Paisaje de la Dehesa salmantina, la montanera. | Acuarela. | @FGC

La dehesa es por excelencia el ecosistema más representativo de la provincia de Salamanca, un ejemplo de aprovechamiento sostenible y de respeto al medio ambiente, donde se unen grandes extensiones de encinares y algunos robledales con pastizales donde se crían en régimen extensivo ganado vacuno autóctono, como la morucha, el toro de lidia y el cerdo ibérico, que se alimenta de bellotas durante la montanera, lo que convierte a la dehesa en uno de los lugares preferidos para la elaboración de los mejores jamones de España. Es un sistema único en el mundo que armoniza la actividad agrícola, con la ganadera, la forestal, y la cinegética en un perfecto equilibrio de aprovechamiento de sus propios recursos. La dehesa salmantina es también el territorio con mayor número de toros bravos de todo el mundo y la provincia española que más fincas adehesadas de encinas tiene, conformando el Campo Charro. Son tierras cuyo clima se caracteriza por tener inviernos fríos y sequías estivales acusadas y prolongadas, posee una riquísima variedad de flora y fauna y ha permanecido así durante muchos siglos. Constituye el hábitat de muchas especies florales como el tomillo, el romero y una variedad de setas silvestres y de muchos animales salvajes como el lince ibérico y el águila imperial.

La Dehesa de Salamanca se extiende fundamentalmente por el Campo Charro, Ciudad Rodrigo, el Campo de Ledesma y los alrededores de la capital. De este sistema adehesado se deriva también una forma de vida asociada con la actividad ganadera como son la existencia de grandes fincas y sus casonas, auténticas casas palaciegas y otras construcciones auxiliares como plazas de toros, corrales, etc. con las costumbres y la cultura y creencias típicas de la zona como lo revelan las diferentes ermitas donde tanta gente se reúne en torno a varias romerías como la de la Virgen de Valdejimena en Horcajo Medianero o la del Cristo de Cabrera en Las Veguillas.

Vista parcial del puente romano de Salamanca | Acuarela | @FGC

El puente romano es uno de los iconos de Salamanca, símbolo indiscutible del legado romano de la ciudad, una edificación donde a mediados del siglo XX, circulaba por él todo tipo de tráfico rodado, al ser una de las principales vías de comunicación de la ciudad, que ha aguantado el paso del tiempo desde su construcción en la segunda mitad del siglo I, en época de Trajano. Salamanca, como ciudad romana perteneciente a la provincia de Lusitania, ocupaba un lugar estratégico, pues su ubicación facilitaba el desarrollo de actividades económicas, ofreciendo así ciertas infraestructuras, como este puente, para la Vía de la Plata, una de las calzadas y rutas comerciales más importantes de la época que unía Mérida y Astorga, cuya principal función era transportar mercancías, personas y animales.

Los romanos construyeron el puente sobre el río Tormes en piedra, y previeron la fuerza del río apoyando los arcos en tajamares triangulares para reducir el efecto de las crecidas, una obra de ingeniería impecable, pero que no evitó algún desastre debido a sucesivas crecidas del río que fueron deteriorándolo. Sin embargo, fue la riada de San Policarpo, en 1626, la que produjo más daños, ya que destruyó parte de los arcos romanos, que tuvieron que ser reconstruidos en su mayor parte. Actualmente tiene 26 arcos, aunque de la construcción romana solo quedan 15 en la margen derecha, son de medio punto con grandes dovelas almohadilladas. No obstante, se puede concluir que es un puente sólido, resistente al paso del tiempo, formando parte de la vida y de la historia de Salamanca, tanto como para estar representado en el escudo de Salamanca junto con el famoso verraco de piedra decapitado que se encuentra en la entrada del puente y cuyo origen se atribuye a los vetones, el pueblo asentado en estas tierras antes de la llegada de los romanos. Es uno de los más famosos por su aparición en la obra de la literatura española El Lazarillo de Tormes. En un famoso episodio, junto a este verraco, Lázaro recibió una dura lección en su aprendizaje para ser el pícaro en el que más tarde se convirtió. El puente, finalmente, es lugar también de celebración de una de sus más tradicionales y concurridas fiestas, la del Lunes de Aguas, en la que los salmantinos la celebran yendo a comer el típico hornazo charro, reuniéndose principalmente en las orillas del río Tormes, costumbre que data del S. XVI.

