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Y no es verdad la muerte
compañeros.
Tan solo cuando campe
el olvido, su orla de silencio
sobre la verdad venial de vuestros cuerpos;
habrán muerto las flores.
Y habitará entre nosotros.
Marcelino García Velasco
Sí, doce son los meses en los que ya no me esperas para leerme tus últimos versos, los que te hacían vivir con ilusión, con tu mano en la mía mientras leías con tu voz -a menudo henchida de emoción- porque el poema te había salido redondo y yo te lo repetía; es bueno, muy bueno… Ahondas, y escuchabas atento, en el surco como un arado romano al que únicamente tú empujas hasta herir la tierra que tanto amas y profundizar en ese surco donde, lo sabes bien, mantienes el pulso firme, la mente serena, y la esperanza de lograr un buen poema, otro más.
¿Dónde, amor, dejaste la esperanza del vivir?
Pasó la primavera y llovió para mí. Voló el verano y lloré por ti. Llegó el otoño y me dejé inundar con la saudade de Rosalía que me impedía respirar, y, de nuevo, el invierno, amargo en la soledad de tu ausencia rompió cualquier resquicio de huida hacia atrás porque tú, definitivamente, seguías en el lado de las sombras vigilando mi descanso, mi deambular sin objeto; quizá, despertabas las ganas de seguir hacia adelante como la sombra que avanza al desplazarse la persona que camina. Y sí, puedo ya, hacerlo. Y, sin embargo, hay días en los que no le veo objetivo a ese ajetreo diario del vivir sin ti. ¿Cómo es posible que deba buscar -en solitario- el camino que habitamos siempre juntos? A veces voy al pueblo, escribías, y buscabas a los niños que llenaron la canción amarilla de tu infancia. Y te ponías triste. Ya no estaban. Ni volverían jamás. Esa es la sensación que, desde tu marcha, acompaña mis horas, los interminables días que cuento una y otra vez para cerciorarme de que sigo en ellos y me pregunto para qué. Y rezo cada noche: Que nadie me robe, nadie, la esperanza de encontrarte.
El sábado día seis, no pudo ser el siete, en la misa de las ocho de la tarde, en san Lázaro, volveremos a recordar que en espíritu sigues con todos los que te quisimos tanto. Mientras podamos recordarte, Marcelino, mi poeta, no te habrás ido del todo.
7 comentarios:
Emocionante recuerdo de Marcelino por parte de Carmen con palabras tan poéticas y llenas de sensibilidsd y ternura. El recuerdo es lo único que nos queda cuando alguien cercano se va definitivamente. Los que dejaron su impronta, como Marcelino, nunca están definitivamente muertos. Nos queda su palabra, su verso sonoro y altivo. Eso es imperecedero, como lo es el mutuo amor que Carmen y Marcelino se profesaban.
Carmen Arroyo escribe a Marcelino, poeta tan laureado y recordado. En estas pocas líneas, ya queremos entender ese recuerdo emocionado que la mantiene viva. Un amor para siempre. Seguro que Marcelino te acompaña en espíritu y te susurra, con su mano en la tuya, alguno de esos versos que programa para cuando viajes a su encuentro. Un abrazo, Carmen.
Emotivas palabras, Carmen, como recuerdo a tu marido, nuestro querido poeta Marcelino García Velasco, al que sigues teniendo junto a ti en tus recuerdos y sus poemas. Lo que nos pasa un poco también a nosotros cuando volvemos a leer alguno de sus libros.
Ha pasado ya un año desde su partida, pero como si fuese ayer cuando todavía estaba entre nosotros.
Y no me extraña que todo a tu alrededor te recuerde a él, si nos pasa también a nosotros cuando nos reeencontramos con sus versos. Un abrazo, Carmen.
Precioso texto. El talento de saber expresar el amor de esa manera solo les es dado a los seres especiales. Ambos amantes sumidos en una misma dimensión, la de la Poesía.
Un gran abrazo desde Venezuela, Carmen García Guadilla.
Cómo es posible que la poesía en prosa pueda llegar más lejos que en verso, incluso que el soneto que siempre ha sido el que más me ha llegado. !!! Y sí, hoy en el cielo, Marcelino, al escucharlo ha llorado. Ha llorado mientras la guiaba por esas letras tan maravillosas que me han emocionado.
Marcelino está vivo en tu recuerdo Carmen, y en el de quienes leemos esas bellas palabras que le dedicas hoy, como aniversario de su partida. Amor verdadero expresas en tus bellas palabras que diriges a tu amor perpetuo, consigues que las recitemos y releamos como si fuera un texto del gran poeta tuyo y nuestro.
A estas horas, en la iglesia de San Lázaro, se rendirá a Marcelino especial recuerdo, te acompañará la familia, los amigos, la gente que no amaba como tú a tu marido, pero ama sus poemas, su bella lírica, esa forma fácil de componer, recitar y llegar, hace que sea inmortal e inolvidable.
Amigos que estuvisteis en la iglesia con su abrazo y a quienes manifestaron sus pensamientos de recuerdo y cariño en el blog de Froilán a nuestro poeta, el hombre que nos dejó su palabra mezclada con sentimientos, gracias sinceras porque llegan en un momento en el que es preciso apoyarse en el cariño, en la amistad, en esos mensajes compartidos que llegan de ánimo y empujan a seguir adelante. No sé cómo puedo agradecer vuestro interés y cariño. Hasta pronto.
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