclamábamos. Al escuchar el año pasado a José Ángel Martín en una conferencia comprendí que alguien se había sumergido en desentrañarlo. Resulta que José Ángel es un historiador especial. Su formación inicial es de ingeniero de telecomunicaciones y labora en I+D, investigando, pero su pasión ha sido desde siempre la historia, y se embarcó en su estudio con esa determinación de los mejores, hasta conseguir ser Premio del Consejo Social de la UNED al mejor expediente en España en la Licenciatura en Historia allá por el curso 2015/16. Con esa brillantez de estudiante se puede confiar en que alguien nos va a decir lo certero de nuestra Universidad palentina del siglo XIII, coetáneo de los estudios de Bolonia y de París, de modo que me apunté de inmediato al curso que dicta este sábado en el Ateneo. El también ateneísta palentino y actual Rector de la Universidad de Salamanca, Ricardo Rivero, me hizo dudar hace poco cuando insinuaba en un comentario no muy claro que la Universidad de Salamanca había sido la primera, cosa que espero me aclare cuando venga a hablar aquí. No obstante la cuestión inquietante es la nota histórica permanente de declive de las cosas en nuestra ciudad, ya desde siglos, su por qué, cómo el destino vio esa pérdida, ese desfallecimiento de un studium general que ha marcado nuestro pasado, y vería distinto nuestro futuro. Nuestro vecino ilustrado de esta semana, ingeniero historiador, científico y humanista, finalista del Premio Jóvenes europeos, Premio Extraordinario de Bachillerato, representa para mí ese aliento del estudioso, el marchamo de aquellos escolares de aquel huerto de las delicias.
Actualización Agosto2025 | 868👀
Enrique Gómez, poeta
Acabo de leer estos días un artículo del poeta, premio Cervantes, Antonio Gamoneda titulado “¿Son malos tiempos para la poesía?”, su respuesta: «no lo creo», y su argumento: «la poesía, ajena al mercado y escasa de funciones externas, es, por ello precisamente, la única actividad que, dentro de las circunstancias, puede escapar al gregarismo».
Pues bien, por esa bies es por la que traigo a la columna a nuestro vecino ilustrado Enrique Gómez, que se dispone estos días a dar un pregón poético con motivo de los sanantolines. Se sabe que el poeta tiene una sensibilidad especial, se sabe que tal como los sinestésicos ve sonidos y huele colores, se sabe que sospecha de que hay metáfora donde otros vemos metonimia y se sabe de su amor por la belleza y musicalidad de las palabras. También, finalmente, se sabe que la poesía no sirve para nada, en términos mercantiles, razón máxima de su utilidad entonces. Pero lo que quizá no sepamos tanto es que los poetas pueden hacernos escapar al gregarismo. Gregarismo sería esa tendencia en los seres humanos a juntarse unos con otros demasiado, a vivir cual rebaño, y terminar pareciéndose tanto que llegan a pensar igual, soñar lo mismo, sentir igual y finalizar haciendo las mismas cosas. Una mirada idéntica sobre el mundo. Pues bien, Gamoneda nos da una pista preciosa, merced a la actividad poética podemos escapar del gregarismo. Encuentro siempre esa nota de originalidad en cada poeta, y quien conoce a Enrique, sabe que si por algo se caracteriza es porque piensa fuera de la caja. Experto en saberes múltiples (pájaros, cerveza artesanal, literatura…), sin embargo conoce muy bien que no es muy original querer ser original, puesto que todos aspiran a ser originales. Pero por ello mismo bien podemos aceptar esta definición de poeta: alguien diferente. Salvo la normal cuota de insolvencias, no corren malos tiempos para la poesía, dirá también Gamoneda. Como conozco algo de su decir, espero con ansiedad el pregón poético de Enrique Gómez. Tanto como esperamos su primer libro.
Imagen: Ateneo de Palencia
Actualización Agosto2025 | 438👀
Antonio Gamoneda, poeta
Escuchamos aquel sábado en nuestra ciudad, y en una ocasión histórica, a nuestro admirado poeta, Premio Cervantes, Antonio Gamoneda. Vino a Palencia a hablar de “Venenos”, pues, erudito como es de tantos saberes, también ha escrito algo asombroso, El libro de los venenos.
En él despliega sus comentarios acerca de la compilación del médico segoviano Andrés de Laguna del códice de venenos de Dioscórides. Leer un libro sobre venenos puede que no tenga demasiada importancia para muchos, salvo maliciosos, pero comprenderá el lector que si está escrito por un poeta, eso cambia. Una muestra, esta confesión del autor al contar cómo ha leído el libro del que es comentador: «…he entrado en el texto con crueldad de enamorado…», tras lo cual, sólo resta leer y leer otra vez esta expresión, para recrearnos tanto en su belleza musical como en la inquietud acerca de lo que puede querer decir “crueldad de enamorado”. Además, su Libro de los venenos deja desde el comienzo la advertencia de que Gamoneda no quiere discutir sobre la clasificación de géneros de la escritura, pues para él todos son “poesía diversamente preparada”. Tesis sorprendente, pero que invitaría a pensar y a debatir a los escritores. Si eso es así, ansío el momento de escuchar de nuevo la voz magnética del poeta que aprendió a leer con un libro de poesía escrito por su padre. Dice la poetisa palentina Amalia Iglesias que leer a Gamoneda es asomarse a abismos interiores, pero que la recompensa es quietud y serenidad. No puedo estar más de acuerdo. Y el lector entenderá entonces por qué prefiero terminar esta columna con poesía de nuestro poeta. Para acercarnos serenidad y quietud. A ver si lo logro. Es una poesía del libro Blues castellano (1961-1966), “Blues del mostrador”.