Convertido actualmente en un lugar de paseo muy frecuentado, caminar por el puente romano para contemplar los atardeceres observando su reflejo en las aguas del Tormes y como fondo las catedrales, es adentrarse en un remanso y sensación de paz maravillosa e indescriptible.

¿Quién no ha oído la expresión “estar en Las Batuecas”? Según la RAE, es estar distraído, con la mente en otro sitio, haciendo alusión a uno de los lugares más misteriosos que existen: el Valle de las Batuecas, al sur de Salamanca, muy cerca de La Alberca.

Las Batuecas desde el mirador del Portillo en La Alberca | Acuarela | @FGC

“Caballo del descubrimiento” junto al puente de la Unión | Acuarela | @FGC

Acercarse a Siega Verde, donde se encontraron más de 600 pinturas rupestres grabadas en piedra al aire libre, es llegar a un lugar único y perderse en un tiempo remoto del Paleolítico Superior. Situado al oeste de Salamanca, en tierras de la comarca de Ciudad Rodrigo, se ubica en Serranillo, localidad perteneciente al municipio de Villar de la Yegua. Siega Verde es considerado una extensión del Yacimiento Arqueológico del Valle del Côa en Portugal, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

El yacimiento, hace milenios, fue un lugar privilegiado para pueblos de cazadores y recolectores del Paleolítico que aprovecharon las ventajas del clima templado de la zona, la vegetación y el remanso del río Águeda, antes de encajarse en los Arribes, para observar a los animales que se reunían allí a beber agua, justo al lado donde hoy día se ubica un puente y un viejo molino. En esa zona hay un gran número de petroglifos del Paleolítico Superior, cuya antigüedad se estima desde los 20.000 hasta los 10.000 años.

Todos los grabados de Siega Verde ofrecen la singularidad de estar al aire libre, junto a la orilla del río Águeda, las siluetas de los animales fueron tallados sobre las rocas, siempre de perfil, reflejando detalles anatómicos como crines, hocicos, musculatura, marcas en el pelaje, etc. y predominando sobre todo los cérvidos, bóvidos y caballos, aunque también hay imágenes de especies hoy extinguidas y propias de climas glaciares, como renos, bisontes o rinocerontes lanudos, en las que se aprecian y admiran su precisión y realismo. Para ello utilizaron, principalmente, dos técnicas, el piqueteado, que delimita el contorno de la figura a base de puntos, y la incisión a través de una fina línea grabada, y en algunos dibujos perduran aún restos de pintura roja.

Lo más frecuente en estas imágenes es el movimiento descendente de la cabeza de los animales, es decir, una escena de abrevadero, que es lo que solían observar las gentes que poblaban la zona.

Los grabados de Siega Verde y los del Valle del Côa, en la vecina Portugal, forman uno de los conjuntos más importantes de arte rupestre paleolítico al aire libre de toda Europa que nos han llegado gracias a su tardío hallazgo, quizás debido a su difícil accesibilidad, ya que el yacimiento fue descubierto en 1988, oficialmente, pues los pastores de la zona ya habían observado algunos de estos dibujos grabados en las piedras.