Llegó con el papel entre las manos
y me miró con sus ojos cansados.
Llegó con el papel y con sus manos
y yo sentí su mirada en mi vida.
Cuando venga otro día con sus manos
y su papel a mirarme en silencio,
espero comprender por qué me mira,
por qué es viejo y es grande y por qué pesan
en mi corazón unos ojos cansados.
Imagen: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
Actualización Jul2025 | 259👀
Ángela González, psicóloga
Me dijeron hace poco por la calle que hacía muy bien escribiendo acerca de los vecinos cercanos, y encima una amiga me convino a dedicar una columna a Ángela González, máxime al escuchar que estas columnas de corta vida pueden un día agruparse en forma de libro. Hete aquí mi respuesta. No ha sido fácil escribir columnas de personas que uno conoce y quiere con locura.
Este año han desfilado por aquí no pocas personas merecedoras de ese título que otorgamos de vecinos e ilustrados. Pues bien, el último día se asoma una vecina palentina del barrio de Corea, palentinista de las que aman la pequeña ciudad en la que han nacido, y a su vez, lectora voraz desde su infancia. Ángela González Delgado estudió sus carreras compaginándolas con el trabajo, con la maternidad y con el apoyo inequívocamente silencioso a cuantos proyectos era embarcada por la fiebre hiperactiva del otro lado de la cama. Como tantas mujeres solidarias. Feminista sin publicitarlo ya desde su EGB en la Aneja, vino a buscarla su profesión de psicóloga en medio de su propio psicoanálisis, y ejerce ese quehacer desde hace años con la solvencia y naturalidad con la que muchas mujeres se ponen a la tarea sin alharacas. Como conozco los efectos de su acción, puedo asegurar al lector que la vecina ilustrada que cierra la edición de estas columnas (al año que viene cambiaré y escribiré sobre escritura y escritores) forma parte de la serie de esas psicólogas que ayudan a la gente sin forzamientos, con cautela y ojo clínico, con más common sense que virtuosismo, y con ese plus que tienen las psicoanalistas féminas de amabilidad y neutralidad benevolente. Cuando a los jóvenes psicólogos y psiquiatras les recomendamos que adopten una posición de desapego frente a sus pacientes y que se olviden de lo que saben, que no importunen, que acojan a cada quien en su diferencia, siempre tenemos clínicos ideales en la cabeza. En mi caso se llama Ángela González, psicóloga y psicoanalista. Vaya aquí mi humilde homenaje a las mujeres luchadoras, guerreras, infatigables. Y buenas.
Derecho al secreto
Me alegra mucho oír de alguien, tenga la edad que tenga pero especialmente si es joven, que ha comenzado a escribir un Diario. Siempre denota una cercanía a la subjetividad, y una mirada a la luz interior, presagio del mejor viaje exterior.
«Falsedad del diario íntimo. No dice toda la verdad. Es confidente del sufrimiento y no de la felicidad», dice Amiel, profesor ginebrino (1821-1881), hombre que pasó inadvertido, pero hoy considerado el inaugurador del género. «¡Ah!, cuántos sueños; es lo mejor que hay», así comienza el Diario de André Gide, y es cierto, cuando un joven empieza a escribir un diario lo hace sin saber nada de la vida, pero al decir del Premio Nobel “brinca de impaciencia de arrojarse a ella”, como a él mismo le sucede, incluso cuando años más tarde escribe Et nunc manet in te, más un breve suplemento a Si la semilla no muere titulado Diario íntimo.
Está también El Diario (1837-1861) de Henry Thoreau, comenzado a escribir a los veinte años, un auténtico soplo de aire fresco. Thoreau marchó a vivir en soledad a un bosque junto al lago Walden en Massachusetts, y de ese encuentro con el latir profundo del bosque, de la naturaleza, surge este Diario. De todas las cosas inexplicables y extrañas, dirá, llevar un diario es la más extraña, para sorprenderse de que «si hago un esfuerzo enorme por sacar a la luz mis bienes más íntimos, el mostrador aparece abarrotado con materiales pobres y caseros».
Capaz o no del bien decir, capaz o no de transmitir los sueños, la impaciencia de arrojarse a la vida, la belleza, lo cierto es que un Diario muestra ese perenne deseo humano de hacer social lo íntimo. De fracasar cada vez mejor en el intento de nombrar la verdad.
Actualización Jul2025 | +367👀