Vista panorámica de Ciudad Rodrigo | Acuarela | ©Francisca González del Castillo

Ciudad Rodrigo, ciudad medieval fortificada de gran importancia estratégica durante siglos, bañada por el río Águeda. Su casco histórico está protegido por poderosas murallas de peculiar forma estrellada, que rodean todo un entramado de palacios, iglesias, plazas y rincones donde destacan las torres de la catedral y la torre del castillo de Enrique II. Tanta importancia tenía Ciudad Rodrigo que Fernando II la erigió en sede episcopal, gracias a lo cual se inició la construcción de la catedral en el siglo XII. Cada rincón, palacio y monumento de la ciudad nos habla de un rico patrimonio que nos introduce en la historia de esta pequeña ciudad, que se vanagloria de ser una de las más antiguas de nuestro país, al ser fundada por los vetones en el siglo VI a. C., con el nombre de Miróbriga, como lo atestigua el verraco que se conserva junto al castillo. Tras la dominación romana pasó a ser Augustóbriga, aún se mantienen en pie las Tres Columnas, presentes en el escudo de la ciudad y su puente romano reformado en la Edad Media. Fue disputada por árabes y cristianos, repoblada en el año1100 por el conde Rodrigo González Girón y fortificada después entre los siglos XII y XIX, pues su situación estratégica fue fundamental para la Corona de Castilla y León frente a Portugal. La ciudad fue también crucial durante la Guerra de la Independencia como plaza fortificada, protagonizando el sitio de Ciudad Rodrigo por el que fue arrebatada a los franceses convirtiendo al general inglés Wellington en duque de Ciudad Rodrigo.

En definitiva, una amalgama de culturas y hechos históricos fueron dando forma a Ciudad Rodrigo, una ciudad que es Conjunto Histórico-Artístico, con un recinto amurallado en el que se concentran numerosos monumentos cargados de una historia llena de enfrentamientos que ha llegado a nuestros días con el bien merecido título de “Ciudad Antigua, Noble y Leal” tal es la abrumadora riqueza histórica y belleza artística de esta pequeña ciudad, aunque hoy día sea especialmente nombrada y conocida por su famoso Carnaval del Toro, o quizás también por su original “museo del orinal” con piezas únicas en su colección, una de las muchas curiosidades de la bella Miróbriga.

Universidad de Salamanca | Lápices de Colores | @Francisca González del Castillo

Quizás lo que más se recuerde al visitar la bella fachada de la Universidad de Salamanca sea la localización de la famosa rana en una calavera, pero esta fachada tiene una belleza realmente única. Salamanca presume de tener también la universidad española y del mundo hispano más antigua en funcionamiento, pues la primera fue la de Palencia. En 1218 Alfonso IX otorgó el título de Studium Generale a la escuela catedralicia de Salamanca, y en1254 era ya reconocida como una de las cuatro principales universidades del mundo. Pero hasta comienzos del siglo XV no se construyeron los primeros edificios emblemáticos: Las Escuelas Mayores y Menores. En las Escuelas Mayores se encuentran los lugares más conocidos: el Paraninfo, la biblioteca, que cuenta con numerosos incunables y ediciones originales, las antiguas aulas donde Fray Luis de León impartía clases y la famosa fachada plateresca tallada en piedra ante la cual miles de turistas se paran simplemente para contemplar su belleza que deja absorto a quien la ve por primera vez, o a quien vuelve para verla de nuevo. Sus muros guardan innumerables historias y curiosidades, entre ellas los muchos debates sobre la expedición de Cristóbal Colón hacia Las Indias. Entre sus figuras contó con Fray Luis de León que ejerció como profesor de Teología, y pronunció aquí su famosa frase, cuando volvió de la cárcel cuatro años después, y comenzó la clase con su recordado “decíamos ayer…”, sin olvidarnos de Miguel de Cervantes, quien hace referencia a esta Universidad en su inmortal novela “Don Quijote de la Mancha”. Imborrable el recuerdo de Miguel de Unamuno, tres veces rector de la Universidad. Prestigio, historia y arte van unidos en una universidad con 800 años de historia, que actualmente es una universidad moderna con varias facultades, campus en varias localidades y centros de investigación asociados, una institución que desde su fundación ha conformado la personalidad de la ciudad. Salamanca no se entiende sin su universidad, su población estudiantil. Son numerosos los beneficios económicos y culturales que repercuten en la ciudad y le han hecho ser lo que es.